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Miles de personas mueren solas cada año (y hay quien se beneficia de ello)
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DE ESPAÑA A JAPÓN

Miles de personas mueren solas cada año (y hay quien se beneficia de ello)

¿Qué ocurre con los pisos de esa gente que fallece sola? ¿Quién se encarga de tirar todo y limpiar a fondo? Este drama ha dado lugar a una nueva y rentable industria

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“Cada vez me pasa más, como juez de guardia, encontrarme con cadáveres de ancianos que llevan muchos días muertos, en avanzado estado de descomposición. No sé si está fallando la intervención social o los lazos familiares. Pero indica el tipo de sociedad hacia el que nos dirigimos”. Estas son las palabras con las que el magistrado Joaquim Bosch Grau resumía en Twitter, a finales del año pasado, uno de los problemas que asedian a las sociedades desarrolladas, también en España: la cantidad de personas que mueren solas, en muchos casos, abandonadas por sus familiares y olvidadas por el resto de la sociedad.

Casi cinco millones de españoles viven solos, y a medida que envejezca la población, serán más. Muchos de ellos son ancianos sin lazos familiares que, en ocasiones, pasan meses sin que nadie se pregunte por su paradero, que bien puede haber sido una muerte accidental. Desde 2008, hay empresas en España que se dedican a lo que se denomina “limpiezas traumáticas”, es decir, a reacondicionar los domicilios de estas personas fallecidas, un trabajo nada sencillo que debe ser realizado por un profesional. Es el caso de Geindepo, EcoServeis o DEP Limpiezas Especiales. Como explican desde esta última, los casos se disparan en verano: unos tres o cuatro al mes, frente al uno cada dos meses del invierno. “Hace más calor y huele más, así que los vecinos suelen dar la voz de alarma”, añaden.

Muchos de los clientes de las limpiezas traumáticas son familiares que habían perdido el contacto con el finado y que quieren reutilizar la vivienda

Es un negocio poco conocido y aún limitado en nuestro país, con costes entre los 500 y 6.000 euros. La mayor parte de casos son “personas muy mayores, muchas veces con síndrome de Diógenes, alrededor un 80%”. A menudo, los clientes son familiares que habían perdido el contacto con los ancianos y que quieren rehabilitar el domicilio para utilizarlo o alquilarlo. También, caseros que comienzan a preocuparse después de que sus inquilinos pasen meses sin pagar el alquiler. Aunque no hay ningún estudio comprehensivo sobre el tema, los bomberos de Barcelona han desvelado que cada año se encuentran con unos 100 casos de “muertes desatendidas”, como se les suele llamar.

La soledad invisible

Como ha ocurrido con otros términos –por ejemplo, los 'karoshi' que mueren por exceso de trabajo–, Japón es el país que se sitúa en la triste vanguardia de esta tendencia. Según el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar nipón, en 2013 3.700 personas murieron solas, aunque según los cálculos del NLI Research Institute la cifra asciende a 30.000. Son los conocidos como 'kodokushi', término acuñado en los años 80 que se popularizó durante la década siguiente, debido a la crisis económica experimentada en el país oriental, cuya cultura 'gaman' (“soportar lo insoportable con paciencia y dignidad”) hace que buscar auxilio no esté bien visto. Como recordaba 'The New York Times', en el año 2000, el cadáver de una mujer fue encontrado tres años después de su muerte, ya que el pago de su piso estaba domiciliado y nadie la echó de menos hasta que su cuenta se quedó sin fondos.

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La industria de la limpieza especial ('tokushu soji') en dicho país se ha desarrollado enormemente. Según la asociación de profesionales de este sector, son 8.000 compañías con unos beneficios de 4.500 millones de dólares al año. En 10 años, calculan que la cifra se habrá doblado. Además, 'The Washington Post' desvelaba que algunas compañías de seguros ofrecen a sus clientes compensaciones en caso de que sus inquilinos mueran solos, purificación ritual incluida. Por lo general, el procedimiento es limpiar y tirarlo todo. La mayoría de los objetos son inservibles. ¿Discos y DVD? Apenas tienen valor. ¿Muebles de Ikea? A la basura directamente. Tan solo alguna contada pieza de coleccionista puede tenerlo.

Pero Japón es un país de una larga tradición consumista, lo que ha provocado que los fallecidos dejen detrás de sí una gran cantidad de bienes. Muchos de estos bienes encuentran salida a través de un potente mercado de segunda mano en Filipinas o África. Como recuerda un reportaje publicado en 'Bloomberg', los bienes que proceden de dicho país, aunque hayan sido fabricados en China, tienen muy buena reputación en las naciones más pobres de Asia. En un pasado, se trataba de Tailandia, pero el enriquecimiento del país provocó que ellos mismos fabricasen y adquiriesen sus bienes. ¿El siguiente objetivo de los bienes de segunda mano de los muertos japoneses? Quizá Camboya, sugiere la protagonista del reportaje.

