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Sánchez Dragó y sus recetas para la eterna juventud: "La OMS es muy dañina"
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Sánchez Dragó y sus recetas para la eterna juventud: "La OMS es muy dañina"

El autor acaba de publicar en Planeta 'Shangri-La, el elixir de la eterna juventud', una fórmula personal e intransferible. Los escépticos se quejan, pero él dice que le funciona

Foto: En movimiento, parece tener 30 años menos.
En movimiento, parece tener 30 años menos.

Cada vez que Fernando Sánchez Dragó opina, sube el pan. O al menos los remedios naturales que aconseja desde sus tribunas en los medios de comunicación, aunque asegura que él no recibe dinero en concepto de publicidad: "Yo no vendo nada. No vendo ni libros, yo escribo libros".

Lo que queríamos era que nos regalara alguna muestra de la caja de pastillas con su imagen que se va a comercializar (en el libro detalla cantidades y sustancias: vitaminas, minerales, omega-3, fibra, hormonas, probióticos, antioxidantes...) y que nos muestra amablemente, pero no hay modo, no lo vende la editorial sino otra empresa y él, como el gobierno de 'Expediente X', niega todo conocimiento.

Tampoco va a haber suerte con el famoso sumo reishi, el hongo oriental al que atribuye gran parte de su lozanía (tiene ochenta años). El único que recomienda es japonés y en España solo lo vende su mujer, pero nos emplaza a ella para negociar los precios: "Ignoro por completo cuánto cuesta, no me interesan los números".

Me denunció Sanidad y dije 'Muy bien, vengan ustedes'. La baronesa Thyssen me llamó para testificar. Y se acojonaron, no pasó nada

Su verborrea es imposible de torear, pero también muy agradecida para un periodista. Si leer su libro puede hacernos sentir a todos viejos, por dentro y por fuera, por comparación, pasar un ratito hablando con él lo compensa, sobre todo si a una le va la marcha.

P. En el libro dice que el mejor afrodisíaco en su caso son las medias de mujer, y que a veces se las pone. ¿Lleva medias ahora?

R. Hoy no, pero si llego a saber que te interesaba el asunto me las hubiera puesto. Nunca las llevo si no es para ir con una chica.

P. ¿Envejecemos porque queremos?

R. En gran parte sí. Y también por lo que somos. La juventud es cuestión de vocación.

P. Usted siempre dice que no es vanidoso. ¿Cómo es la gente vanidosa?

R. Por ejemplo, los que se preocupan por el número de ejemplares que venden sus libros, a los que les gusta ser académicos, recibir premios... A mí los únicos premios que me gustan son los que tienen parte en metálico. Los vanidosos son los que no tienen sentido del humor, porque significa tomarte en serio a ti mismo. Yo no me tomo en serio nada, y desde luego lo que menos me tomo en serio es a mí. A mí me gustan los premios en metálico porque soy escritor y sin dinero no tendría tiempo para escribir. No me gustaría el premio Nobel, ¿tú me has visto alguna vez con corbata? ¿Me has visto que vaya a palacio, a cenas de gala?

P. Alguno diría que esas cosas las hacen los inseguros, que quien se ama a sí mismo y se ve perfecto no necesita honores...

R. Bueno, sí, pero si no estás seguro de ti mismo no te pongas a escribir. Para ser artista tienes que estar seguro de lo que haces, estás jugando a ser dios. El único privilegio que tiene un escritor es ese, que se puede encerrar en un casoplón o en una buhardilla y durante un tiempo infinito puede escribir sobre lo que le dé la gana. Yo siempre atribuyo mi condición de escritor al hecho de que mi padre muere antes de que yo nazca: yo no tengo que matar al padre. En ese sentido es un favor que me hizo, y yo duermo hasta los ocho años, principito de la casa -y además me parezco mucho físicamente a mi padre- con mi madre, que era una chica joven, guapa, rubia... De ahí viene seguramente mi fetichismo con las medias, ella debió ser la primera a la que vi ponérselas. Lo conté en 'Esos días azules': cuando mi madre murió y se volcaron los cajones, allí, con mis hermanos tristes y doloridos, aparecieron cartas envueltas en un papel de anuncio de unas medias que había en aquella época, las medias Vilma. ¿Te querrás creer que tuve un conato de erección al verlas? De esas medias tengo un recuerdo como de 'El graduado', aquella mujer casada...

