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…Y Al Qaeda se adueñó de la revolución
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LOS YIHADISTAS CONTROLAN EN SIRIA TODOS LOS ASPECTOS DE LA VIDA SOCIAL

…Y Al Qaeda se adueñó de la revolución

Grupos islamistas de carácter radical se han establecido en las áreas liberadas de Alepo y controlan todos los aspectos de la vida social

Foto: Un combatiente del grupo islamista radical al-Nusra, en una calle de Aleppo (Reuters)
Un combatiente del grupo islamista radical al-Nusra, en una calle de Aleppo (Reuters)

Dos mujeres sirias tapadas de los pies a la cabeza caminan entre los puestos de frutas y verduras del mercado de Tareq Al Bab. Las observa un hombre de barba espesa y turbante negro que, con un kalashnikov al hombro, observa desde una esquina el movimiento de la gente. “Mi madre nunca habría usado el velo. Incluso cuando algunas mujeres del barrio se lo pusieron, ella se negó”, cuenta Abed Mehmed, un periodista de Alepo.

No hace mucho que sus padres se marcharon a Masharqa (una de las áreas de Alepo que permanecen bajo control de las fuerzas del régimen de Bachar Al-Asad), porque no estaban de acuerdo con las imposiciones de los grupos islamistas radicales, que han echado raíces en la ciudad. Mehmed, por el contrario, aún cree en la revolución que iniciaron jóvenes activistas como él hace más de dos años y medio. Ha decidido seguir luchando por su sueño.

El barrio de Tareq Al Bab en el que nos encontramos es conocido entre los lugareños por el nombre de ‘La Primavera Árabe’. Lo bautizaron así porque fue uno los primeros distritos de Alepo que los rebeldes liberaron hace un año. Pero, cada día que pasa, está más islamizado.

“Los yihadistas controlan la vida social”

Mehmed vive con un grupo de jóvenes activistas y la mayoría de ellos creen que los radicales les han robado su revolución. “Ahora estamos luchando contra dos enemigos; el régimen y los yihadistas”, denuncia Husein Yitan, de 27 años. Desde el pasado mes de febrero, grupos islamistas radicales como el Frente al Nusra -una escisión del Estado Islámico de Iraq y del Levante (ISIL)- el mismo ISIL y Ahrar el Sham se han establecido en las áreas liberadas de Alepo y controlan todos los aspectos de la vida social.

placeholder Combatientes del frente al nusra limpian sus armas en alepo (reuters)

Han impuesto códigos de vestimenta islámica a las mujeres. También están controlando la educación en las mezquitas. Pero lo peor de todo es que la mayoría de ellos llegan del extranjero y no les importan los sirios. Simplemente vienen a luchar aquí e imponen sus propias reglas”, denuncia Abd Qader, otro activista de Alepo.

Antes de la revolución, el régimen de Bachar Al Asad prohibió la educación en las madrasas (escuelas coránicas) o en las mezquitas. Cualquier actividad de la organización de los Hermanos Musulmanes era perseguida y se castigaba con penas de cárcel. “Ahora no hay ningún control en la educación y cualquier Imán puede enseñar a los niños en las mezquitas”, lamenta Abu Husein, profesor de inglés que ha ejercido durante 35 años.

Caridad con el sello de Al Qaeda

Cada grupo yihandista tiene su propio cuartel general, en antiguos edificios gubernamentales, y dirigen esa zona. Funcionan como una especie de gobernación local. Se encargan de suministrar la electricidad y el agua, tienen su propia red de autobuses urbanos, escuelas en las mezquitas y asociaciones caritativas para ayudar a las familias que han perdido al cabeza de familia luchando en el frente.

placeholder La bandera del Frente Al Nusra en la plaza principal de Raqqa (Reuters)

Estos grupos radicales, muchos de ellos aliados de Al Qaeda, han impuesto sus leyes morales y controlan el consejo de la Sharia, un tribunal extrajudicial cuyo único código de leyes es el Corán.

“El otro día estaba en una pollería y un chico de unos 15 años comenzó a criticar al Frente al Nusra. De repente llegaron dos hombres armados y se lo llevaron”,advierte Rafed.

“Nadie puede denunciar a estos grupos radicales, ni siquiera los jueces podemos intervenir en estos casos. Estamos en guerra y todo está permitido”, advierte Abu Muhlis, portavoz del Consejo de Tribunales Unificado. Esta institución seformó en noviembre de 2012 para crear una única autoridad legal, más o menos regulada,y terminar con los procesos extrajudiciales que aplicaban las diferentes katibas (brigadas) del Ejército de Liberación sirio (ELS).

Pero desde que los yihadistas, muchos de ellos extranjeros, empezaron a penetrar por las fronteras sirias, sus grupos han tomado el control de muchas de las áreas liberadas, lo que ha provocado enfrentamientos entre el ELS y el Frente al Nusra o el ISIL.

“Siria se convertirá en un nuevo Iraq”

Los islamistas radicales se han enfrentado con grupos rebeldes en el paso de Bustan al Qasr, el único corredor que permite a los civiles que viven en las zonas bajo control del Gobierno de Al-Asad abastecerse de alimentos, otros suministros y medicinas. Desde hace un mes, el ISIL se ha hecho con este paso, bloqueando la entrada de alimentos a los barrios bajo control del régimen sirio.

placeholder Un combatiente del Frente Al Nusra (Reuters)

Cerca de tres millones de personas están sufriendo el cerco islamista de Alepo. La situación se ha vuelto caótica y todos los días hay enfrentamientos en el paso de Bustan al Qasr, lo que ha provocado que los precios de alimentos se disparen; un simple kilo de tomates, que normalmente cuesta 30 céntimos, ahora vale 3,5 euros.

“Yo antes apoyaba la revolución porque queríamos la libertad. Pero tanto el régimen como los otros son la misma dictadura”, critica Abu Abda, de 45 años. “Si la comunidad internacional hubiera apoyado la revolución desde el principio, en Siria no habría ahora grupos radicales como el Frente al Nusra y el ISIL. Y cuanto más tiempo pase la situación será irreversible: el país se convertirá en un nuevo Iraq”, denuncia Ahmad Assuz, jefe del Consejo Civil de Alepo.

Dos mujeres sirias tapadas de los pies a la cabeza caminan entre los puestos de frutas y verduras del mercado de Tareq Al Bab. Las observa un hombre de barba espesa y turbante negro que, con un kalashnikov al hombro, observa desde una esquina el movimiento de la gente. “Mi madre nunca habría usado el velo. Incluso cuando algunas mujeres del barrio se lo pusieron, ella se negó”, cuenta Abed Mehmed, un periodista de Alepo.

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