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La apasionante vida de Saleta Fernández, el pequeño clon de Ruth Beitia
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entrena y vive junto a la campeona

La apasionante vida de Saleta Fernández, el pequeño clon de Ruth Beitia

“Es la candidata ideal para sustituirme. Saleta es un diamante en bruto”. Ruth Beitia apunta a la gallega como futura referencia del salto de altura femenino en España

Foto: Saleta Fernández está considerada como firme candidata a seguir la estela de Ruth Beitia. (Fotos: Facebook)
Saleta Fernández está considerada como firme candidata a seguir la estela de Ruth Beitia. (Fotos: Facebook)

Millones de jóvenes de todo el mundo sueñan con emular algún día a su ídolo. Sea del deporte que sea. Contados son los que a diario tienen la fortuna de pasar horas y horas junto a la gran estrella venerada. Aprendiendo a su lado de todo, descubriendo los secretos de la especialidad que sea. Madurando como personas, mejorando como deportistas. En Santander, hay una afortunada que de vez en cuando se pellizca para confirmar que su vida no es un sueño. Saleta Fernández (Monforte de Lemos, 1997) es una de esas elegidas, y transita pegada, casi a todas horas, a la atleta que la marcó cuando empezaba. La señalan como firme candidata a ocupar algún día el lugar de honor que ahora ocupa Ruth Beitia. La joven gallega se postula para que en el futuro sea el nuevo ariete del salto de altura español. Entrena a diario con la soberbia maestra, también conviven en el mismo piso. Una maravillosa fantasía hecha realidad para la adolescente.

Foto: Ruth Beitia muestra su medalla de oro.

“Es la candidata ideal para sustituirme. Saleta es un diamante en bruto”. Tan claras y contundentes máximas salieron de la boca de Ruth Beitia al referirse a su compañera de fatigas y andanzas cotidianas en el piso en el que conviven. Esa tajante sentencia que expresó en 'La Voz de Galicia' motiva, no intimida, a Saleta Fernández. “No me presiona estar siempre al lado, yo haré lo que pueda. Lo que tengo claro es que Ruth Beitia solo habrá una”, comenta en charla con El Confidencial. Esta temporada más cosas han cambiado en la agitada vida de la atleta monfortina. Lleva más de un año integrada en el equipo de Ramón Torralbo y así seguirá siendo, pero hace unos meses abandonó el F. C. Barcelona para fichar por el prestigioso Valencia Club de Atletismo, con amplia y rica tradición.

Lluvia de metales

La atleta empezó como simple aficionada. Carreras populares, 'cross'… Iba probando diferentes especialidades y poco a poco el atletismo se iba metiendo en sus venas hasta que un día Felipe Bareta, su profesor de educación física, vio en ella una futura saltadora. “Él fue el que me animó finalmente para que me dedicara a la altura y me decidí". En Monforte dio un paso que se desveló como definitivo cuando en su día ingresó en el Centro de Tecnificación de Pontevedra. Fue entonces cuando “lo que antes era un simple juego pasó a convertirse en algo serio”. Y las primeras medallas empezaron a adornar su incipiente hoja de servicios. Oro en el Nacional Júnior, bronce en categoría Cadete... Hasta que en 2016, durante el Campeonato de España Absoluto en pista cubierta, superaba el listón colocado a 1,83 metros, quedando en cuarta posición.

En su expediente se acumulan las medallas de todos los metales en diferentes categorías; Júnior, Juvenil y Cadete, aunque el tránsito hacia la élite todavía debe esperar. Para este 2017, tiene marcadas en el calendario diferentes citas: los campeonatos nacionales —aire libre y pista cubierta sub 23—, en los que la gallega aspira al oro en ambas citas, el Campeonato de Europa sub 23 que se celebrará en Bydgoszcz (Polonia) y el absoluto nacional, cita en la que tiene un sueño en mente: “Subirme al podio junto a Ruth”. El año pasado se quedó a las puertas de la gloria en este último certamen, al quedar en cuarta posición. Lo hará defendiendo los colores de su nuevo club tras un tiempo vestida de azulgrana. Fichó por el equipo levantino “porque tiene muy serias opciones en la Copa de Europa”, sin olvidar que en nuestro territorio es un club muy reconocido.

