La pinza Santamaría-Cospedal y el peso de Feijóo liquidaron la reforma del aborto

Soraya Sáenz de Santamaría, como guardiana del Consejo de Ministros, María Dolores de Cospedal, por omisión desde el aparato de Génova, y Alberto Núñez Feijóo, como referente de los barones del partido, fueron las tres piezas claves del marianismo que liquidaron la reforma de la ley del aborto y la carrera de su promotor, Alberto Ruiz-Gallardón. Son los protagonistas más citados en el Partido Popular de un drama sin solución desde enero pasado que Mariano Rajoy no afrontó hasta julio y cuyo desenlace no quiso ver el autor hasta septiembre.

En el PP reconocen su propio fracaso de fondo en todo el episodio, que evidencia la división en sus filas por la regulación del aborto, pero también se comprueba un gran alivio al librarse del ministro que actuaba por su cuenta, “como si no fuera del partido y sus objetivos fueran ajenos al partido”. Eso lo comparten en todos los medios y niveles de la organización. Se refieren a las peleas de Ruiz-Gallardón con todos los estamentos de la Justicia, las asociaciones más próximas y la dejadez ante los casos que les afectan más directamente, como los de Bárcenas y Gürtel. Y a las imputaciones, dicen que sin fundamento, de sus dirigentes regionales a cargo de fiscales “progresistas”.

“Da igual a quién ponga pero que sea del PP”, comentaban en fuentes de la dirección sobre sus preferencias para sustituir a Ruiz-Gallardón. Al final, ni siquiera un militante. Rajoy no ha querido dar más peso político a su gabinete como hubieran preferido en Génova y con Rafael Catalá, en Justicia ahorma un equipo aún más marianista que antes: sale el “verso suelto” y entra otro tecnócrata de la absoluta confianza del jefe del Ejecutivo.

Relevo en clave femenina: entre Pastor y Mato

El nuevo notario mayor del reino empezó en política con Rajoy en 1996 en Administraciones Públicas y era ahora secretario de Estado en Fomento con Ana Pastor, amiga personal del presidente del Gobierno. El clan gallego y de Pontevedra demuestra su influencia. En los nombres y en la propia operación del relevo en la cartera y cambio de responsabilidades para “parchear” la ley del aborto (le toca a Ana Mato, otra favorita del jefe del Ejecutivo) están todos los ingredientes de la salida del Gobierno de Ruiz-Gallardón.

“Ni nuestras jefas se han puesto de acuerdo”, señalan en Génova ante los movimientos de la vicepresidenta del Gobierno, la secretaria general del partido, la ministra de Sanidad, la de Fomento, la presidenta del gobierno de Aragón o, en el otro extremo, la vicepresidenta del Congreso o la alcaldesa de Zamora (Rosa Valdeón), partidarias de “la ley Aído” y más.

Ruiz-Gallardón chocó con todas las mujeres de Rajoy. Primero no se molestó en informar a María Dolores de Cospedal sobre el contenido de su proyecto. En consecuencia, la secretaria general del PP decidió quedarse al margen por considerarlo un asunto del Gobierno. Las discrepancias salieron a la luz desde el comité ejecutivo del partido celebrado el pasado día 8 de enero.

Durante seis meses y por órdenes de Rajoy, la vicepresidenta del Gobierno se cuidó de mantener congelado en La Moncloa el anteproyecto del ministro de Justicia mientras los principales dirigentes del PP lanzaban mensajes contradictorios sobre la reforma del aborto y se confirmaba que a casi nadie le convencía el contenido de la reforma.

Sólo Luisa Fernanda Rudi se atrevía a salir en defensa de los principios de anteproyecto, pero tampoco entraba en los detalles. Sáenz de Santamaría repetía que faltaban los informes preceptivos para adaptar el texto y el ministro que no renunciaba a lo básico (sistema de supuestos y exigencia de filtros para los casos de las malformaciones. Así hasta las elecciones europeas y luego, en junio, entró en vigor la respuesta de que “no había consenso” (interno, se deducía).

Feijóo por delante de los demás barones

En el PP reconocen ahora la oposición frontal de Sáenz Santamaría a tramitar el anteproyecto como quería Gallardón, que Cospedal rechazaba meterse en ese debate y tampoco le gustaba el texto, igual que a los principales barones regionales del partido, con Alberto Núñez Feijóo al frente. Juan Antonio Monago era más activo en público, pero el presidente de la Xunta de Galicia se presentaba como el más contundente en privado. Y es el que tiene más influencia en Rajoy.

Desde el verano, en el Ejecutivo y en Génova daban por hecho que el anteproyecto de Ruiz-Gallardón se iba a quedar en el cajón de Sáenz de Santamaría. El ministro recibió un segundo aviso de Rajoy. Hacía meses que había perdido la confianza. No había cumplido la orden que le dio en enero para que adaptara el texto a las variadas posiciones que convivían en el PP. Ni el ministro se molestó en ello ni la misión era fácil: unos dirigentes opinaban que bastaba con suprimir la posibilidad de que las menores aborten sin conocimiento de los padres, otros que volver a la ley anterior y casi nadie meterse en el lío de defender el ultramoderno y detallista proyecto del ministro.

Al final, por una vez, Sáenz de Santamaría y Cospedal se han unido en una causa como ha sido frenar a Ruiz-Gallardón. Rajoy ha cubierto el puesto del obligado a dimitir con el “número dos” de su amiga Ana Pastor y ha encargado paliar el fracaso de la reforma del aborto a la ministra de Sanidad, Ana Mato. Todo queda entre mujeres, muy marianistas por supuesto.