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El extraño caso de las mujeres que estuvieron 5 meses perdidas en el mar: algo no encaja
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“NUNCA HABÍA OCURRIDO ALGO ASÍ”

El extraño caso de las mujeres que estuvieron 5 meses perdidas en el mar: algo no encaja

La pasada semana se encontró por fin a Jennifer Appel y Tasha Fuiava, tras casi 150 días a la deriva. Sin embargo, hay determinados detalles de la historia que suenan raros

Foto: Appel, recién rescatada, en una fotografía proporcionada por la Marina estadounidense.
Appel, recién rescatada, en una fotografía proporcionada por la Marina estadounidense.

El pasado jueves 26 de octubre, la Marina estadounidense confirmó que había identificado en mitad del océano Pacífico a dos ciudadanas estadounidenses que se encontraban a la deriva desde finales de mayo. Se trataba de Jennifer Appel y Tasha Fuiava, dos nativas de Honolulu, que viajaban con la única compañía de sus perros. Desde el 30 de mayo, cuando su motor dejó de funcionar, habían intentado alcanzar sin éxito la costa. Tuvieron que pasar casi cinco meses para que el velero de un pescador taiwanés encontrase su bote a unos 1.500 kilómetros de la costa sureste japonesa. La pesadilla había terminado.

Las viajeras habían partido de Hawái destino Tahití, en la Polinesia Francesa; un viaje largo pero relativamente directo, en cuanto que basta con ir del Pacífico Norte al Pacífico Sur dirección sur. Las cosas, no obstante, se empezaron a complicar tras perder el motor e intentar llegar a su destino sirviéndose únicamente de la vela. Después de dos meses, parecía claro que su objetivo estaba cada vez más lejos, por lo que comenzaron a realizar llamadas de socorro esperando que alguien pudiese oír su voz en mitad del océano. No fue así, y los barcos no estaban lo suficientemente cerca para recibir sus llamadas.

Appel perdió su móvil el primer día, después de que se le cayese por la borda. Pero otras formas de comunicación también se habían roto


“Estoy agradecida por el servicio que prestan a nuestro país”, explicó públicamente Appel después de ser rescatada, refiriéndose a la Armada. “Nos han salvado la vida. El orgullo y las sonrisas que teníamos en nuestras caras cuando los hemos visto han sido de puro alivio”. Una de las personas que había dado casi por perdidas a Appel y Fuiaya fue la madre de la primera. Esta explicó a la agencia 'Associated Press' que su hija había perdido el móvil el primer día de viaje, después de que se le cayese por la borda, por lo que llevaba sin hablar con ella desde el 3 de mayo.

Foto: Alvarenga, retratado junto a su familia en su retorno a El Salvador. (Reuters/Jessica Orellana)

El accidente se produjo durante una tormenta especialmente fuerte. “Varias cosas, como el mástil, se rompieron, y no podían poner el motor en marcha”, explicó a los medios Appel madre. “Así que tuvieron distintos problemas que hicieron que terminase vagando por el océano”. Nunca había perdido la esperanza por completo, ya que su hija siempre había sido muy ingeniosa, así que soñaba con que hubiese sido capaz de haber encontrado una manera de salir adelante. “Cuando se rompe algo, intenta repararlo, no se sienta y espera a que venga alguien, así que supe que habría hecho lo mismo con el bote”.

Una hábil supervivencia

¿Cómo pudieron sobrevivir las dos mujeres en alta mar durante tanto tiempo? Básicamente, por su buena preparación, que como ellas han reconocido fue un consejo de los veteranos marineros de Hawái, que les adviertieron que “si sales un mes, prepárate para seis”. La propia Appel explicó a los marines que tenían alimentos suficientes para todo un año, en caso de que ocurriese algo grave, un cargamento compuesto ante todo por arroz, pasta y avena. A esto habían añadido sistemas de purificación del agua, lo que les había permitido mantenerse a base de agua marina desalinizada.

Fuiava intentaba llamar la atención de otros barcos durante la noche, pero fue imposible: “Cuando se daban la vuelta, era descorazonador”


Como explicó Appel al programa de la 'NBC' 'Today', habían llegado a temer por sus vidas tras ser rodeadas por tiburones. “Nos podían oler”, desveló. “Le dije a los perros que no ladrasen, porque podían oírnos respirando… Fue horrible”. Fuiava, que ha reconocido que nunca había navegado antes, pasaba las noches despierta, oteando luces en el horizonte, pero incapaz de obtener su atención. “Cuando se daban la vuelta y seguían adelante era descorazonador”, ha reconocido. La situación había llegado al límite en los últimos días antes de ser rescatadas: “De verdad pensaba que íbamos a morir en las próximas 24 horas”, confesó Appel ante las cámaras de la televisión americana.

Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, su madre cada vez tenía menos esperanza en que algún día volviese, después de que los esfuerzos de la Guardia Costera de Honolulu resultasen estériles. “Esperé y esperé y esperé para volver a oír su voz”, ha rememorado Appel. Esto no ocurriría hasta meses después, un tiempo realmente reseñable. Durante mucho tiempo, uno de los náufragos más célebres de la historia ha sido el marinero Poon Lim, que pasó cuatro meses a la deriva entre finales de 1942 y comienzos del año siguiente. La diferencia se encontraba en que, en su caso, había utilizado una balsa improvisada y sin víveres. Su historia es estudiada actualmente en todo los manuales de supervivencia.

¿Cuánto tiempo se puede sobrevivir en alta mar en dichas condiciones? A propósito de la desaparición de cuatro marineros británicos, la 'BBC' recordaba que los grandes episodios de supervivencia, como el de Appel y Fuiava, suelen producirse cerca del trópico, donde la temperatura del agua es mayor y, por lo tanto, la posibilidad de muerte por congelamiento, menor. De haberse producido en aguas mucho más frías, es posible que las marineras perdidas apenas hubiesen dispuesto de unos días. Por supuesto, las características del bote y el abastecimiento marcan la diferencia entre la vida y la muerte.

Giro de los acontecimientos

La historia de Appel y Fuiava parecía haberse quedado en un susto y una buena historia para contar a los nietos cuando, en los últimos días, han empezado a aparecer suspicacias por parte de los expertos respecto a su versión de los hechos. En concreto en lo que se refiere a la radiobaliza EPIRB ('Emergency Position Indicating Radio Beacon') que ha sido encontrada en el barco y que, después de los primeros análisis, se ha descubierto que nunca fue utilizada. Un detalle extraño que ha sido puesto de manifiesto por el teniente de la Guardia Costera estadounidense Scott Carr.

“No conozco ningún caso en el que todo haya dejado de funcionar a la vez”, ha señalado uno de los expertos en rescates marinos


Como recuerdan los expertos, de haber sido utilizada, esta alarma habría permitido localizar rápidamente a las dos mujeres. Su funcionamiento consiste en reflejar una señal emitida por un satélite a la estación costera más cercana en la frecuencia 406 Mhz, un sistema que goza de cobertura mundial y una precisión de algo más de tres kilómetros. Appel sabía que disponía de esta posibilidad, pero que nunca la activó porque “nunca se sintieron totalmente perdidas, como si pensasen que iban a morir en un plazo de 24 horas”. De haberse activado, la señal habría sido recibida rápidamente, y apenas suelen fallar.

La mayoría de embarcaciones modernas, y la de Appel y Fuiaba no es una excepción, suelen disponer de distintos sistemas de comunicación en caso de que alguno falle. Sin embargo, las mujeres han asegurado que las seis alternativas de las que disponían habían dejado de funcionar. “Algo no cuadra”, explica en 'The New York Post' Phillip R. Johnson, un oficial retirado de la Guardia Costera. “No conozco ningún caso en el que todo haya dejado de funcionar a la vez”. Un último elemento para el enigma: en junio, cuando las mujeres ya estaban perdidas, la Guardia había contactado con su barco, y estas habían respondido que no pasaba nada y que esperaban llegar a tierra durante la siguiente mañana.

El pasado jueves 26 de octubre, la Marina estadounidense confirmó que había identificado en mitad del océano Pacífico a dos ciudadanas estadounidenses que se encontraban a la deriva desde finales de mayo. Se trataba de Jennifer Appel y Tasha Fuiava, dos nativas de Honolulu, que viajaban con la única compañía de sus perros. Desde el 30 de mayo, cuando su motor dejó de funcionar, habían intentado alcanzar sin éxito la costa. Tuvieron que pasar casi cinco meses para que el velero de un pescador taiwanés encontrase su bote a unos 1.500 kilómetros de la costa sureste japonesa. La pesadilla había terminado.

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