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Todo lo que se aprende como camarero que no enseñan en la universidad
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Todo lo que se aprende como camarero que no enseñan en la universidad

El testimonio de este profesional de hostelería te resultará familiar si cuando estudiabas tenías la sensación de que aquello tenía una utilidad cuestionable

Foto: En las cafeterías de la facultad circula el mismo comentario. (iStock)
En las cafeterías de la facultad circula el mismo comentario. (iStock)

Convivimos, según dicen, con la generación más preparada del mundo. Los jóvenes de hoy en día tienen un altísimo índice de acceso a estudios universitarios y, prácticamente, han nacido con un ordenador debajo del brazo.

Sin embargo, y aunque parezca la típica frase que siempre suelta algún tío en las comidas de Navidad, hay cosas que no se aprenden en los libros y, aunque a más de uno sorprenda, tampoco en internet.

Porque hay lecciones que solo se aprenden a la antigua, en analógico, Wil Fulton ha compartido su experiencia y todo lo que ha aprendido trabajando como camarero durante cuatro años en la localidad de Jersey en un artículo para la web de estilo de vida 'Thrillist'.

Trabajaba en uno de esos restaurantes a pie de playa, en los que “se paga por las vistas, no por la comida”, tal y como uno de sus jefes le decía siempre. Entró con 16 años, y su trabajo consistía en limpiar y servir mesas cuando había bastante afluencia de turistas. Dos años después, al cumplir los 18, entró en la universidad, donde pudo comparar las dos “formas de aprendizaje”, y la conclusión que extrae es que “no es ningún secreto que la universidad a menudo no te prepara para el futuro. No es para nada como la vida real. La vida real está llena de extraños que te gritan, y al final del día, lo único que tienes es el cabello graso y un fajo de billetes en la mano. La vida real es exactamente igual a trabajar en un restaurante”.

"En el trabajo vas a tener que relacionarte con otras personas y hay que saber cómo llevarte bien con ellas"

Es importante tener los amigos adecuados

La primera lección de Fulton como camarero llegó incluso antes de que empezara a trabajar: el nepotismo. “Conoce a alguien con influencia y tendrás todo ganado a la hora de encontrar un trabajo”. Él mismo cuenta cómo fue a parar a ese trabajo porque su madre conocía a la mujer del dueño. “No es justo, pero es como funciona esto. El mundo laboral no se basa en la meritocracia, sino más bien en la fraternidad”, añade él mismo.

Con el tiempo se fue dando cuenta de esto y fue aprendiendo a distinguir, dentro del propio entorno del restaurante, a “la gente adecuada” con la que más convenía entablar relación. El cocinero que no la pagaba con él cuando pedían algo y se había cerrado la cocina, las camareras que mejor sabían dónde estaba sentado cada comensal y, por suspuesto, el jefe. “Son cosas que no se enseñan en ningún sitio, pero en la práctica totalidad de los trabajos vas a tener que relacionarte con otras personas y hay que saber cómo llevarte bien con ellas”, comenta Wil Fulton.

El dinero no crece en los árboles

De repente, nuestro joven camarero se encontró con una cantidad más o menos tentadora de dinero… Y a una edad muy temprana. Saber cómo gestionar el dinero para que no se acabe antes de lo que debería no es tarea fácil. Cuántas veces hemos oído hablar de 'niños prodigio' que de repente se ven con grandes cantidades de dinero y se dedican a emplearlo en cosas de dudosa utilidad práctica. Lo que podemos llamar marcarse un Macaulay Culkin, en definitiva.

Eso tampoco se aprende en la universidad. Fulton cuenta lo difícil que le resultó “no gastar el dinero en un coche molón, en llenar la casa de helechos decorativos (ejem, marihuana) o en comprar todas las temporadas de 'Los Simpson' teniendo en la mano el dinero para poder hacerlo”.

Con la práctica, cuenta que aprendió a gestionar su dinero y a hacer rápidamente cálculos sobre lo que podría o no gastarse, para permitirse caprichos que no le dejaran la cuenta a cero. “Cuando se trata de dinero, la universidad lo único que te enseña es a acumular una asfixiante cantidad de deudas”, concluye.

El arte de manejar la presión

En un restaurante, hay que manejar docenas de pedidos, atender las necesidades de todos los comensales, controlar todo lo que está saliendo de la cocina y, en definitiva, estar pendiente de todo lo que sucede para poder gestionar bien las tareas que te han sido asignadas. Y en ocasiones el estrés del ambiente laboral se torna muy tenso. El camarero relata que había días en su trabajo “dignos de un montaje a lo 'Apocalypse Now'.

De nada sirve esmerarse en las tareas si no eres capaz de conseguir que tus jefes te las reconozcan

Sin embargo, eso también puede afianzar la relación con tus compañeros. Los vínculos bajo presión se estrechan mucho más, y puedes acabar haciendo amistad con personas que de otro modo no hubieras conocido. “Muchas universidades en sus folletos publicitarios anuncian la diversidad que conocerás en ellas”, pero para nuestro camarero, no tiene ni punto de comparación con la diversidad de gentes que puedes conocer trabajando en un restaurante, tanto en lo referente al personal, como a la clientela.

No basta con trabajar duro

En la universidad todo se mide en base a calificaciones. Pero hay veces que esforzarte en tu trabajo, por sí mismo, no basta. Incluso si se trata de sobresalir entre tus compañeros. Tal y como cuenta Wil Fulton, de nada sirve esmerarse en las tareas si no eres capaz de conseguir que tus jefes te las reconozcan. “Las opiniones de los superiores son tan importantes como el propio trabajo para obtener los resultados deseados”, añade.

Hay veces en que un trabajo de cara al público se puede volver complicado. “En mi trabajo me han puesto malas caras, menospreciado, faltado al respeto e incluso hecho algún comentario de burla” comenta Fulton. La actitud es una parte fundamental en un trabajo y, aunque pueda parecer poco importante, mantener un cariz positivo en el trabajo, aunque las cosas se pongan complicadas, es una buena llave para abrir muchas puertas. Como él mismo dice “algunas veces se cae, pero hay que saber levantarse por sí mismo y seguir con una buena actitud”.

Ver las cosas con perspectiva

El camarero recuerda ahora cuánto tiempo pasaba quejándose de lo poco que le gustaba su trabajo. Sin embargo, echando la vista atrás, en un trabajo a pie de playa, donde conoció a una gran cantidad de gente e hizo amigos “para toda la vida”, en realidad no puede sino sentirse agradecido de todas aquellas vivencias. Además de todo lo que pudo aprender (y no solo de hostelería) en aquellos años.

“El pedazo de papel que conseguí cuando me dieron el título universitario solo me ha servido para adornar una pared en casa de mis padres, pero aprendí mucho más sobre la vida en aquellos veranos con camisa hawaiana y delantal, oliendo a patatas fritas y derramando mojitos, que en mis años de estudios superiores”, concluye.

Convivimos, según dicen, con la generación más preparada del mundo. Los jóvenes de hoy en día tienen un altísimo índice de acceso a estudios universitarios y, prácticamente, han nacido con un ordenador debajo del brazo.

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