Es noticia
Las maneras correctas de ponerte la bufanda para no pasar frío (y ser elegante)
  1. Alma, Corazón, Vida
'WINTER IS COMING' Y TÚ COMO SI NADA

Las maneras correctas de ponerte la bufanda para no pasar frío (y ser elegante)

Aunque no hace falta una ingeniería para saber cómo colocarse este complemento, hay ciertas formas de hacerlo que nos ayudan a resguardarnos de las enfermedades (y parecer mucho más guapos)

Foto: Elegante a la par que moderno. (iStock)
Elegante a la par que moderno. (iStock)

Basta con echar un vistazo a la gente que va con nosotros en el metro para comprobar cómo muchas personas siguen poniéndose la bufanda (porque llamar a eso “anudarse” sería demasiado generoso) a la buena de dios. Muchas veces consiste básicamente en dar vueltas y vueltas al complemento alrededor del cuello hasta que queda lo suficientemente corto. En otras ocasiones seguimos el siguiente procedimiento: ponemos la bufanda en nuestra nuca de manera que cuelgue por encima de nuestros hombros, cogemos uno de los lados y lo arrojamos por encima del opuesto y ¡voilà! Ya estamos listos para salir a la calle.

El problema de estos métodos, que no están necesariamente mal (vivimos en una democracia libre), es que no aprovechan hasta sus últimas consecuencias todas las posibilidades de la bufanda, que tan socorrida resulta para complementar los regalos navideños de los varones de la familia, muy a su pesar. Así que como alternativa proponemos estos cinco diseños básicos que todo hombre debería conocer (y que, probablemente, le sonarán a más de uno):

Ascot

Un clásico que todo el mundo debería conocer. Primero, rodea tu nuca con ella, de manera que queden colgando los dos extremos. Uno de ellos debe llegar hasta tu pecho, pero el otro debe ser un poco más largo y alcanzar tu cintura.

Entonces, cruza la parte más larga por encima de la más corta e introduce ese extremo por el círculo resultante, como si se tratase de un nudo. Tira del extremo para ajustar el conjunto al cuello y, listo, ya puedes marchar al hipódromo de Ascot como un lord cualquiera.

Once around

Este es uno de los diseños más fáciles de llevar a cabo, quizá porque no hay que realizar ningún nudo (y mucho menos de marinero). Al igual que ocurría en el ascot, debemos colocar la bufanda de manera que uno de los extremos quede más largo que el otro. Agarramos esta parte más prolongada y la arrojamos por encima del hombro opuesto y tiramos de él, lo que creará una especie de efecto a lo “palestino”. Tan sólo falta que sigamos tirando de uno u otro lado para que quede lo suficientemente bien. Podemos cruzar las dos tiras por dentro del pecho si llevamos un abrigo de cuello abierto.

El nudo parisino

Elegante a la par que práctico. En primer lugar, conviene doblar la bufanda a lo ancho si esta es muy amplia. Una vez lo tengamos, la doblamos por la mitad, está vez a lo largo. Colocamos la bufanda por encima de nuestra nuca, de manera que el ojal (por así llamarlo) quede sobre uno de nuestros hombros. Ya sólo nos falta introducir los dos extremos abiertos por ese agujero y tirar hasta que quede ajustado al cuello… pero sin pasarnos, que no queremos tragedias.

Nudo escondido

Un habitual entre los pañuelos, pero que si tenemos tiempo, paciencia y algo de maña, podemos adaptarlo a la bufanda. Una vez más, colocamos la bufanda de manera que un lado quede más largo que otro. Entonces –cuidado, que vienen curvas–, doblamos la parte larga por encima de la corta rodeando la nuca, como haríamos en el 'once around'. Entonces, introducimos los dos extremos por dentro del cuello, de manera que aunque no hagamos ningún nudo, parezca que lo hay.

El calienta pechos

Terminamos este artículo con una clase de nudo particularmente exótico, que quizá no deberíamos utilizar si no llevamos chaqueta o corremos el riesgo de parecer un vigilante de la playa. Consiste en, una vez más, colocar la bufanda por encima de nuestra nuca, y entonces –aquí es donde se encuentra la novedad– coger los extremos, cruzarlos por delante del pecho y atarlos ¡por detrás de la espalda! Desde luego, una configuración poco estética pero útil si no queremos pasar frío.

Basta con echar un vistazo a la gente que va con nosotros en el metro para comprobar cómo muchas personas siguen poniéndose la bufanda (porque llamar a eso “anudarse” sería demasiado generoso) a la buena de dios. Muchas veces consiste básicamente en dar vueltas y vueltas al complemento alrededor del cuello hasta que queda lo suficientemente corto. En otras ocasiones seguimos el siguiente procedimiento: ponemos la bufanda en nuestra nuca de manera que cuelgue por encima de nuestros hombros, cogemos uno de los lados y lo arrojamos por encima del opuesto y ¡voilà! Ya estamos listos para salir a la calle.

Moda
El redactor recomienda