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Dejé de comer huevos durante dos semanas y me siento genial
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Dejé de comer huevos durante dos semanas y me siento genial

La periodista Terri Botz sufría de fuertes cefaleas, acidez de estómago y dolor en las articulaciones. Probó esta dieta y su vida cambió

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La polémica surgida en torno a si los huevos son sanos está servida. En cierto sentido, ¿a qué perspicaz persona del pasado se le ocurrió abrirlos y cocinarlos en calor para posteriormente comérselos? Se estima que la domesticación de los pollos ocurrió hace 9.500 años en el sudeste asiático con el objetivo de tener acceso constante a estos productos. Y es que su alto contenido en proteínas de alta calidad, grasas insaturadas y vitaminas A, D y B12 lo convierten en un alimento lleno de nutrientes que suele ser recomendado por nutricionistas, aunque también es una importante fuente de colesterol.

Además, son muy fáciles de cocinar. Si los quieres fritos, tan solo necesitas un buen chorro de aceite y un poco de sal, y en cuestión de dos minutos los tendrás en el plato. Si los prefieres cocidos para una buena ensalada, tendrás que esperar un poco más, pero no demasiado. La periodista Terri Botz siempre ha sufrido malestar en sus articulaciones y aparato locomotor. Confiesa que siempre ha seguido una dieta sana y equilibrada y que no creía en absoluto que esto interfiriera en sus dolores. Pero, sin embargo, estaba equivocada.

El primer día sentí una aguda cefalea, acidez estomacal y dolor en las rodillas

"Nunca he bebido refrescos, cocino todo lo que pasa por mi boca y evito los alimentos procesados", confiesa en un artículo en 'Prevention'. "Estaba desesperada. En los últimos cinco años he venido sufriendo un dolor agudo en las rodillas y la cadera, tan severo que me despierta por la noche. Con tal solo 47 años, veía las estrellas cada vez que ponía un pie fuera de la cama, y acostarme era para mí algo horrible". Botz sugiere que su padecimiento la llevó a probar el plan de salud 'The Whole Body Cure', un método enfocado en curar las inflamación de sus articulaciones a partir de identificar si tiene especial sensibilidad a algún tipo de alimento.

Esta dieta consiste en eliminar todas las comidas por batidos de proteínas, verduras y frutas durante dos semanas, y luego volver a agregar alimentos de forma progresiva para ver si hay algún tipo de reacción alérgica. "A medida que fueron avanzando las dos primeras semanas de dieta, me di cuenta de que ya no me dolían las rodillas", señala Botz. "Me sorprendió que cuando tomé un alimento después de este período de eliminación, experimenté síntomas que no había tenido en semanas".

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La periodista asegura que su ingesta de huevos del pasado consistía en tres unidades al día. Como el resto, fue eliminándolos poco a poco para ver si era el causante de las inflamaciones. "Cuando comencé a comerlos de nuevo, no podía creer el efecto. El primer día que agregué los huevos experimenté una aguda cefalea, tuve acidez estomacal y el dolor en mis articulaciones regresó", sopesa. "Los síntomas duraron hasta el día siguiente y visto lo visto, dejé de tomarlos. Solo en medio día, todo mi malestar desapareció". Botz estaba convencida de que esta intolerancia a los alimentos solo causaba problemas gastrointestinales o de alergia (como la urticaria), pero no inflamación de articulaciones.

"Más tarde descubrí que estos síntomas eran los clásicos de una intolerancia alimentaria: cefaleas, ardor de estómago y dolor en las rodillas y cadera. Desde entonces, he seguido con mi médico y me enteré que tengo una intolerancia a la albúmina, una sustancia localizada en las claras de huevo", descubrió. "Si como, es en mínimas cantidades. También he reducido drásticamente los bocadillos y siempre pienso en lo que como antes de comer". Todo ello le ha llevado a perder 8 kilos en unas pocas semanas. "En general, tengo mucha más energía desde que comencé el plan 'The Whole Body Cure'. Por lo demás, disfruto andando en bicicleta, caminando o haciendo yoga. Mi objetivo es perder algunos kilos más y apuntarme a una maratón con mi hija. Nunca me he sentido tan bien en 15 años", concluye.

La polémica surgida en torno a si los huevos son sanos está servida. En cierto sentido, ¿a qué perspicaz persona del pasado se le ocurrió abrirlos y cocinarlos en calor para posteriormente comérselos? Se estima que la domesticación de los pollos ocurrió hace 9.500 años en el sudeste asiático con el objetivo de tener acceso constante a estos productos. Y es que su alto contenido en proteínas de alta calidad, grasas insaturadas y vitaminas A, D y B12 lo convierten en un alimento lleno de nutrientes que suele ser recomendado por nutricionistas, aunque también es una importante fuente de colesterol.

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