En fin, lo que te decía, para mí, haber sido el principito de la casa... A los ocho años todo está decidido en la vida. El haber dormido en la misma cama, probablemente, en la que fui engendrado, porque era la cama de mis padres, con mi madre... Era el síndrome de Yocasta, dormir con tu madre sin ninguna conciencia de culpa, y por supuesto sin que pasara nunca nada. Pero yo estoy convencido de que eso me dio una seguridad, una fortaleza que me ha permitido ser escritor.

P. El colecho lo recomiendan mucho ahora, dormir con los niños hasta mayores.

R. Tampoco hace falta que todo el mundo sea escritor, ¿no? Yo tampoco pontificaría. No lo sé, en mi caso fue así. Es como el elixir, a mí me funciona. Yo no digo que funcione para todo el mundo, al fin y al cabo así es un elixir, tiene que estar adaptado también a la persona.

P. Dice que la OMS (la Organización Mundial de la Salud) debería ser disuelta y encarcelados todos sus dirigentes...

R. Como todas las instituciones internacionales, como todos los organismos. Las hay peores y mejores, la OMS es muy dañina. Porque se dedica a la salud, la UNESCO también porque se dedica a la cultura. Naciones Unidas ya ni te cuento, eso es como para desencadenar guerras.

P. Pero a la OMS la acusa concretamente de cohecho y prevaricación.

R. Claro, ¿tú sabes cuántos anuncios de leche emiten las televisiones en España al mes? Once mil.

P. ¿Pero deberíamos prohibir...?

R. Acuérdate todo aquello de las famosas vacunas, el virus de la gripe aviar, los muertos... Era todo mentira, un gran negocio, apalabrado por la OMS, para obligarnos a comprar, con dinero público, millones y millones de vacunas, que luego, mayormente, ni se utilizaban. Eso es la cadena de la corrupción. Está contado en el libro también, yo armé un buen barullo cuando siendo el director del Diario de la Noche de Telemadrid aparecí con un frasco de melatonina, que es una sustancia absolutamente natural, una hormona necesaria para la vida, un antioxidante potentísimo, lo que regula los ritmos circadianos, etc., y estaba prohibida. En la UE, y sobre todo prohibida en España.

P. ¿Está prohibida?

R. Estaba, ahora no. Hasta me denunció un conocido periódico, cuyo nombre no voy a pronunciar, y me denunció Sanidad [parece ser que fue por publicitar un medicamento que se vendía con receta]. Dije "Muy bien, vengan ustedes". Yo me llevé un médico, famosísimo, que traía él personalmente la melatonina, y recibí llamadas hasta de la baronesa Thyssen: "Yo voy a testificar". Y se acojonaron, por supuesto, no pasó nada. ¿Qué querían? Pasarla por el Colegio de Médicos para cobrar 8.000 pelas por frasco en lugar de los cuatro cuartos por frasco que cuesta la melatonina. Todavía hoy está prohibido vender en España cápsulas de más de un miligramo y medio, cuando yo estoy tomando 60 miligramos al día, por consejo de un laboratorio médico de la Universidad Canaria. Y todo así.

Cuando me encoño con una mujer o ella conmigo es porque, al menos yo, estoy poniendo corazón en el asunto. Sin corazón no te encoñas

P. Cuando apareció la ley antitabaco y los detractores hablaban de la libertad individual...

R. Yo fui uno de los grandes defensores de la ley. Yo lo prohibiría incluso en la Gran Vía, calle oreada por el viento de Guadarrama. Alguien a cien metros enciende un cigarrillo y yo lo noto. Ahí aplico la única ley que vale aparte de la conciencia, y es la de Bakunin, "mi libertad termina donde empieza la de los demás". La única droga, el único vicio de este tipo que hace daño al inocente, al que no lo toma, es el tabaco. Así que tiene que estar prohibido a rajatabla. A mí hasta me molesta ir a los toros, porque se pone uno a fumar un Veguero y me ahúma como un salmón. Eso es un criterio moral, el tabaco es la mayor agresión sanitaria de la historia de la humanidad, dicho por la OMS (ríe). Nadie me ha matado a mí más seres queridos que el tabaco. A Aute le he dicho mil veces: "Coño, deja de fumar", y es hijo de un padre muerto por cáncer de pulmón.

P. ¿Se puede adaptar el elixir Dragó para gente con poco dinero? Porque son muchas cosas.

P. Se pueden tomar menos cosas. Yo tomo muchas porque soy muy exagerado, y he tenido bastante desenvoltura económica a lo largo de mi vida. Además muchas de las cosas empecé a comprarlas baratísimas, en bazares y zocos de oriente. En el libro explico qué cosas son más importantes y cuáles no tanto. Pero claro, si quieres un coche más grande y eres pobre pues no lo vas a tener. Esto vale para todo el mundo, ¿no? Además, añado, muchas de estas cosas me las regalan, porque hablo de ellas y porque soy escritor famoso. Una cosa que me llama mucho la atención es que yo voy ahora a la tienda de enfrente y se piensan que los que salimos en la tele somos inmensamente ricos, que no es cierto. Y me hacen descuento motu propio. En cualquier cosa, es sorprendente. Restaurantes...

