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Adiós a Voltaire: la reforma de Hollande amenaza con destruir la escuela pública
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MILES DE PROFESORES MARCHAN CONTRA LA LEY

Adiós a Voltaire: la reforma de Hollande amenaza con destruir la escuela pública

La reforma contra la que protestaron miles de profesores responde, según el Gobierno, a la necesidad de eliminar el “elitismo” en la escuela estatal y de sacar a Francia de la cola de la calificación de PISA

Foto: Profesores franceses protestan en París contra la reforma educativa con un cartel que reza: "La muerte del bilingüismo". (Reuters)
Profesores franceses protestan en París contra la reforma educativa con un cartel que reza: "La muerte del bilingüismo". (Reuters)

Miles de profesores franceses hicieron pellas este martes para protestar contra el proyecto de ley de enseñanza secundaria del presidente Hollande, que podría llevar a muchos padres a refugiar a sus hijos en las escuelas privadas. La reforma será aplicada en el año 2016, a pesar de todo.

“Yo he sido profesora de la escuela pública republicana y he estado orgullosa de ello. Mis hijos han estudiado en colegios públicos pero, ahora mismo, prefiero que mi nieta vaya a un colegio privado”. Gisèle Colomb, maestra jubilada, forma parte de la marea de miles de manifestantes que ayer salieron a las calles de Francia. Para esta exprofesora de Geografía e Historia, su actitud nada tiene que ver con la guerra ideológica que Francia vive hoy en favor o contra de la reforma de la enseñanza del tercer ministro de Educación en tres años de Gobierno del presidente François Hollande.

Najat Vallaud Belkacem, la responsable del Ministerio más sensible de Francia desde hace nueve meses, acapara la atención de enseñantes, intelectuales, padres y políticos después de que diera a conocer la reforma del college, el equivalente de la ESO española, que en Francia ocupa de los 11 a los 15 años.

Adiós al latín y a Voltaire

Del farragoso texto, indescifrable incluso a primera vista para los profesores, se han destacado algunas propuestas que han servido para incendiar los ánimos: la desaparición progresiva de la enseñanza del latín y el griego como materias independientes; la eliminación de las clases bilingües; la reducción de las horas dedicadas a otras lenguas extranjeras y, más sensible todavía, la reforma del contenido en el estudio de la historia de Francia y, en especial, del “Siglo de las Luces”.

El estudio de Voltaire, Montesquieu, Rousseau… la base de los conceptos de Liberté, Egalité y Fraternité, pasará a ser facultativo”, se escandaliza Gisèle Colomb. Los capítulos de la reforma son, en algunos puntos, tan ambiguos que han propiciado todo tipo de interpretaciones, incluidas las políticamente interesadas de la oposición de centro-derecha y el Frente Nacional.

El islam, ¿prioritario?

Uno de los aspectos más criticados ha sido la denuncia de que el estudio del islam es presentado como prioritario frente al cristianismo. Para el filósofo Pascal Bruckner, “no se trata de una elección arbitraria, sino ideológica. Existe una voluntad de apertura hacia el islam, una preocupación por complacer a los recién llegados, suprimiendo todo lo que les puede chocar: la enseñanza de otro monoteísmo y el ejercicio del espíritu crítico. (…)¿Cómo comprender lo que somos si no sabemos de dónde venimos? Es decir, de un país de cultura católica y republicana”.

No ha hecho falta llegar a esta última reforma para que los alumnos de la secundaria francesa desconozcan la historia de las religiones y sus símbolos. “En la visita a un museo, un alumno me preguntó hace años que quién era ese tío que se elevaba por encima de los árboles”, cuenta Colomb. Se trataba de un cuadro sobre la Ascensión. Para nuestra profesora jubilada, “la decadencia en la enseñanza de la historia, y de la historia de las religiones en particular,comenzó hace tiempo, y los Gobiernos de derecha son también responsables”. Hay que recordar, además, que durante el Ejecutivo de Sarkozy se redujeron las plazas de profesores y se eliminó la formación permanente de enseñantes.

La ultrasensibilidad que se detecta en Francia hacia el islam, especialmente desde los atentados de enero, explica el resquemor de muchos. Y una prueba de que el texto del proyecto carece de concreción es que uno de sus redactores ha tenido que aclarar que “la enseñanza del islam no significa aprender la teología, sino estudiar el islam como religión, sociedad y cultura”.

Huir hacia el colegio privado

La reforma responde, según la Ministra y el Gobierno, a la necesidad de eliminar la desigualdad y el “elitismo” en la escuela estatal. Intenta, asimismo, sacar a Francia de pelotón de cola de la calificación de PISA y evitar la sangría de 150.000 jóvenes que se enfrentan a la vida sin haber terminado sus estudios.

