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La foto de los fundadores del Opus que oculta una lectura inesperada del franquismo
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Entrevista a Lino Camprubí

La foto de los fundadores del Opus que oculta una lectura inesperada del franquismo

El investigador analiza las claves de su ensayo sobre el poder de ingenieros y científicos en el Estado franquista. La larga sombra de la tecnocracia y la obra pública

Foto: Escrivá de Balaguer en Andorra tras el paso de los Pirineos (Fundación Valentí Claverol/Editorial Crítica)
Escrivá de Balaguer en Andorra tras el paso de los Pirineos (Fundación Valentí Claverol/Editorial Crítica)

3 de diciembre de 1937, iglesia de Andorra la Vella, Escrivá de Balaguer posa con sus colaboradores tras cruzar los Pirineos huyendo del rojerío y de la Guerra Civil. El mito fundacional del Opus Dei hecho fotografía. Si los que estuvieron con Fidel en Sierra Maestra pasaron a la historia de su organización, los que estuvieron con Escrivá en los Pirineos tres cuartos de lo mismo… En la foto que ilustra este artículo vemos a siete jóvenes junto al líder del Opus, entre ellos Miguel Fisac, arquitecto célebre en ciernes, y José María Albareda, futuro creador del Consejo Superior de Investigaciones Cientificas (CSIC), organización cuya retroalimentación económica con el Opus será clave para la expansión del credo de Escrivá: el sueldo de Fisac como arquitecto estrella del CSIC irá a parar a la Obra...

Foto: El historiador y economista Ángel Viñas (EFE)

Seis de los siete miembros de este grupo de fundadores del Opus -jóvenes profesionales de clase media (ingenieros, arquitectos, matemáticos, químicos, médicos, profesores)- ocuparán puestos técnicos de relevancia estratégica en los primeros años del Estado franquista. ¿Quién dijo que el franquismo como régimen tecnocrático liderado por miembros del Opus Dei no empezó hasta 1959 con el desarrollismo y el 'milagro' económico sesentero? He aquí uno de los lugares comunes históricos que pone en duda el investigador Lino Camprubí en ‘Los ingenieros de Franco’, ensayo sobre el poder de la ciencia en el franquismo de la autarquía y más allá, de los ingenieros que planificaron la reconstrucción del país a la ‘pantanomanía’ del Caudillo. O cómo el franquismo se empoderó a golpe de obra pública.

PREGUNTA. ¿Qué papel jugaron las obras públicas en la construcción del relato del primer franquismo?

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RESPUESTA. La cuestión del relato es importante, porque la propaganda franquista resaltaba cualquier avance científico y tecnológico como logro político. Pero en el libro trato de ir más allá: ¿qué papel jugaron los objetos producidos en laboratorios y los propios científicos en la construcción del régimen: su estructura, su funcionamiento, su ideología, sus fronteras, sus recursos y su metabolismo?

La tesis fuerte es que no se puede entender el franquismo sin atender al papel de las ciencias y las tecnologías en la transformación del territorio y las relaciones internacionales. Las ciencias y las tecnologías son constitutivas de nuestro mundo cotidiano, y su historia cambió radicalmente aspectos clave de la vida política y económica del franquismo. Cada capítulo del libro transforma nuestra visión de un tema o momento fundamental del franquismo: autarquía, industrialización, nacionalcatolicismo, totalitarismo, sindicatos verticales, integración europea, pactos con Estados Unidos, carbón y petróleo, energía nuclear, ecologismo, descolonización del Sáhara y soberanía de Gibraltar. No creo que sea presuntuoso decir que los resultados son sorprendentes, ¡porque yo soy el primer sorprendido!

P. Hay quien que describe la política económica del primer franquismo con un término: ingenierismo. ¿Qué es el ingenierismo?

No es que la ciencia y la tecnología fueran nacional-católicas, es que los científicos y los ingenieros transformaron el nacionalcatolicismo

R. Fue un término acuñado con mucho acierto por historiadores de la economía que se dieron cuenta de que en la época de la autarquía los ingenieros tenían más peso que los economistas a la hora de definir la política económica, primando la producción sobre lo que llamaban racionalidad económica (eficiencia y competitividad). Pero estos historiadores eran en su mayoría economistas, y además lo eran en una época en la que tras la caída de la URSS el neoliberalismo se tomaba como paradigma de la “racionalidad económica”. Sin embargo, tras la crisis económica es más difícil engañarse: no hay economía sin política, la economía es siempre economía política y la “racionalidad” depende de factores extraeconómicos como la guerra o los conflictos entre el campo y la ciudad. Ningún Estado se ha industrializado a base de libre mercado, sino expropiando, explotando y acumulando.

Con esto no quiero defender las políticas autarquías ni negar que supusieron un importante desgaste, pero quiero entender el proceso en el contexto político y militar de sus protagonistas, sin tratar de imponerles nuestras ideas contemporáneas de racionalidad. Trato de redefinir el ingenierismo no por lo que no era sino por lo que era. Y descubro que era tan heterogéneo que el término no se puede usar sin apellidos.

P. Términos como “ingenierismo” podrían llevarnos a pensar en un régimen tecnocrático sin ideología. ¿Estaba limpio de ideología el ingenierismo?

Ningún Estado se ha industrializado a base de libre mercado, sino expropiando, explotando y acumulando

R. ¡Ni mucho menos! Igual que no hay una única racionalidad económica, tampoco había una única “racionalidad técnica”. Los ingenieros estaban divididos en cuerpos con formación y aspiraciones diferentes, y defendían proyectos para la transformación de la economía política española que eran incompatibles entre sí. Por ejemplo las luchas entre el Instituto Nacional de Industria y el Ministerio de Agricultura eran políticas en el sentido de que planteaban visiones distintas para el futuro del país.

