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Tom Holland: "China permitió la expansión del Covid-19 y Occidente no lo olvidará"
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Tom Holland: "China permitió la expansión del Covid-19 y Occidente no lo olvidará"

Es el momento de imaginar cómo será el planeta cuando la pandemia pase y, para ello, iniciamos una serie de entrevistas con los pensadores internacionales más importantes

Foto: Tom Holland. (EFE)
Tom Holland. (EFE)

El Tíber se desbordó en Roma en el otoño del año 589 d.C. con tal fuerza que arrastró varias iglesias a su paso y dejó en las orillas grandes bancos de inquietantes serpientes acuáticas. Una plaga aún peor se abatió sobre la ciudad dos meses después. Aquella peste se llevó por delante nada menos que al papa estremeciendo a una ciudad gobernada nominalmente desde la lejana Constantinopla, bajo la constante amenaza de rapaces bárbaros y que ya había sufrido bastante desde la caída del Imperio romano. Si en sus mejores tiempos más de un millón de personas pululaban por sus calles, ahora apenas veinte mil desesperados sobrevivían a duras penas entre las ruinas cubiertas por hierbajos, en el foro abandonado donde pastaban las bestias. El nuevo papa Gregorio caminó por calles devastadas por la peste tras su consagración y le pareció ver que del cielo llovían flechas de fuego disparadas por un arco invisible. Pese a todo, no desesperó: "Dios es misericordioso y compasivo y es su voluntad que ganemos su perdón a través de nuestras oraciones", pidió a la multitud. Tres días después, la peste remitió.

En su último libro - 'Dominio. Una nueva historia del cristianismo' (Ático de los Libros)- el genio narrativo del historiador británico Tom Holland vuelve a prender para dar cuenta una vez más de la mayor historia jamás contada, la de cómo la religión fundada por un pequeño grupo marginal en la periferia de Roma sobrevivió a persecuciones, invasiones, 'pestes' y a su propia tensión interna entre la ortodoxia y la heterodoxia para servir de puente a la civilización a través de los siglos oscuros del Medievo y acabar por alumbrar una Ilustración que se volvería contra ella. También sirve de poderoso antídoto de esperanza en tiempos de zozobra como estos del coronavirus: nuestro mundo no tiene por qué desmoronarse aunque, sin duda, se transformará. Y qué mejor 'experto' en transformaciones que el historiador Holland, quien se ocupó ya en el paso de cruces de caminos fundamentales como las guerras médicas, el advenimiento de César o la crisis del año mil.

placeholder 'Dominio' (Ático de los Libros')
'Dominio' (Ático de los Libros')

¿Y hoy? ¿Debemos esperar una nueva reconfiguración global y relevo en el cetro imperial de América a Asia cuando el coronavirus sea derrotado? "Depende de cuánto daño cause el bloqueo a las economías occidentales", contesta Holland. "Si Estados Unidos puede recuperarse rápidamente (e históricamente, Estados Unidos siempre se ha recuperado rápidamente de la calamidad), entonces dudo que el impacto en su estado de superpotencia sea demasiado severo. Si sufre sin embargo una desaceleración prolongada, entonces China podría aprovechar su recuperación relativa de Covid-19 para comprar franjas de la economía occidental a bajo precio. Pero creo que sería un error subestimar el daño que Covid-19 ha hecho a China. Como no podemos confiar en ninguna de las cifras que presenta su gobierno, ¿cómo podemos saber cuántos han muerto y el grado de daño que ha sufrido su economía? Una cosa es segura: la gente en Occidente no olvidará qué gobierno fue el que puso a la ciudad donde el Covid-19 se originó bajo llave, pero aun así permitió que los aviones volaran desde ella alrededor del mundo. Todos los intentos de los propagandistas chinos para hacer girar esto y culpar a los Estados Unidos solo intensificarán el resentimiento occidental".

