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Génova abre la operación para recuperar el PP de Madrid tras la salida de Aguirre
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GONZÁLEZ VOLVERÁ A LA DIRECCIÓN NACIONAL DEL PARTIDO, DE DONDE LE EXPULSÓ RAJOY EN 2008

Génova abre la operación para recuperar el PP de Madrid tras la salida de Aguirre

El PP despide a Esperanza Aguirre con todos los honores y elogios posibles, como referente que ha sido del partido, pero de puertas adentro de la

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Génova abre la operación para recuperar el PP de Madrid tras la salida de Aguirre

El PP despide a Esperanza Aguirre con todos los honores y elogios posibles, como referente que ha sido del partido, pero de puertas adentro de la dirección también hay cierto alivio: se va la única voz crítica y con peso en la organización que quedaba. A disidente que se retira, puente de plata. Otra cosa es cubrir el espacio vacío que deja la presidenta del partido en Madrid. La primera reacción fue de desconcierto; no se esperaban en la sede central que la presidenta de la Comunidad de Madrid dejara el cargo al menos hasta la mitad de la legislatura. Que no se presentaba otra vez a las elecciones autonómicas lo había medio anunciado y que cuando se fuera iba a dejar al frente del ejecutivo a ‘su’ Ignacio González se daba por descontado. Pero en Génova prefieren otros candidatos (mujeres) para las próximas elecciones.

El repaso por las reacciones oficiales de admiración y agradecimiento desde el PP hacia Esperanza Aguirre, la primera la de Mariano Rajoy y la mayoría sinceras, deja claro que la dirección nacional del partido quiere una transición tranquila en Madrid. Exaltación de la figura de la presidenta de la Comunidad por sus años de servicio, pero silencio sobre el sucesor recién nombrado. El control absoluto que Aguirre tiene sobre la organización regional del PP y del grupo parlamentario asegura a González la presidencia, y sin la más mínima contestación. La carrera por la cabeza de la candidatura para las elecciones autonómicas de mayo de 2015 empezará después, automáticamente, con la dirección nacional dispuesta a opinar, influir y hasta a decidir.

El Partido Popular de Madrid no es obra de Aguirre pero hasta Aguirre nadie había controlado como ella la organización regional: cargo a cargo y pueblo a pueblo. “González puede ser un crítico, pero no es un peligro”, dicen en fuentes del PP para explicar que el hoy vicepresidente de la Comunidad y secretario general del partido en Madrid manda mucho, pero por delegación de su jefa, que no le ven en la tesitura de echar pulsos o plantar cara a Rajoy. De hecho, lleva meses sin meterse con nadie.

Los ataques de Ignacio González al ahora presidente del Gobierno, como los que lanzó en 2008 antes del congreso de Valencia, siempre se tenían en cuenta como mensajes de Esperanza Aguirre. El futuro presidente de la Comunidad de Madrid sostenía que el PP llevaba meses sin dirección y que “las cosas no se están haciendo bien”. Rajoy, después de frenar en la citada asamblea los movimientos críticos con su gestión, le dejó fuera de la dirección mientras Aguirre sí seguía en el comité ejecutivo por ser presidenta de Comunidad Autónoma.

Antes incluso de ganar las elecciones generales de noviembre pasado Rajoy había integrado a casi todos los críticos de aquellas fechas que le acusaban de no saber mandar ni estar en condiciones de llevar de nuevo al PP al poder. A Carlos Aragonés le volvió a colocar en las listas al Congreso, y por Madrid. Lo mismo hizo con Gabriel Elorriaga. Incluso fueron ascendidos de diputados ‘rasos’ a presidentes de comisión: Cooperación Internacional para el Desarrollo para el ex jefe de gabinete de Aznar y Hacienda para el ex responsable de comunicación del partido.

Ignacio González pasará el mes que viene de ser vocal electo del comité ejecutivo a miembro nato del mismo en su nueva condición de presidente autonómico, el mismo puesto que deja Esperanza Aguirre. Y en Madrid asumirá toda la cuesta abajo de recortes, protestas y desgaste que a su jefa le quedaba por delante en los próximos años.

“Esperanza ha llevado al PP en Madrid y a la Comunidad a los mejores resultados electorales y a una etapa de crecimiento y éxitos de gestión que no podía superar”, recordaban también en los mismos medios para destacar que a partir de ahora se le abría por delante una etapa de sinsabores y falta de presupuesto para ejecutar cualquier proyecto. Es el panorama que tiene por delante Ignacio González: sufrir la impopularidad de los nuevos recortes y la oposición cerrada de los socialistas, sindicatos y todo sector social que se sienta perjudicado por la gestión de la Comunidad.

La ventaja que pueda tener González para ser el próximo candidato del PP en los comicios autonómicos por ser el presidente de la Comunidad la pierde por estar en primera línea de desgaste por culpa de la crisis. Para los comicios no hay ‘tapados’, sino figuras emergentes, muy bien vistas por la dirección del PP y que están ya en el gobierno de la Comunidad (Lucía Figar) o al frente de la delegación en el Ejecutivo nacional (de Rajoy): Cristina Cifuentes.

Cambiar al presidente de un Gobierno autonómico a la hora de las elecciones para que otro dirigente del partido encabece las listas es algo normal en el PP. José María Aznar lo hizo con Jesús Posada en 1989. Le dejó al frente de la Junta de Castilla-León cuando él se puso al frente del PP nacional y luego nombró candidato a Juan José Lucas para los comicios de 1991.

El PP despide a Esperanza Aguirre con todos los honores y elogios posibles, como referente que ha sido del partido, pero de puertas adentro de la dirección también hay cierto alivio: se va la única voz crítica y con peso en la organización que quedaba. A disidente que se retira, puente de plata. Otra cosa es cubrir el espacio vacío que deja la presidenta del partido en Madrid. La primera reacción fue de desconcierto; no se esperaban en la sede central que la presidenta de la Comunidad de Madrid dejara el cargo al menos hasta la mitad de la legislatura. Que no se presentaba otra vez a las elecciones autonómicas lo había medio anunciado y que cuando se fuera iba a dejar al frente del ejecutivo a ‘su’ Ignacio González se daba por descontado. Pero en Génova prefieren otros candidatos (mujeres) para las próximas elecciones.