Pero sí compartían una visión del nacionalcatolicismo que aunaba un autoritarismo y el rechazo del parlamentarismo con la confianza de que la investigación llevaría a la independencia económica de España y por tanto a la independencia política, que permitiría solucionar la “cuestión social” manteniendo a raya a obreros y campesinos. Incluso los llamados tecnócratas de 1957 compartían esta postura decididamente política.

P. Respecto a la fotografía de los fundadores del Opus: su análisis deja tocado un arquetipo histórico sobre el régimen. ¿Qué significado tiene esta foto? ¿Permite volver a relatar el primer franquismo?

Estos jóvenes, y no el Espíritu Santo, inspiraron la nueva edición de 'Camino', y el crecimiento del Opus

R. Esta foto se tomó en Andorra en 1937, después de que el grupo cruzara los Pirineos huyendo de Madrid y para unirse al Bando Nacional por San Sebastián. De pie en el centro está Escrivá de Balaguer, que había fundado la Obra pocos años antes. Sus acompañantes eran prácticamente todo lo que el Opus tenía en aquel momento. Eran pocos, pero eran jóvenes y prometedores científicos y profesionales que pronto alcanzarían posiciones de inmenso poder para rediseñar las estructuras de investigación científica del nuevo régimen: el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)

Estos jóvenes, y no el Espíritu Santo, inspiraron la nueva edición de 'Camino', y el crecimiento del Opus se financió con los ingresos producidos por la colaboración en la construcción de los edificios del CSIC entre su Secretario General (el químico Jose María Albareda, en la esquina inferior derecha de la foto) y el arquitecto Miguel Fisac (sentado a la izquierda de Albareda). La retroalimentación CSIC-OPUS y otras parecidas dieron como resultado un catolicismo abiertamente capitalista e industrializador y el traspaso del estilo funcionalista de los laboratorios a los edificios de las iglesias nuevas. No es que la ciencia y la tecnología fueran nacional-católicas, es que los científicos y los ingenieros transformaron el nacionalcatolicismo. Este argumento recoge el del historiador Alfonso Botti sobre nacionalcatolicismo e industrialización y le da una nueva dimensión más concreta y específica para este período.

P. “Queda inaugurado este pantano”. He aquí una frase hito folclórico del franquismo. ¿Cuál es su significado político profundo?

La retroalimentación CSIC-OPUS y otras parecidas dieron como resultado un catolicismo abiertamente capitalista e industrializador

R. Uno de los motes de Franco era “Paco el Rana”, porque iba saltando de pantano en pantano para inaugurarlo. En pocas décadas se construyeron más de 350 presas. Pero es evidente que los proyectos no se le ocurrían al Jefe del Estado, detrás había ingenieros, algunos de los cuales se dedicaron a implantar planes que se habían desarrollado en tiempos de Primo de Rivera y que se continuaron durante la Segunda República, y otros que, en cambio, diseñaron nuevos saltos para generar hidroelectricidad. La competencia por el uso del agua era feroz. Los pantanos de Franco son un buen ejemplo de la importancia de los ingenieros de Franco, que no eran los ingenieros que tenía Franco, sino los ingenieros que construyeron a Franco y la imagen que tenemos de él.

P. ¿Cuál era el peso político real de estos ingenieros y científicos?

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R. No quiero insinuar que fueran el único grupo determinante, había muchas familias políticas. Lo que llamamos “franquismo” fue en realidad un período muy heterogéneo y cambiante. Pero es impresionante encontrarlos no sólo diseñando políticas industriales, sino ejerciendo de diplomáticos con pactos secretos para comerciar con uranio o llevando el peso de las negociaciones para el futuro de la soberanía del Sáhara en términos de reservas mundiales de fosfatos.

Uno de los capítulos se centra en Gibraltar y su importancia geoestratégica en la era de los submarinos nucleares. ¡Los oceanógrafos españoles colaboraban con la OTAN aunque España no era miembro! De modo muy similar, la presencia de ingenieros en comisiones de estandarización europeas fueron un modo de integración tecnológica que hizo posible la integración política posterior.

En términos generales, ingenieros y científicos fueron parte activa y determinante del régimen franquista y su evolución. Creo que ésta es una tesis que la mayoría de los historiadores de la ciencia y la tecnología en España han asumido y que mi trabajo ha contribuido modestamente a ello, ya que algunas de estas inquietudes quedaron recogidas en mi anterior libro: Engineers and the Making of the Francoist Regime (Cambridge, Mass/The MIT Press, 2014). Mi esperanza es que los historiadores generalistas la tengan en cuenta, porque creo sinceramente que estamos obviando una parte integrante de este periodo.

3 de diciembre de 1937, iglesia de Andorra la Vella, Escrivá de Balaguer posa con sus colaboradores tras cruzar los Pirineos huyendo del rojerío y de la Guerra Civil. El mito fundacional del Opus Dei hecho fotografía. Si los que estuvieron con Fidel en Sierra Maestra pasaron a la historia de su organización, los que estuvieron con Escrivá en los Pirineos tres cuartos de lo mismo… En la foto que ilustra este artículo vemos a siete jóvenes junto al líder del Opus, entre ellos Miguel Fisac, arquitecto célebre en ciernes, y José María Albareda, futuro creador del Consejo Superior de Investigaciones Cientificas (CSIC), organización cuya retroalimentación económica con el Opus será clave para la expansión del credo de Escrivá: el sueldo de Fisac como arquitecto estrella del CSIC irá a parar a la Obra...

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