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Un imperial Drogba y un acertado Cech otorgan al Chelsea su primera Champions
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EL BAYERN NO SUPO GANAR UNA FINAL QUE TUVO EN SU MANO EN TRES OCASIONES

Un imperial Drogba y un acertado Cech otorgan al Chelsea su primera Champions

La lotería de los lanzamientos de penaltis dieron al Chelsea su primera Champions. Si hace cuatro años un inoportuno resbalón de Terry impidió que Abramovich cumpliera

Foto: Un imperial Drogba y un acertado Cech otorgan al Chelsea su primera Champions
Un imperial Drogba y un acertado Cech otorgan al Chelsea su primera Champions

La lotería de los lanzamientos de penaltis dieron al Chelsea su primera Champions. Si hace cuatro años un inoportuno resbalón de Terry impidió que Abramovich cumpliera con su sueño, en esta ocasión la fortuna ha querido sonreír a un equipo que dio la espalda al fútbol durante los tres últimos partidos de la competición, pero que cuenta con jugadores capaces de ganar partidos y títulos por sí solos. Drogba y Cech, uno con dos goles decisivos y otro con otras tantas paradas, salvaron a su equipo cuando peor lo tenía, de la misma manera que antes lo condenaron para terminar elevándolo a los altares reservados a los mejores, a los que tienen la Champions en sus vitrinas. Abramovich ya puede presumir de ser un aristócrata en esto del fútbol.

Nada importó que el partido decisivo se jugara en el Allianz Arena de Münich, que el rival fuera el Bayern (el factor presión pudo con el equipo alemán), propietario del estadio y que tuviera perdida la final en tres ocasiones. Una a cinco minutos del final, otra nada más empezar la prórroga y la que ya parecía definitiva cuando tan solo restaban dos penaltis para ver cómo el Bayern conquistaba su quinta Champions. Incluso, muchos señalan a su técnico, el interino Di Matteo, como el principal enemigo de su propio equipo por su manera de ver el fútbol, cercano al 'catenaccio' italiano, pero ha creído en sus ideas, en su manera de ver el fútbol y ha conseguido triunfar, llevar al Chelsea a la conquista de la Copa inglesa y de la Champions. Justo o no, los penaltis han dictado sentencia.

Poco fútbol, mucho miedo. La final de la Champions impone tanto que los argumentos futbolísticos de uno y otro equipo quedaron reducidos a la nada desde el minuto uno. El Bayern se limitaba a que bien Robben o bien Ribery hicieran una de las suyas o que Gómez cazara un melón al vuelo para transformarlo en gol. En el Chelsea todo era más sencillo. Balón a Mata y que inventara. Di Matteo le dio libertad, le sacó de la banda en la que le desterró ante el Barcelona y el campeón del mundo se puso a crear. El problema es que no tenía la mejor compañía posible con Kalou y Drogba como únicos compañeros en eso de mirar la portería de Neuer.

Si en la primera parte ambos equipos hubieran jugado sin centrocampistas nadie se hubiera dado cuenta. Los locales enfocaban todos sus ataques hacia Robben y Ribery. La historia se repetía una y otra vez. Balón para Kroos y éste a las bandas buscando a las estrellas del Bayern. Jugadores como Schweinsteiger (vaya tarjeta se llevó en el primer minuto del partido) y Müller apenas mostraban señales de vida. El Chelsea de Di Matteo (sorprendió a todos haciendo debutar en la Champions a Bertrand) no engañó a nadie. Ocho defensas, dispuestos en dos líneas, Mata y Drogba. Nada más. Pese a ello, el talento del asturiano y alguna que otra aparición de Kalou sirvió para poner en aprietos en dos ocasiones a Neuer durante los primeros cuarenta y cinco minutos.

El Bayern dominó y cierto que llevó más peligro, estrellando un balón en el palo incluso, pero en todo momento transmitió la sensación de estar muy pendiente de lo que pudiera hacer el Chelsea, cuando el equipo inglés sólo pensaba en ver cómo avanzaba el reloj y aprovechar la ocasión que antes o después se iba a terminar presentando. El equipo alemán era el local, menos mal que el reparto de entradas era equitativo, y la presión maniató el talento del equipo que eliminó al Real Madrid.

El Bayern domina y se adelanta

La segunda parte sirvió para que las tendencias de uno y otro equipo quedaran aún más marcadas. El rubor desapareció y el Chelsea no tuvo inconveniente alguno en dar un par de pasos atrás. David Luiz, Cahill y el resto empezaron a sentir en el cogote el aliento de Cech. Por momentos hasta Mata y Drogba pisaban el área... propia. Y lo hacían más por convencimiento en una idea que por presión del Bayern. Desde que se conocieron el nombre de los finalistas estaba escrito el guión y a nadie sorprendió lo que sucedió sobre el césped del maravilloso Allianz Arena. La consecuencia llegó en forma de juego deslucido y aburrido, suplido por la emoción de lo que había en juego. Ese dominio territorial del Bayern apenas se transformaba en oportunidades. Una y otra vez se repetía la escena contada en la primera mitad.

