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De Sopena a Fran Llorente pasando por Urdaci: la ‘maldición’ de los jefes de informativos de TVE
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EL PP URGE EL RELEVO EN UN CARGO QUE DESPIERTA RECELO, SUSPICACIA Y HASTA ODIO

De Sopena a Fran Llorente pasando por Urdaci: la ‘maldición’ de los jefes de informativos de TVE

El director de los servicios informativos de Televisión Española es uno de los puestos sometidos a mayor vigilancia y crítica política. Su actual titular, Fran Llorente,

Foto: De Sopena a Fran Llorente pasando por Urdaci: la ‘maldición’ de los jefes de informativos de TVE
De Sopena a Fran Llorente pasando por Urdaci: la ‘maldición’ de los jefes de informativos de TVE

El director de los servicios informativos de Televisión Española es uno de los puestos sometidos a mayor vigilancia y crítica política. Su actual titular, Fran Llorente, parece tener los días contados tras la llegada de Mariano Rajoy a la Moncloa. El PP pretende alcanzar cuanto antes un acuerdo con el PSOE para nombrar al nuevo presidente de RTVE, paso previo al relevo del resto de cargos directivos. Los populares han denunciado de forma recurrente la falta de imparcialidad de Llorente, ignorando los premios y audiencia cosechados, y acusándole de poner la cadena pública al servicio de los gobiernos socialistas. Pero la polémica no es nueva. Durante toda la etapa democrática, el jefe de informativos del ente público ha despertado recelos, suspicacias o, directamente, odio.

Luis del Olmo definió a María Antonia Iglesias como una “rata sectaria” en 1992; mientras que casi 10 años después,  Carlos Floriano, secretario de Comunicación del PP, tachó a Llorente de “jefe de prensa del PSOE”. Desde 1981, quince periodistas han ejercido el cargo sin que nada haya cambiado y, probablemente, el próximo responsable de informativos deberá sobrellevar el lastre de haber sido designado tras el cambio de Gobierno.

Algunos profesionales lograron preservar su prestigio tras pasar por este cargo, como sucedió con Iñaki Gabilondo, Pedro Erquicia, José Luis Balbín o Diego Carcedo, pero a la mayoría les siguen persiguiendo acusaciones sobre su dependencia del poder. Por ejemplo, Iglesias, ahora reconvertida en tertuliana de La Noria, estuvo al frente de los telediarios entre 1990 y 1996, por lo que vivió la mayoría absoluta del PSOE, así como la cascada de informaciones negativas que caracterizó la última etapa del Gobierno de Felipe González. Además de la descalificación que le dedicó Del Olmo, ha recibido acusaciones de manipulación de periodistas de la casa como Rosa María Artal, expresentadora de Informe Semanal.

De la época socialista también destaca Enric Sopena, director del “periódico digital progresista” El Plural.com y polemista de La Noria. Entre 1985 y 1986 fue responsable de los informativos de TVE, por lo que protagonizó uno de los episodios de supuesta manipulación o error inoportuno más recordados. Emilio Butragueño había perforado la portería de la selección danesa en el Mundial de México 86, pero, sorprendentemente, en la segunda edición del telediario fueron las siglas del PSOE las que se rotularon sobre la imagen del Buitre, otorgando a los socialistas el tanto.

Pero la polémica no amainó con la llegada de José María Aznar a la Moncloa. La labor de Ernesto Sáenz de Buruaga, Javier González Ferrari y Alfredo Urdaci estuvo salpicada de denuncias de manipulación, incluyendo la recordada locución de las siglas de Comisiones Obreras como “cecé-oó”. Urdaci cumplió así, a su manera, con la condena de la Audiencia Nacional contra RTVE por el tratamiento informativo ofrecido durante la huelga general de 2002. La sentencia obligaba a emitir durante un día información sobre este fallo condenatorio en todos los telediarios, pero la forma elegida amplificó su repercusión, y todavía hoy se asocia a la imagen del expresentador.

Rajoy, entre torturas

Urdaci trabaja en la actualidad como responsable de comunicación del promotor Francisco Hernando, el Pocero, y dirige un programa matinal en 13TV. Su predecesor, González Ferrari, ha encontrado acomodo como presidente ejecutivo de Onda Cero, pero su mandato entre 1998 y 2000 también estuvo marcado por las críticas de la oposición, e incluso el entonces diputado Alfredo Pérez Rubalcaba reclamó su dimisión. Asimismo Sáenz de Buruaga (1996-1998), ahora voz matinal de la cadena Cope, ha quedado en la memoria de muchos como un hombre próximo a Aznar, no solo por su responsabilidad en RTVE, sino por su salto posterior a Antena 3.

Con estos antecedentes, no resulta extraño que Llorente se haya convertido en los últimos años en la diana de los dardos del PP. Nuevos errores o supuestas manipulaciones han agitado el ente público, como la aparición del diario La Gaceta en una pieza sobre medios de comunicación cerrados por la crisis; o la imagen de Rajoy intercalada en un reportaje sobre torturas en Irak en un informativo de La 2.

Pero la gestión Llorente también ha reportado éxitos como los premios Ondas, Nacional de Televisión o Javier Bueno de la Asociación de la Prensa de Madrid. Los datos de audiencia también respaldan su trabajo, ya que los telediarios de TVE disfrutan de un sólido liderazgo desde hace 53 meses. No obstante, en el PP se extiende la impaciencia, y todo apunta a que en las próximas semanas llegará a la corporación el decimosexto director de informativos desde 1981, a no ser que el repaso a la historia del cargo desanime a los aspirantes.

El director de los servicios informativos de Televisión Española es uno de los puestos sometidos a mayor vigilancia y crítica política. Su actual titular, Fran Llorente, parece tener los días contados tras la llegada de Mariano Rajoy a la Moncloa. El PP pretende alcanzar cuanto antes un acuerdo con el PSOE para nombrar al nuevo presidente de RTVE, paso previo al relevo del resto de cargos directivos. Los populares han denunciado de forma recurrente la falta de imparcialidad de Llorente, ignorando los premios y audiencia cosechados, y acusándole de poner la cadena pública al servicio de los gobiernos socialistas. Pero la polémica no es nueva. Durante toda la etapa democrática, el jefe de informativos del ente público ha despertado recelos, suspicacias o, directamente, odio.