No olvidaremos qué Gobierno puso a la ciudad donde el virus se originó bajo llave, pero permitió que los aviones volaran desde allí

El choque de civilizaciones a una escala insospechada es una de las hipótesis en juego en las casas de apuestas donde se dilucida el futuro. La otra es más "intima" y tiene que ver con el previsible recrudecimiento dentro de las propias democracias occidentales de los populismos identitarios que ya empezaron a expandirse como una metástasis desde la última crisis global. Porque, si la salvación hoy parece sólo nacional, ¿de qué nos valen las grandes construcciones de solidaridad internacional forjadas en el pasado?

Cree Holland que "ciertamente, todo lo ocurrido ha lesionado a la globalización, pero el daño real, tal vez, radica en la dimensión de la metáfora. El Covid-19 da una cara terriblemente potente a los temores y sospechas que las personas que se oponen a la globalización han alimentado durante mucho tiempo. Ahora pueden decir que las comunicaciones sin trabas, las fronteras abiertas, las líneas de suministro que abarcan todo el mundo en realidad matan y apuntan a miles y miles de muertes. El instinto de levantar el puente levadizo será (¡es!) muy fuerte".

"En Europa," continúa el historiador, "este instinto podría intensificarse aún más si la Unión Europea no logra unirse a sus estados miembros más afectados, y si el Covid-19 tiene un impacto particularmente devastador en Oriente Medio y África. La hostilidad hacia la migración masiva, después de todo, se agudizará enormemente si los migrantes pueden ser retratados por quienes se oponen a ellos como literalmente una plaga. Igualmente, la amenaza que Covid-19 presenta a los países con sistemas de salud mucho más rudimentarios que los que disfrutan los europeos sirve como un recordatorio de que ningún país es una isla. La pandemia es un desafío global y, por lo tanto, solo se puede resolver con una respuesta global. El mundo entero es tan fuerte como su eslabón más débil".

Las personas que se oponen a la globalización ahora pueden decir que las fronteras abiertas matan

El maestro de biólogos E.H Wilson escribió que los seres humanos "hemos creado una civilización de Guerra de las Galaxias con emociones de la Edad de Piedra, instituciones medievales y tecnología que parece de dioses" y Holland coincide al no valorar en demasía el supuesto progreso moral del mundo de hoy respecto al de ayer: "Porque así como los humanos responsables de las pinturas rupestres miles de años no fueron menos inteligentes que nosotros, nosotros, con nuestros teléfonos inteligentes, nuestros aeropuertos y nuestros ventiladores, tampoco somos menos propensos a la superstición e irracionalismo que ellos. Nuestra fe en el progreso, que no es meramente fe, nos ha dado estándares de vida y períodos de vida que las generaciones anteriores solo podrían haber soñado. Igualmente, amenaza al planeta con el cambio climático y la extinción masiva. Tal ha sido siempre el trato de Prometeo".

El Tíber se desbordó en Roma en el otoño del año 589 d.C. con tal fuerza que arrastró varias iglesias a su paso y dejó en las orillas grandes bancos de inquietantes serpientes acuáticas. Una plaga aún peor se abatió sobre la ciudad dos meses después. Aquella peste se llevó por delante nada menos que al papa estremeciendo a una ciudad gobernada nominalmente desde la lejana Constantinopla, bajo la constante amenaza de rapaces bárbaros y que ya había sufrido bastante desde la caída del Imperio romano. Si en sus mejores tiempos más de un millón de personas pululaban por sus calles, ahora apenas veinte mil desesperados sobrevivían a duras penas entre las ruinas cubiertas por hierbajos, en el foro abandonado donde pastaban las bestias. El nuevo papa Gregorio caminó por calles devastadas por la peste tras su consagración y le pareció ver que del cielo llovían flechas de fuego disparadas por un arco invisible. Pese a todo, no desesperó: "Dios es misericordioso y compasivo y es su voluntad que ganemos su perdón a través de nuestras oraciones", pidió a la multitud. Tres días después, la peste remitió.

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