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Los 5 trucos que deberíamos aprender de los franceses para mejorar nuestra dieta
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Los 5 trucos que deberíamos aprender de los franceses para mejorar nuestra dieta

Aunque nos enorgullezcamos de la gastronomía patria, no nos vendría mal abrir nuestro campo de visión y aprender algunas cosas de la relación con la comida que los franceses ya saben

Foto: La ciudad del amor, del vino... y de la alimentación consciente. (iStock)
La ciudad del amor, del vino... y de la alimentación consciente. (iStock)

En España es muy habitual que estemos muy orgullosos de determinados productos patrios. Uno de los campos en los que más solemos sacar pecho, sin ningún tipo de duda, es nuestra gastronomía. No es para menos, puesto que por norma general, en todas las familias españolas solemos disfrutar de copiosas y deliciosas comidas que serían un auténtico lujo en muchos restaurantes del mundo.

Precisamente, este es otro de los campos en los que España también puede enorgullecerse. Con el paso del tiempo, la cultura gastronómica, restaurantes y cocineros españoles han ido adquiriendo más prestigio y reputación a nivel mundial. Desde Juan Mari Arzak hasta David Muñoz pasando por el archiconocido Ferran Adrià o el neoyorkino José Andrés, ahora mediático por sus rifirrafes con Donald Trump. Cada vez es más habitual la discusión sobre si nuestra puntera innovación culinaria ha superado a grandes potencias gastronómicas como Italia o Francia y estas discusiones han trascendido a grandes medios extranjeros como la CNN.

La comida francesa no apuesta por grandes cantidades, sino por productos más sabrosos

Está claro que en este ámbito somos un país puntero. Sin embargo, la alimentación del día a día en muchos hogares españoles deja mucho que desear. La crisis económica y el ritmo de nuestra sociedad dificultan que nuestra dieta sea de calidad y, junto a la industrialización de muchos de los procesos alimenticios, ha provocado importantes carencias en nuestra nutrición.

Por estos motivos, quizá deberíamos pararnos a pensar en si realmente estamos acertando con nuestra dieta y, por qué no, mirar más allá del sota, caballo y rey de las comidas o abrirnos a otras gastronomías, como la francesa, puesto que nunca es malo probar nuevas cosas a pesar de lo orgullosos que podamos estar de lo nuestro. Desde Amerikanki señalan una serie de aspectos muy interesantes sobre la cocina de nuestro país vecino. Estas son algunos de ellos.

1. Lo más importante es la calidad, no la cantidad

En estos últimos años, en las grandes ciudades de España han ido surgiendo todo tipo de bares y restaurantes que han apostado por el buffet libre de productos de dudosa calidad, en los que comemos como auténticos salvajes, pero sin encontrar rastro alguno del gusto culinario. Posiblemente la comida francesa no apueste por esas ingentes cantidades, pero sí por productos de calidad que serán más sabrosos y con unas repercusiones mucho más positivas sobre nuestra salud.

2. Comida sí, pero de verdad

Muchas personas defienden que la cocina francesa no es sana. Quizá productos como las baguettes, la mantequilla o la carne no parezcan del todo saludables. Sin embargo, tal y como indica Adam Martín, hay panes buenos y panes malos, y no cabe la menor duda de que el pan francés suele ser de gran calidad. Algo similar ocurre con la mantequilla, alimento muy vilipendiado, cuando en realidad consumimos a menudo productos similares pero mucho peores para nuestro organismo, como la margarina u otras grasas vegetales. Al fin y al cabo, la clave de una dieta saludable es el equilibrio y no nos engañemos, la mejor forma de alimentarnos correctamente pasa por consumir productos de calidad, como el buen pan o la buena mantequilla.

3. Comer cuando toca y sentados

El ‘vermucito’, el aperitivo, la caña con tapita después del curro… En España somos muy de comer entre horas, lo que provoca que nos alimentemos peor cuando llega la hora de la comida o la cena y acabemos por tomar más alimentos de los que necesitamos. Al final es recomendable volver a las tradiciones como comer a horas fijas, sentados y dedicándole el tiempo que merece. Comer rápido no tiene por qué significar comer menos o mejor, sino que, por norma general, acaba siendo todo lo contrario. Saber disfrutar de la alimentación, también significa otorgarle un espacio de tiempo y muchas son sus ventajas.

Un error muy común en España es el de cenar excesiva y copiosamente, mientras que nuestro desayuno es poco más que un pequeño snack

4. Comer productos frescos y variados

En España siempre nos enorgullecemos de la gran calidad de nuestros productos alimenticios. Carne, pescado, marisco, verduras, frutas… Hemos de reconocer que somos unos privilegiados, pero de nada sirve si luego acabamos llenando el carrito de la compra de productos ultracongelados, muy alejados de nuestras exquisitas materias primas. Si aprovecháramos todos nuestros alimentos (y las épocas en las que podremos consumirlos frescos), nuestra dieta lo agradecerá. Aunque con diferencias respecto a nuestra gastronomía, en Francia suelen consumirse productos frescos y también buscan una dieta variada.

5. Hacer cenas más suaves

No es nada nuevo, un error muy común en España es el de cenar excesiva y copiosamente, mientras que nuestro desayuno es poco más que un pequeño snack. Todos sabemos que después de la cena no solemos realizar otra actividad más allá de leer o ver un rato la tele e irnos a dormir. En cambio, tras el desayuno solemos llevar a cabo nuestras tareas más importantes y que requieren más esfuerzo, motivos por los que habitualmente escuchamos a expertos o especialistas que esta es la comida más importante del día. Los franceses gestionan mejor estas comidas, puesto que tal y como indican, en Natural Blaze, suelen optar por cenas más suaves y a horas más tempranas que la nuestra, para que no les pille la digestión mientras duermen.

En España es muy habitual que estemos muy orgullosos de determinados productos patrios. Uno de los campos en los que más solemos sacar pecho, sin ningún tipo de duda, es nuestra gastronomía. No es para menos, puesto que por norma general, en todas las familias españolas solemos disfrutar de copiosas y deliciosas comidas que serían un auténtico lujo en muchos restaurantes del mundo.

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