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Los abogados pobres: "¡Esto es una puta ruina!"
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Los abogados pobres: "¡Esto es una puta ruina!"

En España hay 150.000 abogados. Muchos de ellos sobreviven a duras penas y mantienen sus despachos de manera muy precaria

Foto: Un abogado, firmando documentos. (iStock)
Un abogado, firmando documentos. (iStock)

Dionisio M. no pudo seguir pagando las cuotas de su colegio profesional. No uno ni dos sino "varios meses", hasta que lo expulsaron por impago. Entonces, ya no podía ejercer. "¡Una puta ruina!", exclama este letrado barcelonés que perdió todo durante los años más duros de la crisis, en 2012. Después se ha recuperado "más o menos, porque defendiendo pobres, que es mi especialidad, no te haces rico", pero recuerda estos años como una pesadilla en la que además se le acumularon los problemas "personales con los económicos".

“Si lo que esperas de tu abogado es que baje de un Jaguar con su traje, te estás equivocando”, advierte Tomás Espuny, letrado barcelonés de 36 años. “Aquí gente que se haga rica hay muy poca. Casi ninguna. Todo lo demás es fachada, apariencia”. Él lleva más de 13 años con su despacho en Sant Boi “trabajando de siete de la mañana a 10 de la noche” y sobrevive, “aunque no es fácil”. Espuny admite que conoce a muchos que no han sido capaces de aguantar la crisis: “No llegan a fin de mes”.

No es un caso aislado. El 85% de los 150.000 abogados en ejercicio que hay en España asegura que conoce a algún colega que está pasando graves apuros económicos, y el 78% afirma que “ahora es más difícil vivir de la profesión que hace 10 años”. El expresidente del Consejo General de la Abogacía Carlos Carnicer lo resumía de esta manera: “Nunca estuvo tan extendida la impresión de precariedad”.

El 85% de los 150.000 abogados que hay en España asegura que conoce a algún colega que está pasando graves apuros económicos

Pedro tiene 55 años y se ha montado el despacho en su casa. Entiende de costes y la cosa no da para más. Fue directivo de empresas grandes, algunas de hasta 1.000 empleados, pero al cumplir los 50 años, en 2012, pensó que era cuestión de tiempo que lo pusieran en la calle. Y prefirió adelantarse: “Mejor me movía yo antes de que me movieran y di un salto al vacío”. Ahora sobrevive sin lujos y “teniendo que llamar a un timbre cada minuto”. “Las cosas han cambiado mucho, no me quejo, me adapto”, dice con resignación este letrado que confiesa que no se compra un disco, su mayor afición, “desde hace muchos años”. Pedro pide quedarse en "simplemente Pedro" porque entiende que este retrato no le iba a beneficiar en su búsqueda diaria de clientela.

Los mismos asuntos que antes de la crisis y de la irrupción de los grandes despachos de minutas económicas suponían unos ingresos de 1.500 euros, como una demanda de divorcio, ahora se quedan en una factura de 300. “Es lo que hay”, resume Pedro, que cada vez que tiene una reunión importante les pide a unos familiares un despacho en su negocio para recibir a los clientes.

Dos euros la hora

Tomás decidió quitarse el traje y mostrarse tal cual es, “un tipo normal”. Se queja de los turnos de oficio, a los que califica de horror: “Te pagan el día de la guardia, pero en realidad haces tres. Además, te pagas los desplazamientos y todo eso”.

Una bandera que enarbola Vanessa González, presidenta en Cataluña de la Asociación de Letrados por un Turno de Oficio Digno: “¡Van a matarlo, porque si te cuesta dinero en lugar de ganarlo, apaga y vámonos!”. Según los datos estimados por las asociaciones, los letrados cobran unos dos euros la hora en el servicio de justicia gratuita. En España hay apuntados 42.700 en el turno de oficio. González también conoce muchos abogados en situación muy precaria. Además, se lamenta de las malas prácticas en las que, en su opinión, incurre sistemáticamente su colegio profesional.

Me ofrecieron un trabajo como abogada de más de 12 horas por 300 euros al mes y pagándome yo el seguro, pero lo rechacé

No pintan un panorama mucho mejor desde la Asociación de Jóvenes Abogados (sus asociados tienen hasta 40 años). Mara Monreal, su presidenta, lo dice sin muchos rodeos: “Lo vemos muy mal, negro”. No solo por las dificultades de los jóvenes que deciden montar su propio despacho (el 70% de los colegiados opta por esta opción a lo largo de su carrera profesional), sino también por aquellos que quieren prestar sus servicios por cuenta ajena.

“No es una cosa específica de la abogacía, pero resulta llamativo que no se respeten las leyes laborales en el mismo entorno que debería servir para defender a aquellos a quienes se atropellan sus derechos. ¡Hay muchos abusos, en casa del herrero cuchillo de palo!”, se lamenta Monreal, que considera que “a veces, es casi peor que te paguen lo que te ofrecen a que no te paguen nada”, y cuenta su propia experiencia personal: “Yo renuncié a un trabajo de más de 12 horas por 300 euros al mes y pagándome yo el seguro. Preferí comer todos los días pasta a secas que pasar por el aro”.

60 horas semanales

Sobre esa situación precaria, la asociación que preside Monreal presentó a primeros de mayo una encuesta entre sus afiliados de la que se desprenden datos muy poco halagüeños para el sector. Por ejemplo, que el 40% de los encuestados prestan su trabajo bajo una situación de "falsos autónomos" y casi el 10% son falsos autónomos que además no reciben ningún tipo de remuneración. Además, cuatro de cada 10 no superan los 6.000 euros de ingresos anuales. Muchos de ellos completan jornadas semanales de más de 60 horas.

Dionisio M. no pudo seguir pagando las cuotas de su colegio profesional. No uno ni dos sino "varios meses", hasta que lo expulsaron por impago. Entonces, ya no podía ejercer. "¡Una puta ruina!", exclama este letrado barcelonés que perdió todo durante los años más duros de la crisis, en 2012. Después se ha recuperado "más o menos, porque defendiendo pobres, que es mi especialidad, no te haces rico", pero recuerda estos años como una pesadilla en la que además se le acumularon los problemas "personales con los económicos".

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