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“El crédito social chino no pretende vigilar a la gente; es economía de mercado”
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ENTREVISTA CON YU HONG

“El crédito social chino no pretende vigilar a la gente; es economía de mercado”

El plan del gigante oriental es expuesto por la profesora en su libro 'Networking China', en el que explica cómo ha conseguido mirar de tú a tú a los omnipotentes Estados Unidos

Foto: Yu Hong, autora de 'Networking China'.
Yu Hong, autora de 'Networking China'.

Yu Hong es una académica de la Universidad de Illinois autora de 'Networking China, The Digital Transformation of the Chinese Economy' (2017), un libro donde expone los antecedentes de la economía política de China y el rol geopolítico que ha adquirido en el siglo veintiuno. Grosso modo, la estrategia de este gigante asiático se ha basado en desoccidentalizar las redes de comunicación a fin de adquirir una soberanía tecnológica que le permitiera enfrentarse de tú a tú a Estados Unidos en la carrera global hacia la inteligencia artificial.

De acuerdo a Hong, las nuevas tecnologías hicieron de las redes de telecomunicaciones una plataforma para la acumulación corporativa, caracterizada también por la mercantilización de la información que fluye por estas. Más aún desde la crisis económica mundial de 2008, que colocó la información y las comunicaciones en el centro de la reorganización de la estructura económica. En este contexto, argumenta, el socialismo chino se está desvaneciendo para converger con los planes globales que impone el capital transnacional, desvaneciéndose todas las imposturas del Partido Comunista Chino (PCC) de distribuir los recursos y el poder entre las capas sociales más bajas.

El PCC se convirtió en una fuerza de desarrollo importante, aunque en todo momento dependiente de empresas estatales

En el contexto descrito por la académica, donde los impulsos burocráticos chinos poseen tintes tan capitalistas como requiera la financiarización de los activos del Estado, se ha creado un sistema de comunicaciones extremadamente corporativista. A continuación responde a una serie de preguntas sobre cómo todo ello se entremezcla con los procesos económicos actuales.

PREGUNTA. China fue un país semi-colonial y semi-feudal, al menos hasta 1949. Ahora su objetivo es convertirse en el poder espacial capitalista mundial en 2045. ¿Podría resumir cuáles son las principales fuerzas económicas y políticas que están detrás de este “despertar”?

RESPUESTA. El partido comunista chino fue un partido tan revolucionario como nacionalista. Obtuvo la legitimidad para gobernar no sólo gracias a las luchas antiimperialistas y anticapitalistas, sino también a una agenda que trató de rejuvenecer a la nación de las antiguas y terribles condiciones de atraso interno y subyugación externa. El PCC, todavía un partido poderoso y centralizado, se convirtió en una fuerza de desarrollo importante, aunque en todo momento dependiente de empresas estatales, capital del estado y movimientos sociales para sus fines de modernización durante la era de Mao Zedong [Presidente del Partido Comunista de China desde 1943 hasta 1976]. En la era posterior, los intentos de renovación del sistema extrajeron su vitalidad de un conjunto diferente de fuerzas, como el capital burocrático, privado o transnacional y el espíritu empresarial. Aún así, este partido-Estado [fórmula adoptada tras la proclamación de Mao en 1949 de la Nueva China] es un poderoso y resiliente agente que desempeña un papel clave en el desarrollo de todo el proceso y en la negociación de los términos.

P. ¿De qué manera cree que las consecuencias de la crisis ha determinado la posición de China en la economía digital global, y también cómo ha afectado a otros puntos geográficos, por ejemplo, a la Unión Europea?

R. Durante este proceso en curso de recuperación global, la gran incertidumbre en la escena internacional, caracterizada por los movimientos antiglobalización, la presidencia de Donald Trump y el auge de las políticas derechistas, los desafíos domésticos de China de reequilibrar y reestructurar la economía se han complicado bastante. Por lo tanto, sería ingenuo e incluso engañoso suponer que China reducirá su dependencia de las exportaciones e inversiones de manera lineal o que aumentará inevitablemente su peso en el plano económico y geopolítico. Lo que sí parece cierto es que los responsables de la formulación de políticas gubernamentales consideran la nueva economía digital (respaldada por tecnologías como las comunicaciones inalámbricas 5G, la inteligencia artificial, el Internet de las cosas y el Big data, manifestadas en todo tipo de actividades en red como el comercio electrónico u otras activadas corporativas) como un área de inversión clave para el crecimiento económico e, igualmente importante, para adquirir ventajas competitivas en esta nueva época.

