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El 'annus horribilis' de la operadora española con los inversores
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EL PRESIDENTE CLAUDICA ANTE LAS PRESIONES DE LOS BROKERS

El 'annus horribilis' de la operadora española con los inversores

A mediados de abril de 2011, Alierta decía ante más de 200 inversores de todo el mundo que Telefónica era una de las compañías de telecomunicaciones con

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El 'annus horribilis' de la operadora española con los inversores

A mediados de abril de 2011, Alierta decía ante más de 200 inversores de todo el mundo que Telefónica era una de las compañías de telecomunicaciones con mayor rentabilidad para el accionista. En concreto, la situaba entre el 9 y el 9,7%. En el octavo Investor Day celebrado en Londres, el presidente de la operadora aseguraba que su grupo generaba una caja más que suficiente para incrementar un 14% el dividendo con cargo a los resultados del ese ejercicio, hasta los 1,60 euros.

Más aún, Alierta prometió otro aumento de la retribución a los accionistas hasta los 1,75 euros en una conferencia titulada “Anticipando el futuro transformado el presente”. En esa cita, el ejecutivo zaragozano anunció a los cuatro vientos que lo peor de la crisis ya había pasado y que Telefónica estaba “en la correcta posición, con las capacidades y las estrategias adecuadas para hacerlo mejor” que sus competidores.

Aquellas aseveraciones las hizo Alierta cuando la cotización del grupo se cambiaba a 17 euros, en un contexto en el que a los inversores empezaban a no salirse las cuentas entre el cash flow, la deuda y la retribución al accionista. No obstante, el primer aviso serio llegó a mediados de agosto, cuando Standard & Poor´s, en una decisión sin precedentes en casi una década, le rebajó el rating a Telefónica desde A- a BBB+,

Las razones que adujo la agencia fueron la “revisión a la baja de su previsión de crecimiento por el mal momento que atraviesa en el mercado español y la "agresiva política de dividendos". La deuda ascendía por aquellos momentos a 56.420 millones. En septiembre, Fitch hacía lo mismo con la excusa del elevado endeudamiento y sus dudas sobre la capacidad para reducir su apalancamiento.

Pese a estos toques de atención, Telefónica se mantuvo en sus trece en la presentación de los resultados del tercer trimestre al indicar el 11 de noviembre que “nuestra fuerte generación de free cash flow nos permite reiterar nuestros compromisos de dividendos”. Pese a esa declaración, el director financiero, Angel Vila, tuvo que salir al paso de las incómodas preguntas de los expertos de Goldman Sachs y de Barclays sobre el pay out. El ejecutivo insistió en que “puedo decir que en nuestras agendas no estamos contemplando el script dividend”, o el devengo del dividendo con acciones en lugar de con dinero.

Apenas un mes más tarde, y en contra de la voluntad de Alierta, la compañía claudicó ante la presión de las agencias de rating y de los brokers internacionales. El 14 de diciembre comunicó que mantenía el dividendo de 2011, pero que los 0,83 euros que aún quedan por desembolsar no serían íntegramente en efectivo, sino en una combinación de efectivo y especie. Para esto último distribuirá acciones en autocartera por un importe máximo de 0,30 euros.

En ese momento anunció que la remuneración total al accionista para el año 2012 ascenderá a 1,50 euros, cuando lo anunciado previamente eran 1,75 euros. Este pago se compondrá de 1,30 euros en efectivo y de una recompra de acciones por el importe restante. Las acciones propias compradas serán amortizadas y el plazo para realizar dicha recompra de acciones finalizará en mayo de 2013.

La decisión de Telefónica fue bien recibida porque suponía preservar la caja en línea con lo que ya hacían desde años atrás Banco Santander, BBVA, Popular, Iberdrola y hasta Gas Natural. Alierta se quejó en la junta de accionistas del trato de los mercados. Pero los inversores consideraron insuficientes sus medidas, especialmente por el deterioro del negocio en España, con más de dos millones de líneas fijas perdidas y cientos de miles de clientes de móviles dejando la empresa. Por eso, el 24 de mayo de este año Standard & Poor´s volvió a rebajarle su calificación crediticia.

Alierta reaccionó rápido y seis días más tarde decidió elevar el porcentaje del dividendo que pagaría en papel respecto al desembolsado en metálico, modificando lo prometido en diciembre. A la par anunció las salidas a bolsa de su filial de Alemania y de sus actividades en Latinoamérica, mientras negocia ya la venta de Atento, la subsidiaria de call center. Ni por esas. Moody´s le dio la puntilla a finales de junio al discrepar de su política de “la fuerte retribución a sus accionistas, que limita la capacidad de la empresa para generar flujo de efectivo para reducir su deuda, así como al riesgo para ejecutar su estrategia de desapalancamiento”.

El último capítulo ha sido la cancelación del dividendo, con la cotización en mínimos desde 2003.

A mediados de abril de 2011, Alierta decía ante más de 200 inversores de todo el mundo que Telefónica era una de las compañías de telecomunicaciones con mayor rentabilidad para el accionista. En concreto, la situaba entre el 9 y el 9,7%. En el octavo Investor Day celebrado en Londres, el presidente de la operadora aseguraba que su grupo generaba una caja más que suficiente para incrementar un 14% el dividendo con cargo a los resultados del ese ejercicio, hasta los 1,60 euros.