En España, el número de personas que viven solas aumenta cada año, hasta el punto de que suponen un 25,4% de todos los hogares

La epidemia de los 'kodokushi' ha llegado también a Europa y EEUU. A principios de este año, Inglaterra abrió las puertas del conocido como Ministerio de la Soledad, con el objetivo de enfrentarse a una situación extrema en la cual la mitad de los mayores de 75 años viven solos. Nada menos que 9 millones de ciudadanos. Como lamentaba Jeremy Hunt, Secretario de Salud, los ayuntamientos ingleses costean al día ocho funerales de personas sin amigos ni familia. Además, recordaba el caso de un hombre cuyo cadáver fue encontrado en Edimburgo tres años después de su muerte. Un ángulo muerto de las sociedades modernas en las que el estrés y las altas exigencias laborales han destruido las redes de apoyo de la sociedad.

Algunos de los factores que explican esta situación son obvias, pero otros no tanto. La mayoría son ancianos marginados de la sociedad con apenas lazos de amistad o familiares. Pero otro factor es la desaparición de las viviendas intergeneracionales, es decir, de las convivencia entre nietos, padres e hijos que solía producirse en décadas anteriores: en España, el número de personas que viven solas aumenta cada año, hasta el punto de que conformar un 25,4% de todos los hogares. En Japón, muchos de los fallecidos son trabajadores prejubilados que dedicaron su vida a su empleo, no llegaron a casarse y se vieron arrojados de repente a una vida solitaria.

No son solo ancianos

Aunque la mayoría de estas víctimas son ancianos, es posible que tarde o temprano el espectro termine ampliándose. Ya lo está haciendo, de nuevo, en Japón. El pasado año, una noticia de 'Japan Today' señalaba que el fenómeno de los 'kodokushi' es cada vez más común entre veinteañeros y treinteañeros. Según los datos proporcionados por las autoridades de Tokio, 238 personas (el 80% de las cuales eran hombres) habían muerto solas en 2015. En este caso, una de las razones era el incremento de los 'freeters', que también se ha utilizado para explicar el descenso de la natalidad japonesa. Se trata de jóvenes de 20 y 30 años que pasan su juventud encadenando empleos precarios, y cuya ausencia laboral no suele levantar sospechas en la empresa. A menudo viven solos y tienen pocas relaciones sociales, por lo que nadie les echa en falta en caso de desaparición.

Foto: La colmena anónima. (iStock) Opinión

En Corea del Sur se ha acuñado otro término para las personas que mueren solas. Se trata de 'godoksa', y son mucho más jóvenes que las víctimas japonesas. Como desvela la Fundación de Bienestar de Seúl en su página web, de los 366 casos producidos en 2017 en dicha ciudad, el 62% son hombres de una edad comprendida entre los 45 y los 65 años. El total del país asciende a 1.800. Una vez más, las prejubilaciones, divorcios y el desempleo juegan un papel importante, así como la separación de las familias: debido a la dispersión laboral, muchas veces los trabajadores deben mudarse a otra ciudad para trabajar mientras el resto de la familia se queda en las grandes ciudades. Como recuerda Isabella Steiger en 'Quartz', entre las meddias para enfrentarse a la situación se encuentra la formación de grupos vecinales que visiten a las personas que viven solas o la instalación de detectores de movimiento en dichos hogares.

La probabilidad de morir solo también ha aumentado en otros países occidentales como EEUU, a medida que el porcentaje de cuarentañeros que viven solos se ha disparado junto a otros factores de riesgo, como el aumento de la obesidad o los problemas de salud mental. Según una estadística publicada en 'Pnas', el número de ciudadanos blancos que no tendrán familia cercana se doblará para el año 60, y triplicará en el caso de los afroamericanos. Es un proceso que trasciende la coyuntura de cada país y afecta a la mayoría de países desarrollados, sociedades que se deslizan hacia la flexibilización laboral extrema, el aislamiento social y la desaparición de las redes familiares que caracterizaban a comunidades más tradicionales.

“Cada vez me pasa más, como juez de guardia, encontrarme con cadáveres de ancianos que llevan muchos días muertos, en avanzado estado de descomposición. No sé si está fallando la intervención social o los lazos familiares. Pero indica el tipo de sociedad hacia el que nos dirigimos”. Estas son las palabras con las que el magistrado Joaquim Bosch Grau resumía en Twitter, a finales del año pasado, uno de los problemas que asedian a las sociedades desarrolladas, también en España: la cantidad de personas que mueren solas, en muchos casos, abandonadas por sus familiares y olvidadas por el resto de la sociedad.

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