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Oscar 2015: lo importante es la audiencia
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en busca del lucrativo público joven

Oscar 2015: lo importante es la audiencia

La gala es el programa no deportivo más visto de EE UU, pero el público sólo la sigue en masa cuando las nominadas son taquillazos. Y 2015, en ese sentido, está condenado al fracaso

Foto: Preparativos para la edición 87 de los premios Oscar (Efe)
Preparativos para la edición 87 de los premios Oscar (Efe)

Los Oscar no serían lo que son si su ceremonia de entrega no fuera cada año el espectáculo de entretenimiento más visto en EEUU y uno los más seguidos en todo el mundo. La Academia del Cine vive sobre todo de los derechos de emisión del show, que lleva casi dos décadas sin acercarse su récord de 55 millones de espectadores. Los cambios de presentador, intervenciones de lujo, números musicales y más de 4 millones extras de dólares en publicidad centrada en las redes sociales no palian un problema mucho más grave y difícil de controlar: el público sólo sigue los Oscar por la tele en masa cuando las nominadas son superéxitos de taquilla. 2015, en ese sentido, está condenado al fracaso.

Mucho se ha hablado y se habla de los mejores y peores presentadores de los Oscars, de las galas más soporíferas y las que consiguieron esa rara combinación de agilidad, espectáculo y emoción que convierte a una buena ceremonia de entrega de premios del cine en el programa no deportivo más visto todos los años en EEUU. Internet está plagado de listas de los mejores y peores presentadores de la gala, y conducir con brío las tres horas (casi cuatro en los peores casos) que dura el incesante movimiento de famosos, montajes, actuaciones musicales y gags, se considera uno de los trabajos más duros del mundo del espectáculo: no es de extrañar que muchos hayan rechazado las ofertas de hacerlo y otros hayan terminado abandonando.

Pero en realidad, el éxito, en términos de audiencia, de los Oscars, tiene mucho más que ver con que haya mucha gente interesada en el resultado. Más allá del glamour, los vestidos, las meteduras de pata y los chistes, años de datos de audiencia parecen demostrar que lo importante es si los espectadores (en grandes números) se sienten identificados con alguna de las películas, porque les ha tocado la fibra, porque de alguna manera sus actores o su director merecen el reconocimiento para ellos por encima de los demás.

"El gran problema que tiene la Academia es que sus miembros tiende a nominar películas que los estadounidenses apenas han visto. Este año, por ejemplo. Birdman te puede parecer una gran película, pero no es una película taquillera que encandile a las masas. Es más una película artística, de nicho", argumenta Scott Collins, especialista en televisiónde Los Angeles Times. Una tendencia que se ha agravado en los últimos años, porque "las producciones cinematográficas tienden cada vez más a caer en una de estas dos categorías: franquicias taquilleras como Iron Man y películas independientes, de autor. Esta división le pone las cosas bastante difíciles a la Academia". Este fue el motivo de que el número de películas nominadas al máximo galardón se ampliara en 2010 hasta 10.

Y 2015es un año, en ese sentido, especialmente difícil. Aunque un último empujón de la más taquillera del grupo, El francotirador, ha hecho que las nominadas alcancen los 600 millones de recaudación, es el conjunto de nominadas de menor éxito de taquilla en el momento de la ceremonia, desde que se amplió la categoría a más de cinco.

La apuesta por el presentador Neil Patrick Harris, que despegó con Cómo conocí a vuestra madrey es un showman en el amplio sentido de la palabra, podría parecer arriesgada. Patrick Harris, que ha presentado cuatro ceremonias de premios Tony y dos de Emmys (y conseguido aumentar las audiencias de ambas), lleva semanas compartiendo titulares y ubicuidad informativa con nominados favoritos como Iñárritu y Michael Keaton, y afirma estar preparando sorpresas y hasta trucos de magia. Aún así se muestra resignado a no alcanzar el récord del año pasado de Ellen Degeneres (45,4 millones de audiencia, la mejor de la última década). DeGeneres, Chris Rock y hasta Julia Lloyd-Dreyfuss rechazaron la oferta de presentar este año.

Los responsables de la gala, Craig Zadan y Neil Meron (productores veteranos cuyos éxitos incluyen la película Chicago y varios musicales de Broadway, y los únicos, tras Gil Cates, que han recibido el encargo de hacerlo más de un año consecutivo), y la Academia, han tirado la casa por la ventana en busca de la audiencia más apetecible:los jóvenes. Participarán en la entrega de estatuillas un grupo nutrido de glamurosos y diversos famosos (Oprah Winfrey, Scarlett Johanson, Channing Tatum, Ben Affleck, Jennifer Aniston, Eddie Murphy, Cate Blanchet, John Travolta, Sienna Miller, David Oyelowo, Kerry Washington, Jason Bateman, Idris Elba...), y habrá actuaciones de Lady Gaga, Jennifer Hudson, Jack Black, Common y John Legend, Adam Levine y Maroon 5, Tim McGraw y Tegan y Sara.

Aunque la Academia, que es una organización sin ánimo de lucro con un presupuesto de 151 millones de dólares anuales, se resiste a confirmar datos sobre su inversión en publicidad, un informe de una consultora filtrado el pasado enero por el Hollywood Reporter aseguraba que este año había ascendido en más de 4 millones de dólares, con un acento especial en los anuncios en televisión de cable y redes sociales. Hasta hay siete artistas de redes sociales (Instagram, Tumblr, Vine) contratados para dar animar el Oscar durante la semana previa y a lo largo de la tarde del domingo.

