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El planeta mira a las estrellas a través de una empresa asturiana
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ASTURFEITO FABRICA LAS ANTENAS DEL OBSERVATORIO A.L.M.A.

El planeta mira a las estrellas a través de una empresa asturiana

Desde el pasado miércoles funciona casi a pleno rendimiento, en medio del desierto de Atacama, en el norte de Chile, el mayor centro astronómico del planeta:

Foto: El planeta mira a las estrellas a través de una empresa asturiana
El planeta mira a las estrellas a través de una empresa asturiana

Desde el pasado miércoles funciona casi a pleno rendimiento, en medio del desierto de Atacama, en el norte de Chile, el mayor centro astronómico del planeta: el observatorio A.L.M.A. (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array). El corazón de esta colosal obra de ingeniería llamada a ser el nuevo oráculo del universo en la Tierra está fabricado con tecnología española. 

La compañía asturiana Asturfeito, especializada en técnicas de precisión, ha sido la encargada de construir 25 de las 66 antenas que forman el nuevo observatorio. En total, 1.500 toneladas de componentes y estructuras que sostienen la esperanza científica de encontrar nuevas respuestas a enigmas esenciales, muchos de ellos pretéritos, como el origen del universo o la formación de planetas o estrellas.

No es una multinacional. Al contrario. Se trata una pyme con 150 trabajadores, aunque este proyecto le ha permitido doblar su plantilla y dar un salto de gigante. Asturfeito es la única empresa europea que ha participado en la fabricación de las antenas de A.L.M.A. Sin hacer ruido, la firma asentada en Avilés -una ciudad muy castigada en el pasado por el desplome de la industria siderúrgica- trabaja también para la NASA, actualmente en dos proyectos confidenciales que implican tecnología para instalaciones militarizadas.

“Primero tuvimos que convencer a la ESO”

Para ellos, todo comenzó en 2007. A.L.M.A. ya había nacido como un proyecto internacional de Estados Unidos, Canadá Japón, Taiwán, Chile y Europa, donde cada uno de los actores se hacía responsable de una parte del desarrollo del observatorio.

Cuando arrancó la carrera para fabricar la tecnología, Asturfeito tuvo que sacar los codos. La pequeña empresa asturiana compitió con decenas de firmas europeas para hacerse cargo de la construcción del 100% de las antenas que debía aportar Europa al complejo. Sobre todo, tuvieron que demostrar que eran capaces de construir algo que jamás se había hecho. No sólo ellos, sino nadie en el mundo.

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“Aprendimos sobre la marcha. Se trata de un proyecto hecho a medida, y era la primera vez que se hacía algo así. Este tipo de antenas sólo se han fabricado para A.L.M.A., y probablemente no vuelva a haber ninguna exactamente igual”, explica a Teknautas José Carlos González, director de operaciones de Asturfeito.

“Primero tuvimos que convencer a la ESO (Organización Europea para la Investigación Astronómica en el Hemisferio Austral), tanto en la parte técnica como financiera”, añade Ricardo Rodríguez, director comercial de la compañía. Lo consiguieron. Aunque lo más difícil estaba todavía por llegar. 

Cada vez que terminaban de construir una antena, a la sede de Asturfeito llegaba -como una especie de 'troika científica'- una delegación formada por agentes de la ESO y de la firma tecnológica alemana MTM. Y no iban a Asturias precisamente a beber sidra.

“La verdad es que son muy exigentes. Contaré una anécdota. Para acceder a las antenas instalamos, a través de un proveedor certificado de Gijón, unas plataformas como las que hay en cualquier instalación de este tipo. Nos dijeron que teníamos que pulirlas porque por ahí iban a subir Premios Nobel”, comenta Ricardo Rodríguez, bromeando.

“Revisaban todos los hitos de la fabricación. Hubo muchos retos, y no fue fácil. La precisión de todos los componentes debía ser muy alta. Es como fabricar un reloj suizo de cuatro metros de diámetro y exactamente la misma precisión que si fuese un reloj pequeño”, apunta José Carlos González.

“Para hacerte una idea, el nivel de precisión en una pieza de cuatro metros en cualquiera de las antenas debe ser de 35 micras, y un cabello humano, por ejemplo, mide 50 micras”, continúa Rodríguez.

“Es normal esta exigencia. Imagínate que las 66 antenas están apuntando al mismo tiempo a un punto del universo. Son medidas muy críticas, cualquier defecto a la hora de apuntar influye”, añade González.

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A.L.M.A. está situado en el llano de Chajnantor del desierto chileno de Atacama, a más de 5.000 metros de altura, y su construcción se ha extendido más de diez años en el tiempo. En términos técnicos, el observatorio es un interferómetro formado por 66 radiotelescopios de 12 y 7 metros de diámetro capaz de observar longitudes de onda milimétricas y submilimétricas. 

Es decir, un conjunto de 66 antenas dotadas de la última tecnología y conectadas entre sí -ahora mismo están operativas 50- a través de un mismo sistema que permite contemplar el universo con una profundidad y nitidez sin precedentes. De momento, ya han demostrado que las explosiones de formación de las estrellas más potentes del cosmos -el 'Baby Boom' del universo- se produjeron mucho antes de lo que se creía.

Asturfeito no es la única empresa española que ha aportado tecnología al proyecto. La empresa cántabra Tecnologías de Telecomunicaciones e Información (TTI) se ha encargado de los amplificadores de bajo ruido situados en el interior de los radiotelescopios y la firma gijonesa TSK de la instalación del equipo de producción de energía. 

Otras compañías, como la burgalesa Index SLU, la asturiana Nortemecánica, la valenciana Das Photonic o la madrileña Sener también han participado con distintas soluciones y componentes. En total, se calcula que el proyecto A.L.M.A. ha reportado a España un retorno de más de 20 millones de euros.

Desde el pasado miércoles funciona casi a pleno rendimiento, en medio del desierto de Atacama, en el norte de Chile, el mayor centro astronómico del planeta: el observatorio A.L.M.A. (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array). El corazón de esta colosal obra de ingeniería llamada a ser el nuevo oráculo del universo en la Tierra está fabricado con tecnología española.