Madonna, Coldplay, Miguel Bosé... los blufs musicales del año

Es un trabajo sucio, pero alguien tiene que hacerlo: señalar los grandes castañazos de los superventas y también los de grupos de culto entre los presuntos 'gourmets' musicales. El año 2015 ha sido generoso en patinazos. Aquí resumimos los más sonados (y aquí los puedes escuchar... si quieres):

'Rebel Heart' (Madonna)

Incluso los fans acérrimos reconocen que la ambición rubia ha protagonizado este año una de las giras más sosas, tristes y deslavazadas que se han visto en un estadio. Si no puede hacer felices a los suyos cuando incluye grandes éxitos, imaginen con las canciones nuevas, que parecen compuestas por un generador automático de topicazos. Quizá va siendo hora de poner un 'ex' delante de su título de reina del pop.

'A head full of dreams' (Coldplay)

Lo dijimos aquí hace unos días: el grupo británico necesitaba una inyección de adrenalina tras el mustio 'Ghost Stories' y lo que nos han dado es un álbum que parece compuesto por los Teletubbies ciegos de MDMA. Intentan animarlo con todos los trucos posibles: dos duetos con Beyoncé, un 'sampler' de Barack Obama, un cameo de Noel Gallagher (Oasis) y hasta una canción donde comparten coros la exmujer y la nueva novia de Chris Martin. Ni el mejor pirotécnico del mundo podría resucitar la pólvora mojada de su repertorio.

'Crosseyed Heart' (Keith Richards)

Cada vez que un 'stone' hace cualquier cosa, la prensa cultural lo cubre como si fuera la caída del muro de Berlín, mucho más si se trata del carismático guitarrista y compositor del grupo. Perdemos la cuenta ya de las veces que se han titulado entrevistas suyas con la frase hecha "Adicto al blues". En realidad, lo que nos ha entregado en 2015 es un disco blandito, previsible y prescindible, donde solo hay un par de baladas disfrutables.

'Los pobres' (PXXR GVNG)

Uno de los debuts más comentados de la temporada. Surgidos en los barrios populares del sur, han conquistado al sector moderno, desde las revistas de tendencias hasta festivales emblemáticos como el Sónar de Barcelona. Se supone que ofrecen descaro y frescura callejera, pero falla la solidez de las bases y el consumismo militante de las letras. No son los chicos del arroyo de Pier Paolo Pasolini, sino el sueño húmedo de Paolo Vasile, director de Mediaset, que no necesitaría cambiar nada para integrarlos en reality shows tipo 'Gran Hermano', Princesas de barrio' y 'Mujeres, hombres y viceversa'.

'Dobles fatigas' (Los Planetas)

El grupo de Granada hace años que da muestras de agotamiento creativo. Su reinvención flamenca se quedó en maquillaje de baja intensidad, para seguir funcionando con la misma lógica de psicodelia noventera tipo 'Spiritualized' a la que nos tienen acostumbrados. La novedad aquí es que, después de arremeter contra los cantautores protesta, entregan 'El duendecillo verde', un himno contra el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, a quien insultan sin piedad por su tensa relación con el colectivo de los artistas españoles. La pieza resulta entre floja e incomprensible, por debajo del estándar de canción política de Eskorbuto o incluso de cantautores tipo Ismael Serrano, a quienes tanto han criticado.

'Amo' (Miguel Bosé)

Hablemos claro: Bosé lleva un par de décadas sin aportar nada al mundo del pop-rock en castellano. Si sigue siendo un superventas, es por el éxito comercial de 'Papito' y su secuela, álbumes de duetos donde revendía sus viejos éxitos de siempre. Este año entregó 'Amo', un disco que parece la traducción musical del típico cincuentón 'new age' que no para de dar la brasa con lo mucho que disfruta la vida ahora que es más maduro y consciente de la realidad. No le redime ni el himno 'Sí se puede', un saludable recordatorio de la emergencia social que vive España.

'Peace is The Mission' (Major Lazer)

Son uno de los grupos más codiciados por los festivales españoles. Tras su triunfo en Sónar y Rototom, han sido el primer cabeza de cartel anunciado por Benicàssim 2016. La banda abandona en gran parte sus raíces jamaicanas para entregarse a la electrónica de estadio más ramplona, a veces tan contagiosa como el éxito global 'Lean On', pero en general tan inofensiva como la decoración del gastropub de un barrio 'hipster' de Barcelona. Diplo, cerebro del grupo, es un 'coolhunter' musical que vive de saquear la creatividad de los barrios pobres del planeta y ahora se dedica a dar a los modernos el atractivo e inofensivo papel de celofán musical que necesitan para acolchar sus noches de fiesta.

'Sirope' (Alejandro Sanz)

Pocas esperanzas quedan ya de que uno de nuestros compositores más dotados vuelva a escribir algo a la altura de 'Corazón partío', 'El alma al aire' o 'Pisando fuerte'. En su último disco, naufraga miserablemente buscando una credibilidad 'soul funk', pero suena como un blanco incapaz de interiorizar los recursos del género, más perdido que un belga cantando por bulerías. Le queda su espléndida voz, también alguna canción bonita como la balada 'Pero tú', poca cosa para justificar su estatus de número uno internacional del actual pop rock en castellano.

'Miley Cyrus & Her Dead Petz' (M.C. y The Flaming Lips)

Un viaje de ayahuasca y la muerte de una mascota inspiraron el disco más psicodélico, injustificado y tostón del año. Lo perpetra la mayor estrella pop del planeta junto al grupo de culto 'hipster' The Flaming Lips. Nada menos que 23 canciones donde Cyrus desparrama sus paranoias, envueltas en melodías que parecen compuestas sobre la marcha y arreglos que son como una mezcla de LSD y confeti. No hay apenas nada salvable, salvo el detalle de que decidió no cobrar a sus fans por escucharlo. Lo subió gratis a la red para disfrute y rechifla general.

'Vulnicura' (Björk)

Se ha criticado a Van Morrison que gran parte de su repertorio esté centrado en el exhibicionismo vocal, en vez de poner su garganta al servicio de las canciones. Lo mismo podemos decir de la diva islandesa, que nos explica el deterioro de una relación sentimental no con la intensidad de una tormenta, sino con la densidad empalagosa de un mazapán. Como a David Bowie y Radiohead, la intensidad se le supone, parece que los discos que publica sean buenos por definición, cuando muchas veces estos mitos de la posmodernidad son artistas tan previsibles y autoparódicos como cualquier otro. 'Vulnicura' es una completa confirmación.