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Qué pasa si eres español y buscas trabajo en Alemania: el lado oscuro
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Qué pasa si eres español y buscas trabajo en Alemania: el lado oscuro

Son miles los jóvenes que han emigrado al norte de Europa huyendo de la precariedad, pero una nueva investigación pone de manifiesto las barreras a las que tienen que enfrentarse

Foto: No es fácil quedarte después de pasar tres años aprendiendo fuera de tu país. (iStock)
No es fácil quedarte después de pasar tres años aprendiendo fuera de tu país. (iStock)

Durante los años de la crisis, emigrar a otro país de la Unión Europea se convirtió en una de las fórmulas más socorridas para reducir el paro juvenil. En la última década, casi un millón de españoles ha abandonado nuestro país a un ritmo de un 5,6% anual. Muchos de ellos son veinteañeros que han seguido los pasos de los inmigrantes de los años 60 y 70 y se han decantado por Francia, Suiza, Bélgica o Alemania. Miles de ellos han aprovechado programas de la UE como la Alianza Europea para la Formación de Aprendices que dan respuesta al principio comunitario de movilidad de trabajadores. Se calcula que 47.000 jóvenes españoles llegaron a Alemania entre 2008 y 2015.

El acuerdo bilateral entre el país germano y España firmado en 2013 ha sido una de las grandes apuestas para intentar atajar el brutal desempleo juvenil español (con tasas que en aquel año superaban el 55%) adoptando el modelo alemán de educación dual y prácticas laborales en empresas. La cifra era de unos 5.000 españoles al año que, de esa forma, tendrían la oportunidad de formarse en otro país y, quizá, quedarse a trabajar. La realidad es mucho menos ideal, recuerda una nueva investigación publicada en el 'Journal of European Social Policy'.

Los recién llegados tienen muchas menos posibilidades de avanzar en procesos de selección que los descendientes de los inmigrantes

El estudio analiza las actitudes de los empleadores de estos jóvenes españoles para descubrir qué actitudes mantienen respecto a los trabajadores recién llegados, y sus conclusiones desvelan que estos nuevos inmigrantes lo tienen mucho más difícil que los descendientes de otros inmigrantes que ya hayan nacido en Alemania, incluso aunque sus conocimientos lingüísticos sean equivalentes. Una importante barrera de acceso que pone en entredicho la utilidad de estos programas, al menos en lo que concierne a la igualdad de oportunidades en el largo plazo.

Foto: El Oktoberfest es uno de los grandes reclamos turísticos de Alemania, pero la realidad de los emigrantes es muy diferente. (Reuters/Michaela Rehle)

“Los recién llegados tienen muchas menos posibilidades de avanzar en procesos de selección que los descendientes de los inmigrantes”, recuerdan las autoras, Heike Solga y Paula Protsch del Centro de Ciencias Sociales de Berlín. Aunque podría pensarse que la barrera idiomática puede marcar la diferencia en estos casos, ni siquiera los bilingües que habían estudiado dicha lengua en el colegio podían esquivar esta discriminación, lo que hace pensar que las oportunidades de las que disfrutan los inmigrantes dependen de otros factores que desvelan el lado oscuro sobre el mercado laboral comunitario.

¿Formación o estrategia de producción?

¿Por qué muchos empresarios deciden prescindir de los jóvenes españoles una vez han terminado los tres años que suelen durar esta clase de programas? Por una parte, porque como ocurre en otros países, bajo el discurso de la formación técnica, estos inmigrantes sirven ante todo como “sustitutos de trabajadores cualificados”. Son considerados, por lo tanto, un parche transitorio –cobran el sueldo mínimo en su categoría– y raramente se quedan en la empresa cuando terminan sus contratos. En ese momento son reemplazados por nuevos aprendices, lo que sugiere que estos inmigrantes en realidad funcionan como mano de obra barata y sin posibilidad de ascenso.

Algunas firmas consideran que su entrenamiento de aprendizajes es una estrategia de inversión, y prefieren a los descendientes de los inmigrantes

Hay otra razón aducida por los empresarios alemanes para desconfiar de los empleados no cualificados recién llegados, y es que estos consideran que al gastar dinero en ellos no están invirtiendo en su futura fuerza laboral, sino en trabajadores que harán las maletas en cuanto puedan. Será España, por lo tanto quien recoja los frutos de su formación. “Las firmas con una alta tasa de contratación consideran que su entrenamiento de aprendizajes es una estrategia de inversión, y por lo tanto, prefieren a los descendientes de los inmigrantes”, recuerdan las autoras.