R. Habla de 'encoñamiento'. Y al describir los caballos del auriga de Platón da la sensación de que al llegar al del 'corazón' lo defiende con la boca pequeña.

R. ¿Quieres decir que doy más importancia al encoñamiento físico que al corazón? Oye, que mi libro más leído es 'El camino del corazón', y esa novela va encabezada por una frase del Popol-Vuh que dice "Cuando tengas que elegir entre dos caminos, pregúntate cuál de ellos tiene corazón. Quien elige el camino del corazón no se equivoca nunca". Yo eso lo aplico a todos los actos de mi vida cotidiana: todo lo hago con corazón, o sea, de verdad. Si tú clavas un clavo, hazlo lo mejor posible; procura hacerlo, aunque sea algo trivial e insignificante, de la mejor manera posible. Cuando yo me encoño con una mujer o una mujer se encoña conmigo es porque, al menos yo, y espero que también ella, estamos poniendo corazón en el asunto. Sin corazón no te encoñas.

Hablo con un albañil por la calle y me pregunta por el tantra, creen que es un atletismo sexual. Me desespera haber contribuido a esa vulgarización

P. ¿Y la diferencia entre encoñamiento y amor?

R. El amor es un término muy equívoco. El amor pasional... es como el sarampión, eso es una enfermedad. Luego es verdad que, de repente, y está en este libro, con esta mujer [Anna Grau], aparece un ser en tu vida, que se convierte, no sé, en una diosa, que sobrepasa los límites de la razón. De alguna forma, enloqueces. Ya sé que esto suena a fanfarronada, coño, que no debería decirlo, pero yo ahora follo mucho mejor, no solo que las personas mayores de antes, sino que follo mucho más. ¿Por qué? Porque estoy envuelto en una historia de amor. Y yo puedo estar, anteanoche sin ir más lejos, te doy mi palabra de honor, con mis ochenta años a cuestas he estado ocho horas follando. Y esto no me lo pongas, que me comen.

P. ¡Pero si está aquí! (En el libro, donde cede la palabra varias veces a Grau y ella dice, entre otra cosas, que su relación con Dragó incluye "siempre y en cualquier circunstancia, a todas horas, sexo, sexo y más sexo")

R. Sí, pero ya sabes lo que dicen, si quieres mantener algo en secreto, ponlo en un libro.

P. ¿Hay alguna formación, alguna teoría? ¿El tantra?

R. ¿Para follar? Bueno, hay esta afición al sexo que tengo de siempre (Ríe), siempre fue importante. El tantra y el tao me han ayudado mucho, pero de todas formas hay un elemento mágico imprevisible. Porque yo recuerdo cuando tenía 32 o 33 años, hubo un momento en que algo hizo 'clic', no sé exactamente por qué, pero a partir de ese momento empecé a hacer el amor de una manera muy distinta, y desde luego mucho mejor que antes. No sé cómo, pero pasó, supongo que es como un atleta cuando quiere superar las décimas de segundo que tarda en correr cien metros y no lo consigue y de repente '¡uah!', lo consigue.

P. Lo de la eyaculación hacia dentro, hablando de salud y de juventud... dicen que no es bueno, ¿no?

R. Si de algo estoy arrepentido, es de haber hablado del tantra. Me lo sacan todos los periodistas, y ahora está todo lleno de tantra: masajes tántricos... pero si eso no existe, el tantra es una técnica de meditación. Si hay algo de élite en el mundo es el tantra, es dificilísimo, hacen falta esfuerzos sobrehumanos para llegar a ello. Las posturas sexuales son la representación visual de formas de meditación. Lo que se persigue es que la mujer deje de ser mujer y el hombre deje de ser hombre, que sean solo seres humanos. En el tantra la mujer es la que manda, el hombre apenas tiene que moverse, solo tiene que mantener la erección sin eyacular, porque cuando eyacula pierde la fuerza, porque pierde la energía, porque el semen sirve para procrear. En cambio la mujer cuando tiene un orgasmo no sirve para procrear, procrea cuando ovula y ahí es cuando pierde energía. Por eso en el tantra tiene que correrse cuantas más veces mejor, porque la capacidad orgásmica de las mujeres es prácticamente ilimitada, de ahí la envidia que yo tengo sexualmente de las mujeres, porque siempre tengo la impresión de que se lo pasan mejor que nosotros.

