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Los alemanes viven igual de mal que tú, español: "Hay una gran fractura"
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Los alemanes viven igual de mal que tú, español: "Hay una gran fractura"

Mientras los profesionales de alto rango mantienen sus sueldos, muchos sectores se han precarizado y como en el sur de Europa hay muchas personas que son pobres aunque trabajan

Foto: Una bandera alemana ondeando en el Reichstag. (iStock)
Una bandera alemana ondeando en el Reichstag. (iStock)

Heidi tiene 29 años y ha vuelto a estudiar. Es su manera de salir del círculo vicioso de los trabajos mal pagados, de las frustraciones. Una canción muy recurrente entre los jóvenes españoles que tampoco les es tan ajena a los alemanes. Cobraba menos de ocho euros a la hora en una editorial. Se cansó. No tenía ninguna expectativa de mejorar. Un relato que no se suele asociar con Alemania y que, sin embargo, a golpe de testimonio y de estadística, no deja de crecer desde 2003. Son los célebres “trabajadores pobres”. Ahora Heidi cobra más o menos lo mismo poniendo copas en un bar mientras prosigue su formación académica con un máster (¿les suena de algo?).

“En Alemania vive mal mucha gente, eso es cierto, pero son los que tienen poca formación o estudios mal orientados al mundo laboral”, matiza un periodista alemán afincado en Berlín, que reconoce que los profesionales “siguen teniendo muy buenos sueldos y viven bastante bien, aunque se pagan muchos más impuestos que en otros sitios”. Lo que ocurre es que los que engrosan la lista de “poca formación o estudios mal orientados” son unos 17 millones de personas, cerca del 25% de la población. El país es uno de los líderes europeos en trabajadores mal pagados. Eso sí, casi todos en sectores muy determinados: sobre todo, servicios y hostelería (¿les vuelve a sonar de algo?).

Hay más de 7 millones de personas que cobran 8 euros a la hora y no encuentran una habitación de menos de 400 al mes

Meike Rademaker se ríe al otro lado del hilo telefónico por el que charla con El Confidencial. Le ha hecho gracia la idea de que en España hay quien piensa que todos los alemanes tienen un alto nivel de renta. Se ríe antes de replicar con las cifras que muestran un panorama bastante desolador: “Hay más de siete millones de personas que cobran cerca de ocho euros a la hora y no pueden encontrar una habitación por menos de 400 al mes: eso es una situación insostenible”.

Esta veterana activista por los derechos laborales, portavoz de la Confederación de Sindicatos Alemanes (DGB, por sus siglas en alemán), replica a quien piense en el “paraíso germánico” que esta situación afecta a todas las edades (de hecho, se ha abierto un debate sobre el tipo de pensión con la que tendrán que vivir dentro de no mucho estas personas) y tiene más que ver con una “fractura entre unos tipos de trabajo y otros, que con una cuestión de experiencia en el mundo laboral”.

280 euros

La diferencia salarial entre España y Alemania, de media y una vez ponderados los impuestos y el coste de la vida, está en torno a los 280 euros, según un trabajo de la Confederación Europea de Sindicatos. Y, curiosamente, el hueco que se ha ampliado en los últimos años ha sido entre los trabajadores más cualificados (arquitectos o ingenieros, por ejemplo). En los estratos con menos formación se va reduciendo la diferencia hasta llegar al de las empleadas de hogar, en el que los países del sur de Europa remuneran mejor a los trabajadores que los del norte (unos 64 euros más).

Este mismo organismo, reforzado por los datos de Eurostat, cifra en cerca del 25% el número de alemanes “con salarios bajos”. En España ronda el 15%. No son datos subjetivos. La definición de "salario bajo" es la de aquellos que perciben dos tercios o menos de la mediana nacional. También es cierto que las cifras de desempleo en uno y otro lugar son muy diferentes (algo más del 5% en el país gobernado por Angela Merkel y un 23% en España). Otro factor a tener en cuenta es que las oficinas de empleo germanas son mucho más efectivas (y restrictivas) que las españolas. No se puede salir de la ciudad mientras se está en paro. Y hay que aceptar lo que te ofrezcan, aunque sea un puesto de vendedor de ropa interior con formación de profesor de idiomas. Así son las cosas.

Los empresarios que no se ven obligados a pactar tienden a abusar de la gente y eso es lo que pasa en algunos sectores

“En Alemania si no te organizas bien, no prosperas. La gente que está en supermercados o peluquerías o cosas así cambia mucho de puesto laboral y por eso no se puede organizar bien: si no lo haces, aquí no puedes subir”. Por organizarse, Rademaker se refiere a integrarse en una negociación colectiva. “Los empresarios que no se ven obligados a pactar tienden a abusar de la gente y eso es lo que pasa en esos sectores”, puntualiza la sindicalista, que concede que estos datos de precariedad han contribuido, entre otros muchos factores, al éxito en las elecciones del domingo de la ultraderechista Alternativa por Alemania (92 escaños).

“Claro que hay gente sin recursos que protesta contra los partidos normales así, ha pasado en todo el mundo”, razona Rademaker, que apunta a “la inseguridad en el empleo por la digitalización, la globalización y la crisis de los refugiados”, como razones por las que una parte del electorado ha optado por la formación populista, aunque señala que muchos de sus electores "son gente con buenos sueldos".

Deplorables abusos

Una situación que llevó hace pocas fechas al veterano periodista Günter Wallraff a regresar a una de sus temáticas favoritas: las realidades ocultas del mundo del trabajo. Su equipo, un grupo de investigadores, se infiltró en distintas empresas y se topó “con condiciones deplorables de abuso”. Por ejemplo, jornadas de más de 15 horas por salarios inferiores a mil euros: y eso seguro que también les suena.

Heidi tiene 29 años y ha vuelto a estudiar. Es su manera de salir del círculo vicioso de los trabajos mal pagados, de las frustraciones. Una canción muy recurrente entre los jóvenes españoles que tampoco les es tan ajena a los alemanes. Cobraba menos de ocho euros a la hora en una editorial. Se cansó. No tenía ninguna expectativa de mejorar. Un relato que no se suele asociar con Alemania y que, sin embargo, a golpe de testimonio y de estadística, no deja de crecer desde 2003. Son los célebres “trabajadores pobres”. Ahora Heidi cobra más o menos lo mismo poniendo copas en un bar mientras prosigue su formación académica con un máster (¿les suena de algo?).

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