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El sueño de cualquier esquiador es posible en España: 26 km seguidos sin tocar un remonte
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CERLER y su paseo a 3.000 metros de altura

El sueño de cualquier esquiador es posible en España: 26 km seguidos sin tocar un remonte

Este increíble viaje arranca desde El Molino, la base principal de esta estación del Pirineo aragonés, Cerler, rumbo al sector de cota 2.000. ¿Nos acompañas?

Foto:  A la derecha de la imagen, nuestro guía Narciso de Dios en la cima de Gallinero con el frontal de los principales tresmiles del Pirineo al fondo.
A la derecha de la imagen, nuestro guía Narciso de Dios en la cima de Gallinero con el frontal de los principales tresmiles del Pirineo al fondo.

Un recorrido circular, sin coger dos veces el mismo remonte y con el objetivo de conocer una estación de esquí de otra forma. Estamos en el centro invernal de Aramón Cerler. Su arquitectura lo permite. Es disfrutar del esquí de forma panorámica. Tan solo se necesita imaginación, un día soleado para hacerlo más agradable y un guía que, de paso, contribuya a hacer más placentero el viaje que combina pistas de nivel medio y alto e incluso, si uno quiere y tiene piernas, algunas de las más exigentes. Es lo que permite la arquitectura de un centro invernal que tiene en el reino del Aneto un potente imán. Las grandes cumbres del pirineo más auténtico siempre están allí, a un paso.

El viaje arranca desde El Molino, la base principal de esta estación del Pirineo aragonés, rumbo al sector de cota 2.000. La planificación es sencilla. El plano de pistas ayuda. Y si uno tiene memoria fotográfica basta quedarse con el cartelón de acceso donde está impreso el plano de pistas. La primera impresión es la de un diseño cómodo. En Cerler hay pocos remontes. Y eso es gloria cuando te gusta esquiar. Se almacenan desniveles y ofrece variantes para acomodar descensos largos y variados. El más requerido es el 9k. Nueve kilómetros esquiando mientras uno encadena pistas; desde Gallinero, la cota más alta (2.630 metros de altitud), hasta El Molino.

“La montaña que fabricó rayos y truenos”

Todo el recorrido es un viaje pintoresco apoyado en montañas cargadas de leyenda. Viajamos con un guía y especialista en esquí de montaña, Narciso de Dios. Cuando la silla de El Molino te deja en la Cota 2.000 hay que bajar a coger el remonte de Rincón del Cielo que te deposita con el Turbón a la vista. Un pico que no llega a 2.500 metros de altitud y que siempre está cosido a historias de brujas y misterios. “Las vistas desde El Rincón del Cielo son espectaculares. Se ve el Congosto de Ventamillo que es una de las entradas naturales al valle de Benasque, se ve Castejón de Sos y, claro, El Turbón, una montaña de la que se dice que los viejos dioses construyeron en la montaña una fragua para fabricar desde allí rayos y truenos. También hay historias de gigantes… “, explica De Dios.

De Rincón del Cielo, las posibilidades se abren. El objetivo es ir a una de las sillas con más historia de la estación. Se puede ir por azules o metiendo alguna roja. Al gusto del esquiador. Ese remonte será el paso previo para coger el de Cogulla y deslizarse por uno de los descensos más cómodos de Cerler. Arriba, en esa cota, se aprecia con rotundidad el Posets o, en aragonés, Punta de Llardana, la segunda cima más alta del Pirineo, un ‘tresmil’ que destaca por su particular forma similar “a las viejas tiendas de campaña canadienses” y que se ascendió por primera vez en 1856. Otro de los gigantes que se ven con nitidez es El Perdiguero, un coloso de 3.221 metros, que se subió por las mismas personas –Pierre Barrau y Friedrich von Parrot-que hollaron la Maladeta, que este año cumple el 200 aniversario de su primera cima.

Kilómetros entre 'tresmiles'

Desde allí, se cierra el sector 2.000 y por la silla del Serrau se adentra uno en el del Ampriu. Las opciones son tres: descenso por la Olla, una fantástica pista, con una primera pala llena de poderío, la menos habitual de la Solana- roja también- con unas maravillosas vistas a la zona de Basibé y Gallinero o por Sarrau para coger la silla de Gallinero, que en su cota alta hay una foto espectacular con el Aneto y los montes Malditos, una cadena de tres kilómetros con más de una veintena de ‘tresmiles’ en un territorio espectacular para el esquí de travesía.

Desde allí parte uno de los descensos más espectaculares de la estación que combina las pistas de la Canal de Gallinero con Codornices –homologada por la FIS- y que este fin de semana es escenario de El Pitarroy, el campeonato oficioso de esquí para categoría alevín donde se van a dar cita casi 400 chavales. Antes de reemprender el regreso, el viaje nos llevará a Basibé, balcón al valle de Arán nada más salir de la silla.

[La ridícula historia del esquiador que no había pisado la nieve]

El regreso por la pista Pasolobino nos dejará en la silla del Ampriu donde viene bien hacer una parada y en la Colladeta reponer fuerzas con una de sus afamadas hamburguesas. Una delicia a más de 2.300 metros de altitud y que permite afrontar el descenso hasta El Molino con energía. El viaje son poco más de 26 kilómetros y la sensación de haber recorrido toda una estación al abrigo de un espectacular entorno de tresmiles.

Un recorrido circular, sin coger dos veces el mismo remonte y con el objetivo de conocer una estación de esquí de otra forma. Estamos en el centro invernal de Aramón Cerler. Su arquitectura lo permite. Es disfrutar del esquí de forma panorámica. Tan solo se necesita imaginación, un día soleado para hacerlo más agradable y un guía que, de paso, contribuya a hacer más placentero el viaje que combina pistas de nivel medio y alto e incluso, si uno quiere y tiene piernas, algunas de las más exigentes. Es lo que permite la arquitectura de un centro invernal que tiene en el reino del Aneto un potente imán. Las grandes cumbres del pirineo más auténtico siempre están allí, a un paso.

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