Lo que pasa es que esto se ha trivializado y yo hablo con un albañil por la calle y me pregunta por el tantra, se piensa que es una especie de atletismo sexual, entonces me desespera, como le pasa a Ramiro Calle, haber contribuido a esa vulgarización.

P. Dice que no le gustan los niños. ¿Ha cambiado pañales?

R. No, no. Yo he hecho en la vida con mis hijos: madre, padre, abuelo, abuela, comadrona... Al último lo vi nacer, y el primero que lo tocó fui yo, y corté yo el cordón umbilical, acojonadito porque digo "a ver si no lo emasculo". He hecho de todo con los niños, pero cambiar pañales no. Yo no he nacido en un mundo en que los hombres hiciéramos eso. No es mi mentalidad, no estoy troquelado así. Es como internet, la gente me dice: "Es porque no quieres, te resistes psicológicamente", pero no, es que no lo sé hacer. Y por ejemplo mi padrastro nunca entraba en la cocina, nunca le vi hacerlo. Decía que eso le hacía un cocinilla, que era peyorativo. A mí me dan un bebé para que le cambie los pañales y se me cae al suelo y se me rompe. Pero hago otras cosas. Antes de ayer me llevé a mi hijo Akela al museo de Ciencias Naturales. El sábado me lo llevé al zoo, un palizón de muerte, seis horas para arriba y para abajo. Le llevo a la ruta del colegio, hago rompecabezas con él, me bato con él, gasto bromas... Ahora la última es que estoy escribiendo, viene, se me sienta encima y, con cuatro años, me dice "papá, quiero ser escritor, quiero apretar los botones y ayudarte". Yo tengo una relación muy intensa con él, muy a menudo duermo con él. Duermo peor, pero... Pañales no.

P. ¿Conoce el Movimiento por la Extinción Voluntaria de la Raza Humana? Quieren dejar de tener hijos y acabar con la especie.

R. No, pero no es nuevo. Nunca he follado para tener hijos. Bueno, sí, con los dos últimos. Yo no deseaba tenerlos, pero ellas eran mucho más jóvenes que yo y tenían ese mandato que suelen tener dentro las mujeres, llegaba un momento en que me lo pedían, así que fueron regalos míos. Venga, ¿estás ovulando? Pues vamos a hacerlo con ahínco a ver si te quedas.

P. Y peor, ¿no?

R. Peor, peor. Para empezar porque a los hombres nos acojona tener un hijo. A vosotras no, porque es lo natural, en nosotros es artificial. Y el amor que el padre tiene al niño es un amor cultural, un amor artificial, que nace de la convivencia. Estoy convencido de que solo los calzonazos dicen que quieren tener hijos. Mienten, porque están acojonados por sus mujeres, ningún hombre quiere. Dices que el libro habla mucho de sexo, pero veo que te interesa mucho el sexo.

P. Sí... Bueno, ¿qué pasó con J.M. Mulet? Menciona en el libro que coincidieron y después son un par de páginas de insultos, lo llama integrista.

R. Yo nunca me enfado con nadie. Le casqué un poco en el programa de Isabel Gemio, y en algún artículo de salud... y luego firmamos al lado en la Feria del Libro de Valencia y hubo cordialidad. Él tiene su postura, lo que pasa es que es un integrista de la ciencia. Yo tampoco soy un integrista del naturismo. No tengo nada contra Mulet, me parece muy simpático. Todas las personas que hablan de mí... bueno, están concentradas en un mismo sitio, son los progres. Pero de verdad, nadie que me conozca habla mal de mí, yo en la distancia corta soy una buena persona. Soy simpático, alegre, generoso... Podrán estar en desacuerdo con mis ideas, pero eso no es motivo para hablar mal de nadie, ¿no?

P. Dice que tiene amigos en el mundo 'queer' (personas no heterosexuales, o no binarias), ¿no se enfadan cuando leen las cosas que dice? 'Feminazis'...

R. Yo siempre he defendido todas las formas del sexo, la homosexualidad, el lesbianismo, toda mi vida, y ellos lo saben. Yo voy a Chueca y la gente me adora.