Tanto en uno como en otro caso, los nuevos visitantes salen perdiendo en comparación con los ya residentes. Incluso a pesar de su formación o su conocimiento del idioma, o son vistos como prescindibles o se considera que no devolverán a la compañía lo que esta ha depositado en ellas. Esto es aún más patente en el caso de las mujeres, que son las que más sufren las reservas de las empresas alemanas a contratarlas, ya que consideran que preferirán volver a su país natal para desarrollar ahí sus carreras.

placeholder Muchas enfermeras españolas han encontrado trabajo en Alemania. (Reuters/Thomas Peter)
Muchas enfermeras españolas han encontrado trabajo en Alemania. (Reuters/Thomas Peter)

En todos los casos, las compañías prefieren a los descendientes de inmigrantes que nacieron en Alemania. En parte, porque también se decantan por los títulos que se han obtenido en el país germano antes que en el extranjero aunque sean homologables, ya que estos generan dudas entre los seleccionadores sobre las verdaderas competencias y conocimientos de los trabajadores. Las autoras recuerdan que esto pone en entredicho la supuesta movilidad dentro de los estados de la unión, ya que incluso en condiciones semejantes de formación y habilidades, se prefiere a los nacidos en el mismo país que la empresa.

Otra formación, otra realidad

Las autoras, no obstante, recuerdan que a pesar de estas reservas, sigue siendo preferible para los europeos de los países del sur y del este probar suerte en Alemania antes que quedarse en sus países, soportando “malas condiciones económicas”. A pesar de las desventajas, estos inmigrantes siguen teniendo unas posibilidades “realistas” de quedarse a través de la adquisición de una nueva formación o de diversos procesos de selección. Conviene recordar, no obstante, que los jóvenes apuntados a estos programas de formación suelen ser no cualificados.

Eres europea, pero no alemana… Como eres extranjera, optas a trabajos pequeñitos. Ganas muy poco y hay mucha explotación

La situación probablemente sea muy diferente para aquellos con más formación o para los expatriados de las empresas afincadas en España. El libro ' ¿Por qué te vas? Jóvenes españoles en Alemania' (Catarata) editado por Rocío Moldes Farelo y Fátima Gómez Sota recogía unos cuantos testimonios de españoles en el país germánico, entre los que se encontraban los de ingenieros, arquitectos o médicos en Hamburgo o en el sur de Alemania que habían abandonado nuestro país para probar suerte, con resultados dispares. Como señalaba una de los entrevistadas, “eres europea aquí, pero no eres alemana… Como eres extranjera y no hablas bien el idioma, al principio optas a 'minijobs'. Trabajos pequeñitos, de pocas horas, ganas muy poco y también hay mucha explotación”.

Como señalaba el informe 'La tercera fase del sistema migratorio europeo, jóvenes españoles en Alemania: dinámicas de acceso al mercado laboral y construcción de redes migratorias', elaborado a partir de los datos de INE por las mismas autoras, tan solo un 10% de los españoles emigrados a Alemania tienen alta cualificación y sueldos acordes a ello. Se trata, por lo general, de jóvenes con aspiraciones de movilidad y que utilizan los programas de formación y empleo como una salida para huir de la precariedad. Una puerta que, como hemos visto, no siempre está abierta para ellos.

Durante los años de la crisis, emigrar a otro país de la Unión Europea se convirtió en una de las fórmulas más socorridas para reducir el paro juvenil. En la última década, casi un millón de españoles ha abandonado nuestro país a un ritmo de un 5,6% anual. Muchos de ellos son veinteañeros que han seguido los pasos de los inmigrantes de los años 60 y 70 y se han decantado por Francia, Suiza, Bélgica o Alemania. Miles de ellos han aprovechado programas de la UE como la Alianza Europea para la Formación de Aprendices que dan respuesta al principio comunitario de movilidad de trabajadores. Se calcula que 47.000 jóvenes españoles llegaron a Alemania entre 2008 y 2015.

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