La técnica

Ramón Torralbo, el prestigioso entrenador que ha guiado los pasos de Ruth Beitia, adiestra un selecto y notable grupo de atletas, liderado por la campeona olímpica, en el que se integró Saleta para impulsar su incipiente carrera deportiva. “Un tipo genial, muy majo, al que agradezco que me haya abierto las puertas de su equipo”, dice la de Monforte, que destaca del veterano técnico “su gran exigencia a la hora de trabajar”, aunque “no es un ogro”, apunta con una sonrisa. Lo más importante para ella es que ha mejorado en diferentes aspectos como “la técnica y la fuerza". "Con el paso del tiempo, noto que avanzo, que progreso de la manera adecuada”, afirma. “El salto de altura es una especialidad mucho más complicada de ejecutar de lo que la gente pueda pensar. Es muy, muy técnica, cualquier mínimo detalle es importante, sin olvidar que tienes que ser fuerte físicamente. Pero, insisto, sin una buena metodología es imposible mejorar”, explica la joven atleta.

Los libros

Por las mañanas toca abrir libros e hincar los codos. Estudia 'marketing', publicidad y relaciones públicas. Luego, tras la comida y un rato de descanso, le esperan la pista y el gimnasio. Siempre junto a su inseparable Ruth. Todos los días, entre dos y tres horas, aprende el oficio que tan bien maneja su compañera. Por la noche, vuelta a su faceta universitaria antes de dormir. “En Pontevedra me faltaba motivación, también medios para progresar. Necesitaba que alguien tirara de mí", explica la joven promesa española. “Modifiqué mi carrera, también trabajé más la fuerza... En fin, se nota que voy mejorando”, relata, y los progresos comenzaron a ser notables.

En esta especialidad, un buen día, si las condiciones son óptimas y el estado del atleta excelente, se puede mejorar de manera notable la mejor marca por sorpresa. Eso le sucedió a Saleta Fernández. “Por ejemplo, en mi primer año junto a Ruth Beitia mejoré en cinco centímetros en pista cubierta y de golpe. Cuando pasó, exclamé '¡Dios!'.... Casi ni me lo creía”, recuerda. “Sí, es posible mejorar un registro de una manera tan sobresaliente de un día para otro”, subraya.

Igual que a estas alturas de su carrera deportiva puede dar un salto de calidad de consideración en cualquier momento, recuerda que “cuanto más arriba estás, cuanto más alto has saltado, luego cuesta superar la marca”. Prueba de ello es que el récord mundial femenino lo selló la búlgara Stefka Kostadinova en 1987. El 30 de agosto de aquel año, en Roma, superó el listón colocado a 2,09 metros. Han pasado 30 años y nadie ha podido batir la legendaria marca. “Es imposible predecir si seré capaz de superar los dos metros porque son muy pocas las atletas que lo han conseguido a lo largo de la historia”, resalta Fernández, que a día de hoy solo piensa en progresar poco a poco. Para empezar, por ejemplo, todavía está lejos de los 1,90 que se exigen para disputar el próximo Mundial de Atletismo de Londres 2017, cita marcada por la despedida de Usain Bolt de la competición.

Hermana mayor

La vida junto a Ruth Beitia mantiene una sonrisa permanente en el semblante de Saleta. “Soy una afortunada por estar a su lado. No podemos olvidar que es un mito, mucho más que una simple atleta. Todos los días te enseña algo nuevo, en todo momento está atenta para ayudarte”, reconoce la aprendiz. “Es un auténtico privilegio compartir la vida, personal y profesional, junto a ella”, remata. Como en el caso de Ramón Torralbo, la alumna destaca que “Ruth quiere lo mejor para mí y mete caña, sí, pero siempre en buen plan”. “Me da consejos y me facilita el largo y duro camino que he emprendido”, subraya. Y enfatiza que “no hablamos solo de atletismo. Antes era mi ídolo, ahora mi amiga y compañera de piso. Una hermana mayor en toda regla”.

