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Los errores que cometen todos los inmigrantes españoles en Alemania
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Los errores que cometen todos los inmigrantes españoles en Alemania

Un 'veterano' residente español en Berlín recopila los fallos y dudas más frecuentes de los recién llegados sobre el trabajo o las costumbres en el país germano

Foto: Foto: iStock.
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Casi todos los tópicos que tienen que ver con el choque cultural entre alemanes y españoles resultan ciertos. Una realidad a la que hacen frente los expatriados de uno y otro país. Pero con una diferencia, mientras que los germanos que viven en la península lo hacen mayoritariamente rodeados de compatriotas en zonas aisladas del resto del mundanal ruido y reproducen su vida cotidiana como si no se hubieran mudado, los españoles que emigran se diseminan por toda la geografía alemana. Eso sí, tampoco se integran demasiado. Pero en su caso es más bien porque no les dejan. Aunque también han hecho sus pinitos en reunirse en guetos, como el barrio berlinés de Kreuzkölln o algunas poblaciones del sur del país.

Ignacio Madera, zaragozano de 33 años, ha decidido grabar unos vídeos y colgarlos en las redes para explicar a la creciente inmigración española lo que se va a encontrar, los hábitos más chocantes y los errores más frecuentes que “seguro que va a cometer”. El año pasado fueron 8.503 los españoles que se inscribieron en el consulado. En total, ya son 139.55, el segundo destino favorito para emigrar tras Francia (232.693).

Si quieres tener un trabajo importante y en el que los alemanes te valoren tendrás que aprender su idioma a la perfección

“Al principio lo pasas mal”, concede Madera, que reconoce que el problema que él tuvo y que más frecuentemente ve en otros compatriotas es que “planificas mal, no aprendes bien alemán, crees que el inglés es suficiente, y la cagas”. Ese es el primer y “garrafal” error más recurrente. “Los alemanes hablan alemán y si quieres trabajar en algo de verdad que merezca la pena o relacionado con estudios superiores vas a tener que aprenderlo sí o sí y bastante bien, además”. Si no se habla el idioma lo normal es acabar con un trabajo por horas pésimamente pagado en hostelería o atención al cliente en español, que fue el caso de Madera: “Mal, atender a clientes enfadados y ganar poco”.

Otra elección que resulta poco inteligente es decidir que Berlín “mola mucho” y elegirla como destino. “Es una ciudad fantástica, pero no hay demasiado trabajo”, afirma el zaragozano, una opinión refrendada en los muchos foros que se dedican al asunto: “ya se están yendo hasta los propios alemanes porque es difícil encontrar curro”, aseguran. En Berlín, desde 2010, muchos españoles fueron colonizando el barrio de Kreuzkolln, donde se abrieron muchos bares en los que era fácil solo oír hablar en español. “Pero eso está cambiando porque se ha gentrificado y han subido una barbaridad los alquileres, ahora los españoles se van a donde pueden, a las afueras, dispersos”.

Nada espontáneos

Es mucho más frecuente acabar en alguna población del sur, especialmente si se viene con un trabajo ya encontrado desde España. Pero allí los problemas se multiplican. Se notan mucho más las diferencias de horarios y el hecho de que los alemanes no son fáciles para socializar. “Es muy difícil hacer amigos. Son muy distintos”, explica Madera. Los alemanes no invitan a nada y no se dejan invitar. Los alemanes no improvisan una cita. Los alemanes preparan con mucha antelación “hasta un cumpleaños infantil y te dicen lo que tienes que regalar”.

Los alemanes, en definitiva, “no son nada espontáneos, aunque no es bueno generalizar”, resume. “Valoran el espacio de cada uno e ir a casa de alguien sin avisar o quedar el mismo día, pues como que no”. Tampoco hablar de cosas personales o contar historias familiares en el trabajo: “Te mirarían como si fueras marciano”. Nada pues de confianzas excesivas. Ni de dormirse en las colas de los supermercados: "Las cajeras van a toda velocidad y si no te espabilas te miran mal o se te cuelan directamente".

Los españoles que llevan más tiempo ven a los nuevos como "una amenaza" y en vez de aconsejarlos, pasan de ellos

De todos modos si has conseguido que te inviten a su casa verás que te tienes que quitar los zapatos antes de entrar sí o sí. “Les encanta ir descalzos, incluso a veces por la calle”, dicen en los foros de ‘Spaniards’. También, al igual que en tu propia casa de alquiler verás que no tienen persianas y que las ventanas son enormes. “Hay poco sol y les gusta aprovecharlo”, es la explicación. De ahí que la jardinería y la barbacoa sean dos de las actividades estrella del lugar. En la parrilla, a diferencia de en Suiza, no te pedirán que te traigas tu propia carne, ya te la facilita el anfitrión. Es posible que en esa misma casa veas muebles cogidos directamente del ‘Spermull’, una especie de puntos limpios donde la gente deja los muebles de los que se cansa. Y, por supuesto, que llegues allí en bicicleta o andando para lo cual respetarás siempre los semáforos “aunque sean las 12 de la noche y sea una recta de dos kilómetros por la que nunca pasa un coche”.

Ignacio dice que ha elaborado sus vídeos, que seguirá actualizando, “por una gran demanda”. El zaragozano, que es trabajador social en el Ayuntamiento, afirma que los españoles que llevan más tiempo “ven a los nuevos como una amenaza y en vez de aconsejarlos pasan de ellos y piensan ‘que se apañen ellos solos como hice yo’. Por cierto, lo primero que aprende un español en Alemania es a "anmeldarse": una especie de empadronamiento necesario para casi todo tipo de papeleo.

Casi todos los tópicos que tienen que ver con el choque cultural entre alemanes y españoles resultan ciertos. Una realidad a la que hacen frente los expatriados de uno y otro país. Pero con una diferencia, mientras que los germanos que viven en la península lo hacen mayoritariamente rodeados de compatriotas en zonas aisladas del resto del mundanal ruido y reproducen su vida cotidiana como si no se hubieran mudado, los españoles que emigran se diseminan por toda la geografía alemana. Eso sí, tampoco se integran demasiado. Pero en su caso es más bien porque no les dejan. Aunque también han hecho sus pinitos en reunirse en guetos, como el barrio berlinés de Kreuzkölln o algunas poblaciones del sur del país.

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