Todo hacía indicar que el partido se iba a ir más allá de los noventa. La prórroga esperaba, pero el rácano de Di Matteo no contaba con que una de las apariciones de Robben iba a terminar en un remate picado de cabeza de Müller dentro del área pequeña, que sorprendió a un Cech que no esperaba la respuesta del espigado alemán. El portero se desesperaba. Sabía que podía haber hecho algo más. Era el minuto 83 e intuía que la final se escapaba a su equipo por lo poco que quedaba y por la fiesta bávara que veía ante sus ojos. En ese momento, el italiano decidió acordarse de Torres.

Pero el caprichoso fútbol, el mismo que permitió que el Chelsea eliminara al Barcelona en semifinales, quiso dar una nueva oportunidad a Abramovich y a sus muchachos. Y llegó a dos minutos del final con una nueva aparición de Drogba tras un saque de esquina lanzado por Mata. El delantero, potente y teatrero como pocos, volvió a dar a su equipo con un buen remate de cabeza que Neuer hizo todavía mejor. Empate y prórroga. Tras ochenta minutos de sopor y diez de intensidad, goles y alegría y sufrimiento por igual.

Robben falla en la prórroga

El tiempo extra sirvió para mostrar un descaro y atrevimiento que no se vio durante el resto del partido. Para empezar, posible penalti a Torres no pitado, para acto seguido ser Drogba el que lo cometió de manera absurda sobre Ribery, que tuvo retirarse lesionado. ¿Recuerdan el que hizo sobre Cesc en el Camp Nou? Pues igual de tonto y de innecesario. Alegría del Bayern, que no recordaba que Cech debía una a los suyos. Y la pagó instantes después, justo cuando detuvo el raso lanzamiento de Robben. Nuevo golpe a la moral germana.

Con Torres en el campo, el Chelsea se estiró más, buscó asustar a Neuer. Sin pasarse, eso sí. El exrojiblanco aportó desmarques, llegadas con peligro, trabajo en defensa y logró meter miedo a Heynckes y los suyos. El Bayern seguía utilizando el argumento Robben, pero sin Ribery ni Müller, el holandés estaba demasiado solo. Pese a ello tuvieron un par de ocasiones creadas por Olic.

El miedo impidió que los últimos diez minutos sirvieran para algo más que para ver pasar el tiempo y pensar en los penaltis como única manera para decidir una final que uno quiso ganar (Bayern) y el otro no la quiso perder (Chelsea) y que se terminó llevando el que menos puso sobre el campo, pero que peleó y creyó en sus posiblidades con su manera de ver el fútbol. Y fue precisamente Drogba quien anotó el penalti definitivo para llevar a Stamford Bridge la primera Copa de Europa.  

Ficha técnica:

1. Bayern de Múnich: Neuer; Lahm, Boateng, Tymoshchuk, Contento; Kroos, Schweinsteiger; Robben, Müller (Van Buyten, 86), Ribery (Olic, 97); y Gómez.

1. Chelsea: Cech; Bosingwa, Cahill, Luiz, Cole; Mikel, Lampard; Kalou (Torres, 84), Mata, Bertrand (Malouda, 73); y Drogba.

Goles: 1-0 (min 83, Müller), 1-1 (Drogba, 88)

Penaltis: 1-0 (Lahm marca), 1-0 (Mata lanza y Neuer para), 2-0 (Gómez lanza y marca), 2-1 (David Luiz lanza y marca), 3-1 (Neuer lanza y marca), 3-2 (Lampard lanza y marca), 3-2 (Olic lanza y Cech para), 3-3 (Cole lanza y marca), 3-3 (Schweinsteiger lanza contra el poste), 3-4 (Drogba lanza y marca).

Arbitro: Pedro Proenca (Portugal) amonestó a Schweinsteiger, Cole, David Luiz, Drogba y Torres.

Incidencias: final de la Liga de Campeones disputada en la Allianz Arena de Múnich ante 62.500 espectadores (lleno).

La lotería de los lanzamientos de penaltis dieron al Chelsea su primera Champions. Si hace cuatro años un inoportuno resbalón de Terry impidió que Abramovich cumpliera con su sueño, en esta ocasión la fortuna ha querido sonreír a un equipo que dio la espalda al fútbol durante los tres últimos partidos de la competición, pero que cuenta con jugadores capaces de ganar partidos y títulos por sí solos. Drogba y Cech, uno con dos goles decisivos y otro con otras tantas paradas, salvaron a su equipo cuando peor lo tenía, de la misma manera que antes lo condenaron para terminar elevándolo a los altares reservados a los mejores, a los que tienen la Champions en sus vitrinas. Abramovich ya puede presumir de ser un aristócrata en esto del fútbol.