La cántabra es fuente de inspiración para Saleta. La guía en la pista, también fuera de ella. Le explica que llegarán los malos momentos, los bajones, los tropiezos... Ruth también se quedó a oscuras alguna vez. En los Juegos de Londres de 2012 se quedó a un solo paso de los cajones. Un cuarto puesto que hunde a cualquier deportista, que le hace dudar. Entonces, decidió que había llegado el momento de la retirada. Meditó y al final, también porque Torralbo le dio ese empujón necesario, optó por continuar. Y lo que vino después es de sobra conocido. Éxitos y más éxitos con el oro de Río de Janeiro como colofón. “Ruth te hacer ver lo complicado que es el atletismo de élite, que también hay que superar momentos amargos, como también le sucedió a ella", dice Saleta. ”Me ayuda a canalizar los momentos malos para que no me venga abajo. Me dice que tenga paciencia y que nunca hay que arrojar la toalla”, añade.

Vitalidad y optimismo

Saleta evoca cómo vivió el momento cumbre en la magnífica carrera de Ruth Beitia. “Fue muy emocionante todo lo que sucedió en los pasados Juegos de Río de Janeiro. Recuerdo que le mandé un mensaje diciéndole que iba a ganar una medalla. En el fondo, algo me decía que iba a colgarse el oro”, dice la gallega. “Quedé con amigas de la pandilla y así se lo dije a todas. Mi sueño es estar presente en una cita olímpica, aunque eso de ganar sé que está muy lejos”, reconoce Fernández. Pero ya le han enseñado el camino, cuál es el trayecto correcto. Y es que Beitia es un ejemplo de profesionalidad permanente. Todo atleta que viva a su lado sabe de sobra que jamás puede agachar la cabeza. La primera que lo tiene claro es Saleta, que distingue de la cántabra “la ilusión que me transmite a diario cuando toca trabajar. Jamás la he escuchado decir que no le apetece entrenar”.

Las dos aportan en los quehaceres domésticos, “aunque Ruth cocina más que yo”, explica entre risas. “Está todo el día riéndose, no sé cómo lo hace. Es una persona vitalista al máximo, siempre buscando el lado positivo de las cosas”, comenta Saleta de su camarada, que siempre le recuerda que en todo momento debe “disfrutar con lo que hago, que lo que tenga que llegar, llegará. Es una fuente de motivación constante en mi vida. Insisto, no tengo presión porque solo habrá una como ella”. “Sé que a mi edad me estoy perdiendo momentos que ya nunca podré recuperar, pero el atletismo te da otras muchas cosas, como viajar y conocer gente”, apostilla la atleta que camina y progresa en la vida con la mejor compañía.

Millones de jóvenes de todo el mundo sueñan con emular algún día a su ídolo. Sea del deporte que sea. Contados son los que a diario tienen la fortuna de pasar horas y horas junto a la gran estrella venerada. Aprendiendo a su lado de todo, descubriendo los secretos de la especialidad que sea. Madurando como personas, mejorando como deportistas. En Santander, hay una afortunada que de vez en cuando se pellizca para confirmar que su vida no es un sueño. Saleta Fernández (Monforte de Lemos, 1997) es una de esas elegidas, y transita pegada, casi a todas horas, a la atleta que la marcó cuando empezaba. La señalan como firme candidata a ocupar algún día el lugar de honor que ahora ocupa Ruth Beitia. La joven gallega se postula para que en el futuro sea el nuevo ariete del salto de altura español. Entrena a diario con la soberbia maestra, también conviven en el mismo piso. Una maravillosa fantasía hecha realidad para la adolescente.

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