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Dentro de Kappa Beta Phi, la sociedad secreta que rige Wall Street
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"ES UNA ORGANIZACIÓN BASADA EN EL MIEDO"

Dentro de Kappa Beta Phi, la sociedad secreta que rige Wall Street

El célebre club había conseguido mantener la privacidad de sus miembros durante 85 años, hasta que un periodista ha expuesto sus vergüenzas

Foto: El hotel Saint Regis de Nueva York, donde tuvo lugar la ceremonia de Kappa Beta Phi.
El hotel Saint Regis de Nueva York, donde tuvo lugar la ceremonia de Kappa Beta Phi.

El célebre club Kappa Beta Phi, por donde han pasado algunos de los personajes más importantes de las finanzas americanas así como otras figuras de renombre como el exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg, había conseguido garantizar para sus miembros una completa privacidad durante las ocho décadas que pasaron desde su fundación en el año 1929, al menos hasta esta misma semana. Este martes, New York Magazine publicó un artículo escrito por Kevin Roose en el que exponía su presencia hace dos años en la fiesta de ingreso de uno de los clubes secretos más potentes de Wall Street.

No, explica el periodista, no se trata de quedar para cenar amigablemente, darle una palmadita en la espalda a los nuevos y volver a casa con tiempo para ver las noticias de la noche. Si por algo se ha viralizado tan rápidamente el artículo publicado en la revista americana es por el despiadado retrato que ofrece de las “doscientas ricas celebridades de Wall Street” que en enero de 2012 se reunieron en el salón de baile del hotel Saint Regis para comer, beber y reírse de todo un poco.

“Lo que ocurre en el Regis, queda en el Regis”

“Entrar fue sorprendentemente fácil”, explica Roose en el artículo. Su presencia en el Saint Regis formaba parte de la investigación para su libro Young Money (Grand Central Publishing), y a buen seguro que el material le fue de gran utilidad. “Mientras estamos vivos, comemos y bebemos” es la traducción del lema latino de la fraternidad (vivamus edimus et biberimus) tal y como recordó Wilbur Ross, el multimillonario presidente de la sociedad secreta, durante la charla de bienvenida.

Si alguien hubiese tirado una bomba sobre el edificio, el mundo de las finanzas tal y como lo conocemos habría dejado de existir

No cabe duda de que el resto de miembros se aplicó el cuento rápidamente, entre costillas de cordero y estruendosas carcajadas. Los números musicales se sucedían sin parar, y nadie quedaba a salvo de ser objetivo de las burlas de los nuevos aspirantes, obligados a pasar por el escenario del hotel. “Bailout King” (“El rey del rescate”), parodia del “Dancing Queen” de ABBA, ironizaba con el rescate económico. ¿La crisis financiera? Nada como desempolvar, acompañados de un par de banderas confederadas, la versión alternativa del tema sureño “Dixie”, cuya letra incluye los versos “en Wall Street tomamos nuestra posición, dijeron Morgan y Goldman. Pero primero conseguiremos unos cuantos préstamos, así que rápido, llama a la Reserva Federal, tío”.

No se trata de los únicos numeritos musicales montados por el selecto club de Wall Street, que también cuenta en su libro de canciones con una versión de “I Believe”, el temaextraídodel musical The Book of Mormon, en la que cantaban “creo que Dios tiene un plan para todos nosotros. Creo que en mi plan hay un bonus de siete cifras”. Imaginativo, pero bastante frívolo sacado de su contexto original.

¿Saben aquel que dice…?

Los recién admitidos al club tenían que prometer que nada de lo ocurrido saldría de las cuatro paredes de la estancia y estar dispuestos a ataviarse con leotardos, pelucas de mujer y faldas para llevar a cabo sus actuaciones musicales y contar una serie de chistes que no pasarían ningún filtro de la corrección política estadounidense.

En uno de ellos, se preguntaban cuál era la principal diferencia entre Hilary Clinton y un siluro. “Que uno tiene bigotes y apesta, y que el otro es un pescado”. Redoble de batería. ¿Y entre Barney Frank, el político demócrata que salió del armario en el año 1987 y un Fenway Frank, un popular perrito caliente? La respuesta es un juego de palabras intraducible (Barney Frank comes in different-size bums), pero que hacía alusión al político “corriéndose” en traseros de diferentes tamaños.

¿Quién estaba sentado a las mesas del hotel Saint Regis, riendo y aplaudiendo dichos chistes? Aquí puede consultarse la lista de miembros de la organización, en la que se encuentran Peter Kellogg (cuya fortuna personal ronda los 2,3 mil millones de dólares, según Forbes) o Laurence Fink, CEO de BlackRock, la mayor empresa de gestión de activos del mundo. Como recuerda Roose, “si alguien hubiese tirado una bomba sobre el edificio, el mundo de las finanzas tal y como lo conocemos habría dejado de existir”.

Aguando la fiesta a Wall Street

Ross se vino arriba y, presa del furor que compartía toda la sala, sacó su teléfono móvil y comenzó a registrar lo que estaba viendo. Rápidamente, Michael Novogratz de Fortress Investment Group, que había “bebido liberalmente” se abalanzó encima de él con los ojos inyectados en sangre y le recordó que no tenía permiso para estar allí. Los gerifaltes de Kappa Beta Phi se pusieron con presteza manos a la obra con el objetivo de salvaguardar la privacidad de sus miembros.

Los escalafones más altos del mundo de las finanzas están compuestos por gente que se encuentra completamente separada de la realidad

Novogratz le gritó al periodista que le entregase el teléfono, el número musical terminó y la seguridad acudió al lugar donde se encontraba Roose. Pronto, este se encontró en el recibidor del hotel, donde Ross y la inversora Alexandra Lebenthal le aseguraron “que lo que acababa de ver no era realmente un grupo de hombres de finanzas ricos y poderosos haciendo chistes homófobos, restando importancia a la crisis económica y alardeando de sus conquistas en detrimento de Main Street”.

“No, era simplemente un grupo de amigos que se juntaron para tomarse el pelo unos a otros en un clima benigno y crítico con uno mismo”, añadía de manera sarcástica Roose, a quien el multimillonario le prometió toda la información que necesitase, siempre y cuando protegiese la privacidad de los miembros de Kappa Beta Phi.

¿Conclusiones que sacó Roose de todo ello? Por una parte, que “los escalafones más altos del mundo de las finanzas están compuestos por gente que se encuentra completamente separada de la realidad”. Por otra, que Kappa Beta Phi es “una organización basada en el miedo”, algo que se demostraba en que raramente ninguno de sus miembros manifestaba sus opiniones reales sobre la sociedad más que en canciones irónicas, levemente satíricas, “mostradas únicamente entre aquellos elegidos para compartir su visión del mundo”.

El célebre club Kappa Beta Phi, por donde han pasado algunos de los personajes más importantes de las finanzas americanas así como otras figuras de renombre como el exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg, había conseguido garantizar para sus miembros una completa privacidad durante las ocho décadas que pasaron desde su fundación en el año 1929, al menos hasta esta misma semana. Este martes, New York Magazine publicó un artículo escrito por Kevin Roose en el que exponía su presencia hace dos años en la fiesta de ingreso de uno de los clubes secretos más potentes de Wall Street.

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