P. Pero eso de llamar en el libro 'marimachos' a las feministas radicales...

R. Es castellano, como llamar putas a las putas. Marimacho es una palabra graciosa, jugosa. Es verdad que el feminismo radical ha dado pie a una serie de mujeres que son muy marimachos. A mí no me gustan que una mujer vaya con botas de militar soviético. Hay gente que le gusta, hay parafilias... yo no insulto a nadie, defino. Adoro las palabras, son mi mundo. Una vez le preguntaron a Aldous Huxley qué era ser escritor. Él dijo que no consistía en ser más listo, ni más culto ni más nada. Ser escritor es quien tiene un deseo irreprimible de jugar con las palabras.

Yo mamé hasta los dos años, y a mi madre le costó. Si eres madre, da de mamar. No dar de mamar es un maltrato

P. ¿Ha oído hablar del poliamor?

R. Claro que sí. Que cada uno haga de su capa un sayo. Ahora, es un disparate porque no funciona, sencillamente no funciona. Yo he intentado lo del poliamor, vivir con varias mujeres al mismo tiempo. Suele decirse que dos gallos no caben en un mismo corral: mentira. Lo que no caben son dos gallinas. La primera vez que lo intenté fue en Italia. Éramos mi mujer y yo (la madre de mi hijo Ayanta) los más progres, pero juntos en la misma casa... Tuve que encerrarlas con llave a cada una en una habitación porque se ponían... se tiraban del pelo. Y se me escapaba una por la ventana con una maleta, y tenía que ir a buscarla, era atroz. Duró una noche aquello. Eso no funciona. Y ahora, qué te voy a decir, pues un lío, un lío.

P. ¿Eso es lo malo de la pasión, por eso dice que ha sido mala para su salud?

R. Efectivamente.

P. ¿Usted no ha sido celoso?

R. Te obligan a ser celoso, te dicen: "Si no tienes celos es que no amas". Te lo dice incluso la mujer con la que estás siendo celoso. Pero llega un momento que lo aceptas. Mira, ¿ves esto que tengo aquí? Una cicatriz. Es fruto de que cuando tenía unos 30 años, mi mujer de entonces, que era Caterina, me puso los cuernos. Y yo me puse celoso. Nosotros nos habíamos puesto mucho los cuernos, pero ella cuando se iba con otro pretendía que era una mezcla de Cervantes, Leonardo da Vinci, Platón y Aristóteles, y en realidad se había ido con un gilipollas, que a mejor era guapo, o la tenía grande o follaba muy bien. Eso es lo que pasaba, que se había liado con un cretino, un tontobaba, y hablaba de él como si fuera Henry Miller. Me dio tanta rabia que pegué un puñetazo a un cristal. Bueno como soy (Ríe), en lugar de pegarle un puñetazo a ella, se lo pegué a un cristal y me rompí un tendón. Dos días en el hospital, y me dije: "Fernandito, se han acabado los celos para siempre".

Ahora, con Anna, por qué no decirlo, hemos hecho un pacto de fidelidad. Llevamos dos años y medio siendo fieles, y se crea una mística. Además, eróticamente funciona muy bien. Escrupulosamente fieles. Eso no significa que no nos vayamos un día de juerga, a un club de intercambios... pero eso no es engañar. Eso si funciona es muy bonito. Y de momento funciona. Y no porque no haya tenido ocasión, yo voy a una discoteca y las quinceañeras me rodean. Es la fascinación de la fama que tienen las mujeres.

P. Nos tenemos que ir, pero me parece muy duro cómo dice lo de la lactancia materna. Que las madres que no quieran dar el pecho no deberían tener hijos.

R. Bueno, es el sistema inmune. Tú coge un gatito, quítalo de la madre y se muere. Yo mamé hasta los dos años. Y a mí madre le costó, tuvo que ponerse alcibar en los pezones, porque no me amorraba, tuvo que pincharse los pechos de negro. Mi hijo, que es un roble, que hay que ver lo guapo y lo listo que es... que lo dicen todos los padres, pero es verdad, pues mi hijo ha mamado hasta casi tres años. Si no hay más remedio, ahí no me meto. Pero si eres madre, da de mamar. No dar de mamar es un maltrato.

El tiempo se acaba y hay miles de cosas y de sustancias del elixir de las que no hemos hablado. Pero al fin y al cabo, como dice Dragó, "doctores tiene la ciencia" para todo esto. En su libro, si se animan, está lo que a él le ha funcionado. Y en persona es tan juvenil como en la tele, así que parece que seguirá dando guerra mucho tiempo.

Cada vez que Fernando Sánchez Dragó opina, sube el pan. O al menos los remedios naturales que aconseja desde sus tribunas en los medios de comunicación, aunque asegura que él no recibe dinero en concepto de publicidad: "Yo no vendo nada. No vendo ni libros, yo escribo libros".

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