Ajusta el termostato: el mejor modo para adelgazar, pasar algo de frío
En invierno nos solemos quejar del frío, pero no nos paramos a pensar en sus efectos positivos. Calentar nuestro cuerpo quema hasta el 30% de las calorías
Durante estos días en los que las temperaturas no suelen sobrepasar los 10 grados solemos quejarnos del frío que pasamos. Estamos en la calle lo mínimo posible y cuando llegamos a casa ponemos la calefacción al máximo. No estamos dispuestos a perder nuestro confort e, incluso, consideramos que estar siempre calientes es de lo más saludable. Pero no es cierto.
Nuestro cuerpo está diseñado para aguantar los cambios de temperatura, una actividad para la que gasta calorías. Si estamos todo el día encerrados en casa y la oficina, en un entorno de más de 20 grados, no gastaremos nada y acabaremos engordando. Esto es algo que ya conocíamos, pero se había estudiado muy poco. Ahora un estudio dirigido por médicos holandeses, publicado esta semana en la revista Trends in Endocrinology & Metabolism, apunta a que la relación entre la temperatura y el sobrepeso podría ser mayor de lo que pensábamos.
La producción de calor es responsable de en torno al 30% del gasto calórico
“Ya que la mayoría de nosotros estamos en interiores el 90% del tiempo, vale la pena explorar los aspectos sanitarios de la temperatura ambiente”, ha explicado Wouter van Marken, investigador del Centro Médico Universitario de Maastricht y autor principal del estudio. “¿Qué pasaría si dejáramos de nuevo que nuestros cuerpos controlaran la temperatura corporal? Nuestra hipótesis es que el ambiente térmico afecta a nuestra salud y, más específicamente, que una exposición frecuente a un frío leve podría afectar decisivamente a nuestro gasto energético”.
Regular la temperatura ambiente de nuestras viviendas y oficinas para que fuera variable, y cambiara como lo hace la temperatura en el exterior, tendría grandes beneficios sobre nuestra salud. Tampoco tenemos que morirnos de frío. Una investigación anterior, elaborada por científicos japoneses, mostró cómo un grupo de personas experimentaron un descenso importante de la grasa corporal con sólo pasar 2 horas al día a 17 grados centígrados durante seis semanas.
Debemos acostumbrarnos al frío
Van Marken y sus colegas empezaron a estudiar el efecto de la temperatura ambiente sobre nuestro cuerpo hace una década y realizaron un importante descubrimiento: el tejido adiposo marrón (o grasa marrón), que tiene como única función la producción de calor y que se pensaba estaba sólo presente en los fetos y los recién nacidos, sigue presente en los adultos, y algunos tienen más que otros.
Es gracias a este tejido por el que las personas pueden acostumbrarse al frío, gastando más calorías sin tener una sensación de malestar. Según comprobaron los científicos holandeses, después de que los participantes en el experimento pasaran seis horas diarias a 15 grados, durante 10 días,su tejido adiposo marrón creció, y empezaron a sentirse cómodos a esa temperatura. Pero siguieron gastando calorías.
Debido a la falta de exposición a unas temperaturas más variadas, la población es más propensa a sufrir enfermedades como la obesidad
Al menos entre la gente joven y de mediana edad, la producción de calor es responsable de en torno al 30% del gasto calórico. Si no tenemos que calentar para nada nuestro cuerpo gastaremos muchas menos calorías, y viceversa, que es lo que nos interesa. Quizás, como apuntan los científicos holandeses, además de preocuparnos por hacer ejercicio, y tener una dieta saludable, deberíamos tratar de pasar más frío. Aunque no es sencillo.
“La temperatura interior de muchos edificios se regula para reducir al mínimo el porcentaje de personas insatisfechas”, aseguran los investigadores en el estudio. “Esto hace que, en invierno,las temperaturas interiores sean muy altas. Es algo evidente en las oficinas, viviendas y, aún más, en clínicas y hospitales. Debido a la falta de exposición a unas temperaturas más variadas, la población es más propensa a sufrir enfermedades como la obesidad. Además, la gente se vuelve más vulnerable ante los cambios repentinos de temperatura”.
Durante estos días en los que las temperaturas no suelen sobrepasar los 10 grados solemos quejarnos del frío que pasamos. Estamos en la calle lo mínimo posible y cuando llegamos a casa ponemos la calefacción al máximo. No estamos dispuestos a perder nuestro confort e, incluso, consideramos que estar siempre calientes es de lo más saludable. Pero no es cierto.