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Alpargatas a 250 euros y ni siquiera son de esparto: así muere una cultura centenaria
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la artesanía muere pese al boom del mercado

Alpargatas a 250 euros y ni siquiera son de esparto: así muere una cultura centenaria

Las alpargatas están de moda, otra vez. Pero lo que compras no es esparto, es yute. El esparto está desapareciendo y el Gobierno ha puesto en marcha un plan para salvar esta cultura

Foto: Unas mini zapatillas hechas de esparto sobre una tela de yute. (Carmen Castellón)
Unas mini zapatillas hechas de esparto sobre una tela de yute. (Carmen Castellón)

6.000 retuits y subiendo. Hace unas semanas @xabibenputa subía a Twitter una fotografía de unas alpargatas de Ralph Lauren a 245 euros.

Algunos usuarios se mofaban de la ‘broma’ del precio cuando “en el mercadillo las compro a 7 euros”. Pero ni uno ni otro están comprando la típica zapatilla de esparto que se fabricaba a mano en los pueblos. Estamos comprando yute, una fibra natural tropical que crece en Bangladesh. De hecho, en la web de la lujosa marca no engañan a nadie y, además de decir que están hechas por artesanos del norte de España, especifican que es “suela de yute”. Solo hay que leer más allá del precio.

El 99% de lo que compramos no está hecho del esparto. Lo dice Pascal Janin, autor del Plan de Salvaguarda de la Cultura del Esparto, “uno de los mayores expertos en España y el Magreb” en el tema, según apunta la coordinadora del plan, María Pía Timón, de la Unidad de Etnología del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. “Conozco muchas empresas que viven del cuento diciendo que es esparto. El 99% no lo es”, apunta Janin. “El yute es más barato, la fibra es más larga y no es tan difícil trabajarla”, explica. Otro truco: si cuando llueve, la suela se apelmaza y queda impracticable, es yute. A simple vista, el esparto es más oscuro y mucho más rugoso.

Este francés se quedó fascinado en 1981 por nuestra cultura del esparto, por esas familias enteras que trenzaban en el patio de casa. Hoy hay pueblos donde ya no queda nadie que sepa trabajar el material y las nuevas generaciones han perdido la fuente original de conocimiento. “Esto es un drama. Esta cultura lleva más de 7.000 años, no hay nada comparable que se mantenga vivo. Es un hito, un tesoro y nadie le hace ni caso”, se lamenta. El plan del Gobierno estudia la posibilidad de presentar una candidatura conjunta con Marruecos para declarar este oficio Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Esto le permitiría tener más protección aunque ni hablar de fondos de Europa. “La comercialización no debe ser la única vía para mantenerlo vivo. ¿Si hay comercio hay artesanos? Claro, pero la transmisión del esparto se ha realizado antes de que existiera el comercio”.

En el plan, se pide a los pocos artesanos que quedan que se adapten a la demanda. Ya no hay quien compre objetos para el campo pero sí para la decoración. “Tienen que trabajar a medida, por encargo o a través de internet”. E incluso reinvertarse, mezclando texturas y una estética contemporánea, aconsejan.

La Espartería Juan Sánchez está en pleno centro de Madrid. Juan es la tercera generación que la regenta y hace unos cuantos años se le ocurrió comprar el dominio esparteria.com. No sabía si funcionaría pero hoy reconoce que entre el 50 y el 60% de sus ventas las tiene gracias a internet, a través de la tienda online o simplemente por estar presente en la red. “Vendo cosas para películas de época, para 'Éxodo' de Ridley Scott, 'Assasin’s Creed' o 'La promesa'”, cuenta Juan detrás del mostrador mientras atiende llamadas y clientes solo 15 minutos después de abrir la tienda. “Gracias a internet puedo vivir de esto”. Tiene un hijo de 14 años pero no sabe si seguirá sus pasos. “Si sigue bien, y sino, también. Es entendible. El mundo cambia y en 30 años ni lo vamos a reconocer”.

Ha visto como el esparto ha quedado denostado por las nuevas generaciones, que lo ven como algo "cutre" y de pueblo. Y como le regateaban el precio de un salvamanteles de esparto de 12 euros. “Esto lleva horas de trabajo pero la gente no lo valora. Prefiere el de los chinos. Pero el de esparto puede llevar fácil dos horas de trenzado por una persona que sabe, más darle forma y coserlo”. Ha vendido algunos cáctus trenzados a algún bar e incluso alguna persiana, quizá signifique un pequeño repunte, pero, “hasta que no venga Madonna a comprarme algo y salga en una revista posando con ello esto no pega un repunte”.

Lo dice por Javier S. Medina, un artesano muy joven que posó para Vanity Fair y cuyas cabezas de toro en esparto maravillaron a Sarah Jessica Parker, que se escapó a su tienda cuando llegó a Madrid.

“Somos así de idiotas. Hasta que no vengan otros a ponerlo en valor a nosotros nos da igual”, se lamenta Juan, proveedor en muchas ocasiones del artesano. Juan, mientras, sigue aportando su granito de arena a la supervivencia de esta cultura ofreciendo clases de tratamiento de esparto a cambio de lo que vale el material y una cerveza. Para que no se pierda la transmisión de conocimientos.

“La artesanía tradicional de esparto española va encaminada a convertirse en un bien de lujo reservado a persona de cierto poder adquisitivo”, apunta Janin en el documento elaborado para el Ministerio. “Para una persona de bajo poder adquisitivo, la única forma de tener una es fabricársela ella misma”. En la Universidad Popular de Albacete llevan ofertando talleres de esparto desde 1992, cuando un viejo espartero de la zona decidió ponerlo en marcha para evitar que se perdiera la técnica. Hoy aprenden 30 personas al año dirigidas por José Fajardo. "No solo enseñamos, también hacemos una labor de investigación. Vamos a pueblos donde hay gente que nos puede enseñar nuevas técnicas que luego pondremos en práctica en el taller", explica el profesor.

Dice que la clase es heterogénea, que hay más hombres que mujeres, pero que la edad media varía: desde alumnos de 65 años a jóvenes de 30. "Creo que estamos en un punto de inflexión, que lo que antes se hacía como forma de autoabastecimiento ahora es una afición, la gente disfruta haciéndolo, como el ganchillo", dice con visión optimista Fajardo. "Esto no se va a perder".

Entre las actividades que propone el ministerio para mantener viva esta artesanía está no solo difundir la cultura a través de documentales, museos y material didáctico para los colegios, sino ayudar a los artesanos actuales a adaptarse al mercado, darle formación en nuevas técnicas profesionales e incluso ayudarles a la internacionalización de las empresas. También se mira al entorno natural.

El plan contempla realizar estudios de impacto ambiental asociado al uso del esparto, que se extrae de dos estepas ibéricas, la atocha y el albardín. Los humanos han utilizado estas plantas desde hace 30.000 años. Según cuenta Jalín, que se haya dejado de recolectar tiene consecuencias medioambientales. “En algunas zonas del sureste estamos asistiendo a su acumulación, no se arranca y las hojas muertas van ahogando a la planta, que tiene un objetivo importante, fijar el suelo en el caso de lluvias torrenciales”.

6.000 retuits y subiendo. Hace unas semanas @xabibenputa subía a Twitter una fotografía de unas alpargatas de Ralph Lauren a 245 euros.

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