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Cuando los videojuegos pueden 'matar'
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DOS MUERTOS EN DOS MESES POR JUGAR SIN CONTROL AL 'DIABLO III'

Cuando los videojuegos pueden 'matar'

El joven Chuang se pasó más de 40 horas jugando en un ciber al Diablo III, un juego de rol que sumerge al usuario en una

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Cuando los videojuegos pueden 'matar'

El joven Chuang se pasó más de 40 horas jugando en un ciber al Diablo III, un juego de rol que sumerge al usuario en una fantasía oscura y laberíntica. El joven comenzó su periplo online el 13 de julio en un cibercafé de Tainan, una ciudad situada al sur de Taiwan. Dos días después, un empleado entró en la habitación que el chico había reservado y le encontró apoyado sobre la mesa. Tras despertarle, Chuang se levantó, dio unos pasos y se desplomó en el suelo. Murió poco después de llegar a un hospital local, tal y como recoge The Australian.

No es la primera persona que muere por jugar al mismo videojuego. Un hombre de 32 años, Russel Shirley, fue encontrado muerto en su piso tras jugar tres días sin interrupción. La víctima, que llevaba un estilo de vida muy sedentario, padecía una enfermedad cardiaca y problemas respiratorios. A pesar de esto, solicitó tres días libres en el trabajo para poder jugar al videojuego Diablo III sin interrupción, lo que supuso un fatal desenlace para su precario estado de salud.

Antes que ellos se cuentan aún más casos. En 2007, un surcoreano de 26 años de apellido Zhang, se derrumbó mortalmente después de pasar los siete días de unas vacaciones jugando al ordenador. Atribuir directamente la causa de la muerte al videojuego puede ser bienaventurado, pero lo cierto es que el joven padecía de sobrepeso y su actividad física era completamente nula, según declararon los padres, por lo que estar una semana delante de una pantalla no le benefició.

Dos años antes otro surcoreano, Lee,  murió después de jugar durante 50 horas al Starcraft, otro juego de estrategia en línea. Y hace apenas un año, un británico de 20 años, Chris Stamforth, también murió tras pasar 12 horas seguidas jugando a su Xbox, según el Dailymail. El cuerpo del joven colapsó tras sufrir una trombosis venosa profunda, una especie de coágulo sanguíneo que pudo complicarse por su completa inactividad física y el ritmo sedentario que solía llevar.

Con la evolución de Internet, los videojuegos se han convertido en una nueva opción de ocio en grupo. La sensación de compañía es engañosa, porque a pesar de que el individuo siente que está acompañado, realmente está solo y su aislamiento aumenta frente a la pantalla. Un uso descontrolado puede hacerle perder la noción del tiempo mientras desprecia el cuidado de su salud física y mental.

 “El ser humano tiende a la adicción”, afirma el doctor en Psicología y en Enfermería, Javier Urra. Según explica, hay personas con menor capacidad para afrontar las adicciones, ya sea al alcohol, al juego (ludopatía), al tabaco o a “cualquier tipo de droga”, motivado en parte por no tener un buen círculo familiar o de amistades que le ayuden a limitar sus deseos. Por tanto, el aislamiento provoca que consumamos nuestro particular vicio “de una forma compulsiva”, hasta el punto de “hacernos olvidar tareas tan básicas y esenciales como comer y hacer ejercicio”.

Asimismo, prestar demasiada atención a una pantalla es una “tarea agotadora” que requiere un gran esfuerzo mental para el jugador”, lo que empeora “si además interrumpe o descontrola sus horas de sueño”, indica.

“El problema lo tiene la persona, no el medio”

“El objetivo primario de un videojuego es que la gente se divierta, y obviamente la diversión es adictiva”, explica el director editorial de Virtual Toys, Gilberto Sánchez. “La persona que tiene un problema psicológico, lo puede derivar hacia la consola de forma perjudicial, como puede hacerlo con cualquier otro vicio”, indica. En este sentido, comenta que el videojuego no es un mundo distinto al de otros sectores del entretenimiento.

Sánchez argumenta que el problema lo tiene la persona, no el medio. “Quien pasa dos días delante de un videojuego sin parar es un enfermo, no lo podemos comparar con una persona que se dosifica los tiempos de juego y se alimenta adecuadamente”, añade. La misma premisa sostiene Urra al enunciar que “el problema no está en el cuchillo, sino en la mano que lo sostiene”.

Controlarlo desde la infancia

 “Los padres deben regular el tiempo que sus hijos emplean ante los videojuegos”, explica la psicóloga Silvia Ávila. Además, indica que “no es conveniente dejarles siempre la opción de jugar, sino que deben verlo como un premio”, apunta. De modo que cuando ven recompensada su buena actitud, aprenden a valorar más el tiempo que pasan frente a la pantalla, así como el propio videojuego, añade.

El responsable de Virtual Toys reconoce que su hijo comparte su misma pasión por los videojuegos, pero que siempre le hace anotar la hora a la que empieza a jugar y a la que acaba para establecer un límite. “Considero que si un niño juega entre una y dos horas diarias puede ser razonable, pero si las cinco horas que tiene libre al venir del colegio las dedica al videojuego, entonces sí podemos hablar de dependencia”, afirma.

Todo esto ayuda a que los niños y adolescentes aprendan conductas que más adelante le ayuden a consumir videojuegos por sí mismo de una forma correcta. Sin embargo, no es un entretenimiento limitado a los jóvenes. Según un estudio de la Asociación Española de Distribuidores y Editores de Software y Entretenimiento (ADeSe), en España el 24% de los adultos juega ya de forma habitual. De esos adultos, un 15% tiene entre 35 y 44 años, de forma que la edad media de los gamers mayores de 14 años supera la treintena.

Según Ávila, la primera señal de aviso se produce cuando la adicción nos hace “aparcar” tareas importantes como el trabajo, los estudios, o las relaciones personales. “Son pequeños avisos que conviene cortar desde el principio”, afirma. “Hay que anticiparse antes de que la adicción te supere”, comparte Javier Urra.