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La CIA entra en pánico: Trump recibirá los informes secretos de inteligencia
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GENERA DUDAS DE PROTOCOLO

La CIA entra en pánico: Trump recibirá los informes secretos de inteligencia

El republicano leerá los informes como gesto de cortesía presidencial para que los potenciales sucesores se familiaricen con las amenazas a la seguridad nacional

Foto: Donald Trump firmando autógrafos en Oregon, el pasado viernes. (Reuters)
Donald Trump firmando autógrafos en Oregon, el pasado viernes. (Reuters)

El presunto candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, ha dicho estar deseando echar un ojo a los informes secretos de inteligencia que le corresponderá leer como nominado. Es una vieja tradición, un gesto de cortesía presidencial para que los potenciales sucesores se familiaricen con las amenazas a la seguridad nacional y lleguen al despacho oval con los deberes hechos.

El problema es que Donald Trump genera dudas de protocolo. El magnate ha sido criticado por demostrar escaso conocimiento del paisaje internacional, ignorar los nombres de grupos considerados terroristas, insultar al vecino México, expresar admiración por adversarios como el presidente ruso, Vladímir Putin, y proponer medidas que atentan abiertamente contra la legalidad internacional, como restaurar la tortura o bombardear a las familias de los terroristas.

A parte de la comunidad de espías no les gusta la idea. El exanalista de la CIA Aki Peritz escribe que Trump es “un hombre sin filtro” y que “separar sus pensamientos de sus declaraciones públicas nunca ha sido su fuerte. Ha tuiteado cosas dudosas, a veces falsas, que lee en internet; ha vociferado estadísticas de delincuencia falsas e incluso no tiene problema en citar a Benito Mussolini (…) Así que, ¿cuáles serían las consecuencias si Trump revela algo clasificado en la campaña?”.

El millonario también despierta dudas morales en la oposición y en su partido. “No se pensaría dos veces tomar información clasificada y hacerla pública si pensase que serviría a sus objetivos políticos”, dijo el senador de Connecticut, el demócrata Chris Murphy, que acusó al magnate de no tener “una base ética y moral”. En las últimas horas, el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, el conservador de mayor rango, dijo no estar “preparado” para apoyar a Trump, igual que los dos expresidentes republicanos vivos: George H. W. Bush y George W. Bush.

A diferencia de los otros candidatos, Trump nunca ha tenido cargo público alguno. Hillary Clinton fue secretaria de Estado y Bernie Sanders, como senador de Vermont, tiene acceso a material clasificado. Los candidatos sin experiencia política son una rareza. El último aspirante que se presentó sin haber tenido cargo público fue Dwight Eisenhower en 1952; había sido militar. Concretamente, comandante supremo de los aliados en Europa durante la segunda guerra mundial.

El portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, dice tener plena confianza en que Hillary Clinton hará un uso responsable de los informes, pese a la polémica por haber utilizado su cuenta de correo personal para asuntos de Estado. Pero Earnest no se atrevió a decir lo mismo de Trump y dejó el asunto en manos de la rama de seguridad. “Imagino que no puedo ofrecer mi opinión (..). La Casa Blanca no interferirá en las decisiones tomadas por la comunidad de inteligencia”, declaró.

El Director Nacional de Inteligencia, James R. Clapper Jr., aseguró la semana pasada que las agencias ya estaban trabajando para comenzar a informar a los candidatos después de las convenciones de julio. Clapper dijo que el presidente, Barack Obama, no intervendrá en el proceso.

Una vez se confirma a los candidatos, las agencias de inteligencia les hace por separado un “informe preelectoral”. El informe consiste en una reunión de varias horas para demostrarles “que han entrado en un mundo más grande”, en palabras de Michael J. Morell, exdirector de la CIA. Para hacerles saber que cualquier cosa que digan puede tener consecuencias globales.

El informe es una reunión para demostrarles "que han entrado en un mundo más grande" y que cualquier cosa que digan puede tener consecuencias globales

La tradición data de la posguerra mundial. El presidente Harry Truman había llegado al despacho oval casi de improviso, tras la muerte de Roosevelt en 1945, con poca experiencia en cuestiones de inteligencia. No sabía nada, por ejemplo, del Proyecto Manhattan. Para que su sucesor no tuviese que pasar por lo mismo, permitió a los candidatos de la época acceder a información clasificada.

La noche electoral, dos equipos de la CIA esperan en el cuartel general de los candidatos. Cuando se conoce el ganador, proceden a explicarle en detalle cómo está la seguridad nacional. El equipo que esperaba en las oficinas del perdedor se marcha sin más.

El presunto candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, ha dicho estar deseando echar un ojo a los informes secretos de inteligencia que le corresponderá leer como nominado. Es una vieja tradición, un gesto de cortesía presidencial para que los potenciales sucesores se familiaricen con las amenazas a la seguridad nacional y lleguen al despacho oval con los deberes hechos.

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