placeholder Jack Ma, fundador de Alibaba. (Reuters/Stringer)
Jack Ma, fundador de Alibaba. (Reuters/Stringer)

A este respecto, las iniciativas del Estado alimentan y acompañan la energía de los grandes capitales. Además, este enfoque en el desarrollo de las comunicaciones basadas en Internet va acompañado de esfuerzos internos y externos por expandir los mercados, como la iniciativa One Belt One Road. Sin embargo, ambos se están topando con grandes fracturas socio-políticas y considerables diferencias culturales. En un sentido general, existe una alianza entre el Estado y el capital para romper las barreras tecnológicas y de acceso al mercado que defienden algunas fuerzas nacionales de China a fin de obtener una posición más dominante en el orden que establece el capitalismo digital global. Si bien Estados Unidos, la Unión Europea, China y el capital transnacional están llamadas a ser los principales motores que le den forma en el futuro, parece que la UE no tiene una posición industrial sólida en la nueva economía digital.

P. ¿Cómo ve usted la brecha entre los que tienen la información y los que no tienen información en la sociedad china actual? ¿Existe algún tipo de movimiento social que pueda obtener conseguir el poder suficiente como para alterar el status quo?

R. Probablemente, las brechas regionales y de clase en el acceso a la información (el recurso básico en la economía digital) continuarán expandiéndose. Hemos de entender también que ha tenido lugar un cambio en el equilibrio de este ecosistema, el cual ha pasado de erigirse sobre operadores de telecomunicaciones a hacerlo gracias a plataformas y aplicaciones. Aunque los primeros aún son cruciales en un país caracterizado por un despliegue desigual de infraestructuras, las recientes plataformas de éxito (para el comercio electrónico, las redes sociales o los videos en vivo), cuestionan hasta cierto punto la posición de monopolio en el mercado que han obtenido Baidú, Alibaba y Tencent. La popularidad de las nuevas plataformas radica en que han sabido conectar con las clases proletarias chinas, incluidas personas migrantes, campesinos, trabajadores a tiempo parcial, estudiantes y amas de casa en ciudades de tercer y cuarto nivel. Pero las prácticas culturales y las propuestas económicas de los movimientos sociales que sean capaces de articularse en estas plataformas se adaptarán y descarrilarán casi por igual de la racionalidad corporativa y estatista como para provocar cambios de calado.

El Estado dominará a las empresas tecnológicas chinas debido a las necesidades nacionales que tienen para desarrollarse

P. A este respecto, ¿cree que la mercantilización de la información sirve para ejecutar prácticas de vigilancia provenientes del Partido Comunista Chino?

R. No cabe duda de que las plataformas en línea recopilan datos en tiempo real de las transacciones comerciales que ocurren en el mundo digital. Esta práctica ha mejorado significativamente la capacidad de las compañías a la hora de crear perfiles y dirigirse a segmentos particulares de consumidores con fines publicitarios y de ventas. Sin embargo, su relación con el Estado son complejas. Por ejemplo, los funcionarios estatales se quejaron en una ocasión de que las plataformas de comercio electrónico se negaron a compartir datos con el Gobierno y de que hicieron pocos esfuerzos para hacer frente a las solicitudes del Estado cuando la intervención de los reguladores parece necesaria para controlar la falsificación en línea. Esto simplemente refleja la relación utilitaria que impera entre ambos. Dicho esto, la capacidad de recolección de información del Estado también ha mejorado —algunas veces en competencia y otras en cooperación con las plataformas corporativas. Y si as agencias tributarias locales digitalizan sus bases de datos, esto es para conseguir que la predicción de los pagos esté disponible para los agentes de crédito, como los bancos. En este sentido, el desarrollo y la mercantilización de las tecnologías, como los sensores en red, aumentarán la profundidad y el alcance de la vigilancia.

P. Teniendo en cuentas estas prácticas, también me gustaría que hablara sobre el crédito social establecido en China. ¿A qué intenciones gubernamentales responde?

