Testigo protegido del Madrid Arena: “Dos ‘ultrasur’ entraron con petardos y los utilizaron”

Un testigo protegido que acudió el pasado 1 de noviembre a la fiesta del Madrid Arena ha asegurado a la Policía que dos chicos pertenecientes a los “Ultra Sur”, radicales del Real Madrid, entraron a la macrofiesta con petardos. Por lo menos, uno de ellos llegó a utilizarlos dentro de la sala.

Así lo narra el testigo, según el atestado policial de 198 páginas al que ha tenido acceso este diario. El testigo, según el documento policial, pone voz a una amiga suya que no quiso acudir a la Policía por el miedo a que sus dos conocidos hayan tenido alguna responsabilidad en los hechos, que provocaron la muerte de cuatro chicas y que dejó a otra en estado de extrema gravedad.

Los dos jóvenes se llaman Romok y Eugenio, y son aficionados radicales del Real Madrid. El segundo de ellos fue el que podría haber utilizado los petardos y, según las declaraciones, tendría antecedentes penales. El primero de ellos, del que se desconoce si llegó a utilizar el material, tiene un tatuaje en la parte interior del labio inferior que pone “Ultras”.

Este no es el único testigo que hace referencia a la presencia de radicales con petardos en la fiesta. Otro, también sin identificar, telefoneó a la Policía después de los hechos alertando de que tres miembros de grupos radicales, de entre 18 y 19 años, iban a llevar petardos a la macrofiesta. El testigo incluso llega a dar los nombres y apellidos de estas tres personas y apunta que son residentes del barrio de Salamanca.

En el atestado policial hay otros testimonios escalofriantes de testigos que estuvieron esa noche de Halloween en la fiesta celebrada en el recinto de la Casa de Campo de Madrid. Uno de los presentes comunicó a la Policía que antes de la avalancha que acabó con la vida de las cuatro chicas, él ya había vivido otra veinte minutos antes. “No hubo sólo una. Yo viví otra en la que el equipo de seguridad bloqueó deliberadamente las puertas y fue la multitud quien las abrió a la fuerza evitando una tragedia”, recoge el correo electrónico enviado a los investigadores. Este testigo añade que el estado de histeria de los de seguridad “gritando y empujando, lejos de calmar, generó mucha tensión. Yo viví una avalancha veinte minutos antes de la que provocó las muertes y me fui presa del pánico, además vi otra en una escalera. Fue una tragedia más que anunciada y más que evitable”, narra.

Tenía cinco filas encima

Estremecedora es la narración de una menor llamada Amor que vio morir a Katia, una de las víctimas. Tenía encima de ella cinco filas de personas. Poco antes de morir, le dijo: “Despídete de mi padre, que le quiero mucho”. Esta chica acudió a comisaría para explicar que el cordón de seguridad creado tras la avalancha –supuestamente integrado por miembros de la subcontrata Kontrol 34- impedía poder sacar a gente de la sala.

Esta testigo había recibido un mensaje de texto al móvil la noche anterior de un amigo suyo que le avisaba que él no iba a ir a la fiesta porque habían vendido 20.000 entradas cuando el máximo eran 10.000. Se había enterado a través de otra amistad que trabajaba con el Dj estrella de la noche.

Una de las narraciones más detalladas en el atestado policial remitido al juez encargado del caso, Enrique López Palop, es la del policía municipal que estaba aquella noche en la macrofiesta fuera de servicio. En un momento de la noche, notó un olor a pólvora, similar al producido al explotar un petardo o algo similar. Pudo observar que había personas agolpadas unas sobre otras en el momento de la avalancha, formando una “montaña humana”, y con un total de cinco o seis filas de altura. “Se encontraban tumbados o semitumbados unos encima de otros, alcanzando una altura de unos 170 centímetros aproximadamente”, especifica.

En un momento dado, el agente aprecia que en la parte baja de esa “montaña humana”, concretamente en el lado derecho del túnel de acceso a la pista principal, sobresale entre el resto de las personas atrapadas, el torso de una chica, de unos 19 años de edad, en estado grave, con las pupilas dilatadas y los labios entumecidos. La chica había perdido parte de la ropa y se encontraba sin uno de los zapatos. Con la ayuda de otros presentes, consiguió liberarla. La cogió en brazos e intentó sacarla para intentar asistirla, pero los momentos de tensión que se vivían dentro de la Sala le impidieron llegar hasta la puerta. La apoyó en una barra portátil de Coca-Cola e intentó, sin éxito, reanimarla.