Simeone, a las puertas del pódium de los mejores entrenadores del mundo

Las semifinales de la presente Liga de Campeones acogen a cuatro equipos con cuentas pendientes, bien diferentes, y donde la mayor sorpresa es el Atlético de Madrid. Su técnico, Diego Pablo Simeone, ha llevado a los rojiblancos hasta esta penúltima ronda mientras se mantienen, además, como líderes de la Liga. La suma de hazañas que ha otorgado al club rojiblanco esta doble situación privilegiada, y de la que se habla en toda Europa, ha colocado al argentino a las puertas de ese oficioso pódium de los mejores entrenadores del mundo.

Los técnicos que siguen vivos en Champions, Pep Guardiola (Bayern), José Mourinho (Chelsea) y Carlo Ancelotti (Real Madrid, aunque no pase por su mejor momento), aventajan en éxitos y experiencia al Cholo, y son los nombres con mayor prestigio del actual fútbol mundial. Tras la retirada de Alex Ferguson, pocos más optan a esos primeros puestos. Quizá sólo los nombres de Vicente del Bosque o Luis Filipe Scolari, seleccionadores de España y Brasil, respectivamente, estén a la altura de los tres citados. Capello, Hiddink o Van Gaal han perdido comba en el primer nivel que otrora alcanzaron, mientras Conte (Juventus), Klopp (Borussia) o Low (Alemania) quizá están en la misma tesitura que Simeone.

Las últimas loas al preparador atlético le dan un reconocimiento internacional que hasta hace pocos meses no tenía. Así quedó patente cuando a finales del pasado año no fue siquiera incluido en la lista de diez técnicos nominados al Balón de Oro, ausencia que evidenciaba que el cartel que ya se había ganado con creces en España no había trascendido fuera de sus fronteras.

La Liga de Campeones vuelve a demostrar que es el mejor altavoz para poner de acuerdo a la opinión pública futbolística. Echar al Barça, campeón de tres de las últimas ocho ediciones, y hacerlo de la manera que lo hizo, ha llenado las portadas de los medios europeos con elogios hacia el club atlético. Aunque todo este esplendor de puertas para fuera no deslumbra ni desvía la atención en el director de orquesta. Simeone, minutos después de acabar el partido, ya andaba preocupado por cómo enfocar esa euforia colectiva de entre semana hacia el duelo ante el Getafe del domingo, con mucho menos morbo y glamour pero de una importancia capital por la lucha de la Liga.

Por eso, poco le importa al Cholo y a sus colaboradores que el argentino sea considerado mejor o peor entrenador. Su humilde visión de este tipo de situaciones sigue intacta, no por pose, sino porque no entiende de otra manera el trabajo que desempeña.

Él presta atención al detalle en su profesión. El acierto continuado en la suma de detalles, propicia aciertos colectivos que dan su fruto en los partidos. Así logra ganar más partidos. A más partidos ganados, más opciones de optar a nuevos retos. Y cuando esos retos (una Champions o una Liga, sin ir más lejos) aparecen en el horizonte, crítica y público le otorgan al proyecto la vitola de gran favorito. Una cadena que considera inalterable.

El desenlace de esta temporada le colocará más cerca o más lejos del estatus de los Guardiola o Mourinho, a quienes intentará ganar como sabe, con los planteamientos en la pizarra. Pero Simeone no se distrae ni persigue grandes titulares ni nuevas fórmulas de revolucionar constantemente el fútbol moderno. Sigue pendiente del pequeño detalle, ese que da inicio a todo el proceso, y que es el único en el que le interesa actuar. Así ve el fútbol el argentino, y así habrá que valorarlo siempre. Para mal o para bien.