R. Que yo sepa, el sistema de crédito social de China es un sistema regulatorio en el marco de una economía de mercado que simplemente trata de reducir las irregularidades y fricciones que se dan en los mercados. Ahora bien, los medios sociales e institucionales que se están introduciendo poco a poco también se pueden utilizar para identificar y penalizar a los empresarios individuales o incluso a los ciudadanos individuales. Si bien los comentarios occidentales tienden a llegar a la conclusión de que esta diseñado simplemente para facilitar la vigilancia masiva, mi interpretación es que el programa refleja ante todo el espíritu del Estado por reaccionar a las alternativas económicas que proponen los movimientos sociales. Es un intento de contener tales iniciativas mediante el racionalismo corporativo globalista.

Foto: Partidaros del movimiento prodemocracia Occupy Central se manifiestan frente al tribunal que juzga a sus líderes, en Hong Kong, el 19 de noviembre de 2018. (Reuters)

P. Me gustaría que hablara sobre lo que llama "nacionalismo tecno-económico”. ¿Esta concepción favorece la conquista de Baidú, Alibaba y Tencent (BAT) del mercado global de servicios de inteligencia artificial y de computación en detrimento de Google, Amazon, Microsoft o Apple?

R. Las plataformas como Baidú, Alibaba o Tencent han experimentado un rápido crecimiento gracias al principio legal de inmunidad del que gozan, el cual les ha permitido también absorber el desplazamiento sistemático de los recursos y acaparar las actividades en línea sin tener que pensar en las acciones o los discursos de terceros. Su éxito se deriva de este tipo de silencio político, más que de intervenciones nacionalistas tecno-económicas proactivas. Dicho esto, claro que las compañías BAT han construido ecosistemas digitales propios y han invertido mucho dinero en computación en la nube, inteligencia artificial y Big data, especialmente en una mezcla de competencia y colaboración con una gran cantidad de empresas de tecnología e institutos de investigación nacionales. Por otro lado, a través de licencias, proyectos piloto y otras medidas, el Estado está incluyendo a los tres gigantes de las plataformas en línea en un programa nacional de I+D para que delimiten las fronteras tecnológicas de China. Ahora bien, todavía es demasiado pronto para predecir que estas plataformas, las cuales aún no son empresa de tecnología como tal, necesariamente obtendrán un liderazgo impulsado por la tecnología, aunque tengan mucho dinero y sean rápidas generando innovación a gran escala.

P. Usted señala que “la luna de miel entre el estado y los gigantes de la web privada no durará mucho”. También que el primero ha creado el plan Made in China 2025 para promover que los segundos “se digitalicen y se globalicen”. ¿Es la inteligencia artificial la frontera entre ambos? O en otras palabras, ¿existe un futuro cercano donde el PCC sacrifique el enfoque de planificación en favor de las proclamas de la industria tecnológica?

R. El partido-Estado está llevando a cabo un gran esfuerzo nacionalista tecnoeconómico en esta etapa de la historia, sí, pero ello ha sido —y sigue siéndolo— una tarea difícil, al menos si nos fijamos en la competencia intercapitalista y en las cuestiones que muchas empresas nacionales de peso quieren priorizar. Mi sensación es que probablemente el Estado dominará a las empresas tecnológicas chinas debido a las necesidades nacionales que tienen para desarrollarse, mientras que al mismo tiempo estará dispuesto —o de alguna manera coaccionado— a aceptar compromisos e incluso podría abrazar conceptos globalistas para adaptarse a los imperativos expansionistas de sus corporaciones. No olvidemos que, hasta ahora, estas empresas privadas de Internet se ha beneficiado de las políticas diplomáticas e industriales del Estado, pero en muchos aspectos están dispuestas a escapar y socavar la planificación estatal o los planes regulatorio gubernamentales cuando se impone la incoherencia, la contradicción y la fragmentación que caracterizan la llamada planificación estatal china.

Yu Hong es una académica de la Universidad de Illinois autora de 'Networking China, The Digital Transformation of the Chinese Economy' (2017), un libro donde expone los antecedentes de la economía política de China y el rol geopolítico que ha adquirido en el siglo veintiuno. Grosso modo, la estrategia de este gigante asiático se ha basado en desoccidentalizar las redes de comunicación a fin de adquirir una soberanía tecnológica que le permitiera enfrentarse de tú a tú a Estados Unidos en la carrera global hacia la inteligencia artificial.

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