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Jove, Martín y la pócima mexicana de un 'pelotazo' inmobiliario de 100 millones
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CONCLUYE LA VISTA ORAL DEL JUICIO QUE LES ENFRENTA

Jove, Martín y la pócima mexicana de un 'pelotazo' inmobiliario de 100 millones

Semana de pleitos. Dos de los empresarios bandera de los años dorados del boom inmobiliario han desfilado esta semana por los juzgados de A Coruña. Cara

Foto: Jove, Martín y la pócima mexicana de un 'pelotazo' inmobiliario de 100 millones
Jove, Martín y la pócima mexicana de un 'pelotazo' inmobiliario de 100 millones

Semana de pleitos. Dos de los empresarios bandera de los años dorados del boom inmobiliario han desfilado esta semana por los juzgados de A Coruña. Cara a cara por segunda vez en menos de un año, el gallego Manuel Jove y el vallisoletano Fernando Martín han expuesto ante el juez sus argumentos para  hacer valer su razón en este culebrón judicial a cuenta de la mil millonaria operación de Martinsa-Fadesa, aunque esta vez se baten en los tribunales por unos flecos de algo más de 100 millones de euros vinculados a la compra de unos terrenos en el emergente México. 

Durante cuatro días, cada bando ha presentado a toda una tropa de testigos (peritos, abogados…) para abrumar con datos de tasaciones, valoraciones, reclasificaciones y demás tecnicismos inmobiliarios. Unos tratan de demostrar que el suelo mexicano vendido por Jove a la propia Fadesa, de la que entonces era accionista mayoritario, por 118 millones no se ajustaba al valor real del activo (en torno a 10). Otros pretenden hacer ver que Martín compró a sabiendas y que incluso mantuvo las tasaciones sobre esos terrenos desde 2007 sin modificar su valor.

A diferencia del primer juicio, celebrado a finales de 2011, en el que Fernando Martín reclamaba a Manuel Jove cerca de 1.500 millones de euros por considerar nula la operación de venta de Fadesa, que terminó perdiendo, en este caso el demandante es la administración concursal, la misma que permitió al empresario vallisoletano seguir al frente de la compañía inmobiliaria bajo la tutela judicial. Salvo esta excepción y detalles aparte, el trasunto del segundo juicio viene a ser similar al primero: discrepancias por el valor de unos activos adquiridos en la fiebre del ladrillo.

Hasta que la Justicia se pronuncie, el pulso entre Jove y Martín pone al descubierto las prácticas inmobiliarias que se vivieron durante los años de la burbuja. Los activos de la discordia fueron comprados por el empresario gallego en 2004. Ubicados en Loreto (Baja California), el entonces dueño de Fadesa pagó poco más de 500.000 euros para desarrollar esos suelos al margen de la compañía, inmersa entonces en el proceso de salida a bolsa, argumento que ha esgrimido ahora para justificar el desinterés de la inmobiliaria para haber realizada ella la operación.

En septiembre de 2006, Manuel Jove vendió la cotizada Fadesa a la pequeña Martinsa de Fernando Martín, incluidos los terrenos de México. Luz y taquígrafos de la CNMV, con foto de cortesía para el recuerdo, para una operación de 4.000 millones de euros. Ese importe incluía los 118 millones de Loreto, a los que el empresario gallego había puesto en valor con la simple reclasificación de uso para desarrollar un proyecto residencial y turístico. No se movió una piedra, sólo papeles. En sólo dos años, lo que se compró por medio millón de euros se vendió por 118 millones.

Entonces nadie reparó en las magnitudes de esa operación. Vendedor y comprador vivían en la cresta de la ola de la burbuja inmobiliaria. A ninguno sorprendía esa capacidad cuasi mágica de generar riqueza. Ambos conocían la receta. El hechizo terminó cuando el gallego reclamó a lo largo de 2010 parte del pago pendiente por la operación de México, estando ya Martinsa-Fadesa en situación concursal. Fue entonces cuando los administradores optaron por echar cuentas (valoraron el activo en 9 millones) y revertir el orden de la reclamación: de demandados a demandantes.

Tras perder su primer asalto, Fernando Martín ha dejado claro que no puede dejar pasar este segundo envite, que llevará hasta el Tribunal Supremo si hace falta. Por su parte, Manuel Jove espera gozar de la misma suerte que en el primer juicio y pasar página con el pasado, azorado porque le recuerden a estas alturas haber obtenido un beneficio personal extraordinario. Y así debió ser en el fondo, como ha demostrado el paso del tiempo tras el pinchazo de la burbuja, puesto que el pelotazo que dio el gallego era el mismo que perseguía el vallisoletano. Sólo falló el calendario.

Manuel Jove