Además, la ley introduce la Enseñanza Práctica Interdisciplinaria (EPI). En el futuro, un 20% del tiempo de clases se dedicarán a la EPI, que consiste en que profesores de asignaturas diferentes darán clases conjuntas, con el fin de hacer la enseñanza más lúdica y “evitar el aburrimiento”.

En aras de la eliminación de ese supuesto “elitismo”, el alemán, el latín y el griego serán sacrificados en la escuela pública. Para Stephan Martens, profesor de universidad y germanista, “este proyecto desesperante opone una vez más a Ministerio y sindicatos, asignaturas contra asignaturas, a familias ricas y pobres, sin tener en cuenta que suprimir 3.700 clases bilingües, consideradas elitistas, afecta al 16% de los alumnos”.

Martens no esconde su enfado en las páginas de debate del diario Le Monde: “Se actúa como si las nociones de mérito y esfuerzo correspondieran sólo a una clase social; como si aprender a vencer las dificultades fuera exclusivo de los alumnos de clases favorecidas”.

La especialista de Educación del semanario Le Point, Sophie Coignard, considera que el proyecto de reforma es el resultado de un “delirio de pedagogos”. Como Martens y el resto de opositores a la reforma, Coignard está segura de que muchos alumnos de la escuela pública se irán a las privadas para poder seguir estudiando lenguas extranjeras, latín o griego. Es otra de las críticas que se le achacan al proyecto: querer nivelar a todos a partir del peor de la clase.

Hay otro capítulo de la reforma vilipendiado, en este caso, por los sindicatos más a la izquierda. Es el referido a la autonomía de la que disfrutarán los colegios. Para sus detractores, las diferencias entre escuelas serán aún mayores, ya que unas tendrán más presupuesto que otras para llevar adelante diferentes iniciativas. “La autonomía”, aseguran, “multiplicará los guetos”.

La ofensiva de los intelectuales

Intelectuales como Michel Onfray, Regis Debray, Alain Finkielkraut o Pierre Nora han mostrado su rechazo al nuevo plan de enseñanza. En un momento de relajación de su autocontrol, la ministra los tachó de “pseudointelectuales”. A los que no pudo descalificar de ese modo fue a sus camaradas de partido, como el dos veces ministro de Educación Jack Lang, o al primer jefe de Gobierno de Hollande, Jean Jacques Ayrault, dos de los socialistas que han criticado machaconamente el plan.

Lang, ahora presidente del Instituto del Mundo Árabe, ha manifestado que “no tiene sentido destruir lo que funciona”. El exministro fue el inspirador del aumento del estudio de lenguas extranjeras en la secundaria, mientras que Ayrault y su mujer han sido profesores de alemán.

En campaña electoral permanente, no es extraño que la enseñanza haya acaparado la atención política. Que el centro-derecha aprovechara la polémica era esperado. Nicolás Sarkozy, aspirante a candidato de su partido en las presidenciales de 2017, no desaprovechó la ocasión: “La reforma es desastrosa y puede que irreversible para nuestra República”. Hasta 250 parlamentarios del centro y de la derecha han escrito una carta para pedir la retirada de la ley.

Ministra símbolo

Pese a las críticas, Hollande había ordenado a su Gobierno y a su primer ministro hacer todo lo posible para salvar a la soldado Vallaud-Belkacem. Manuel Valls se ha quedado afónico defendiendo más a la persona que a la reforma. Najat Vallaud-Belkacem, de 37 años, la primera mujer que lidera la cartera de Educación en la historia de Francia, tiene ya un currículum político amplio. Descubierta por el alcalde de Lyon, el socialista Gerard Collomb, y nacida en Marruecos, ha sido portavoz de Segolène Royal y del Gobierno Ayrault; ministra de Deportes y Juventud, además de ministra de Derechos de las Mujeres. En esa etapa, fue objeto de encarnizados ataques de los ultraconservadores, que laacusaban de querer imponer la teoría del género.

Para muchos, incluso dentro de las filas socialistas, el verdadero valor de la protegida de Hollande es un misterio. Su acción se confunde a menudo con su comunicación y tiene fama de utilizar la no lengua que los franceses llaman “langue de bois”, hablar para no decir nada concreto. El Gobierno achaca los ataques hacia ella al racismo y al machismo. Sus opositores señalan que sólo está en el Ejecutivo precisamente por ser mujer y haber nacido en el extranjero. Para ambos bandos, es un símbolo.

Miles de profesores franceses hicieron pellas este martes para protestar contra el proyecto de ley de enseñanza secundaria del presidente Hollande, que podría llevar a muchos padres a refugiar a sus hijos en las escuelas privadas. La reforma será aplicada en el año 2016, a pesar de todo.

François Hollande Manuel Valls
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