¿Por qué es tan importante la audiencia televisiva para la Academia del Cine? La venta de los derechos de retransmisión (en vigor actualmente para ABC hasta el año 2020 por 75 millones de dólares al año) es el ingreso más importante con diferencia de la Academia. Y esos derechos valen más cuanto más publicidad generen. A pesar del declive de las audiencias, el precio de la publicidad en los Oscars está subiendo en los últimos años. En 2014 se vendieron todos los espacios con cuatro meses de antelación, a un precio de 1,9 millones de dólares los 30 segundos. La retransmisión de 2013, por ejemplo, generó ingresos de más de 88 millones de dólares en anuncios, con una media de 10 minutos de anuncios por cada hora de retransmisión.

"La Academia busca más espectadores, pero sobre todo, espectadores jóvenes. Lleva años intentando resolver este problemay, por eso, muchas veces intenta poner al frente de la ceremonia presentadores más jóvenes", explica Collins. Cuanta más gente joven vea la ceremonia, más caros serán los anuncios, y la edad media de los espectadores de los Oscars no para de subir. De 45 en 2000 a 52,5 el año pasado. "Hasta el momento la apuesta por los presentadores jóvenes no ha tenido los resultados esperados del todo. Pero sí que con los cambios han conseguido que los Oscar estén muy presentes en las redes sociales, lo que les ayuda a seguir siendo relevantes entre los jóvenes incluso aunque luego no vean toda la ceremonia completa".

Y así, entre las muchas cualidades que debe tener un buen maestro de ceremonias, contar con un buen número de seguidores en redes sociales es de las más apetecibles. De hecho, fue Twitter el año pasado uno de los elementos clave en el triunfo a Ellen DeGeneres con su famoso selfie, la foto más twitteada de la historia con 32,8 millones menciones. Zadan y Meron, incluso, confiesan que prefieren una equivocación sonada, como la de John Travoltacuando anunció el nombre de Idina Menzel("Adele Dazeem", la llamó, y Twitter, Youtube y Vine explotaron) que una ceremonia apagada. Por eso los "trucos" que Patrick Harris (con una cuenta de Twitter con 13,6 millones de seguidores, bastante menos nutrida que la de DeGeneres) pueda sacarse de la manga son especialmente importantes en un año en que presumiblemente muy poca gente estará pendiente de si Boyhood o Birdman se llevan la estatuilla.

Grandes películas que traen grandes audiencias

1998 fue el año del récord de audiencia de la ceremonia desde que se emite por televisión (la primera vez fue en 1959), con 55 millones de espectadores: el año de Titanic. Más que un siempre correcto Billy Crystal en su sexta ocasión (de nueve) como maestro de ceremonias, este triunfo se achaca a la megataquillera película de James Cameron. 55 millones de estadounidensesy varios millones más de personas en todo el mundo aguantaron frente a sus pantallas las más de cuatro horas de duración (fue una de las más largas) y algunos momentos dudosamente televisivos como la famosa foto de actores galardonados en el 70 aniversario de los premios.

Un año lamentable: 2008, el de menor audiencia (32 millones de espectadores) de la historia. ¿Qué pasó? Jon Stewart mejoró su debut en 2006, pero tenía poco que hacer en un año en que la mejor película fue la oscura No es país para viejos(con una modesta taquilla de 64 millones de dólares en EEUU), que competía con Pozos de ambición, Michael Claytony Sweeney Todd(lo que llevó a Jon Stewart a preguntarse en voz alta: "¿Quizá esta ciudad necesita un abrazo?"). Sólo Juno, premiada al mejor guión original, tuvo más de 100 millones de dólares de taquilla. Para colmo de males, los cuatro actores y actrices ganadores eran europeos.

Otro año muy bajo, con 38 millones de audiencia: 2006. ¿Las nominadas? Brokeback Mountain (83 millones de reacudación); Crash (54), Munich (47) Buenas noches y buena suerte (31) y Capote. 2009 fue un poco mejor: 36 millones de espectadores. Las nominadas incluían las modestas El lector, Milk y Fox/Nixon y las exitosas Slumdog Millionaire y Benjamin Button.

En 2010 Avatar (con casi 750 millones de dólares recaudados, la película más taquillera nominada de la historia) consiguió levantar la audiencia en 3 millones hasta 41 desde el año anterior, ayudada por otro taquillazo, Up, a pesar de que junto a ellas había joyas arthouse de bajísimo presupuesto y taquilla como An education o Un hombre serio de los Cohen.

El mejor año de esa década, 2000, coincidió con la nominación de dos películas de las más taquilleras (la cuarta y la décima, respectivamente) de los Oscar: Toy Story 3 como mejor película de animación, y El sexto sentido, como mejor película. El segundo mejor dato de audiencia de esa década, 2004, fue casualmente el año en que estuvo nominada la tercera película más taquillera de las nominadas a los Oscars, la primera entrega de El señor de los anillos.

¿Qué ocurre con los peliculones más famosos de la historia de los Oscars? Que corresponden con tres años de máxima audiencia. Los años de ET (1984), La Guerra de las Galaxias (1978) y Forrest Gump (1995), dieron el segundo, cuarto y quinto mejor dato en términos de audiencia. Las tres películas están en la lista de las diez más taquilleras nominadas al Oscar.

Las fluctuaciones de las audiencias, a pesar de todo, son impredecibles e influyen en ellas factores tan variables como la contraprogramación de otras cadenas, el tiempo meteorológicoo el estado de ánimo colectivo. Por ejemplo, 2003. Apenas 33 millones de espectadores, ocho menos que el año anterior. Presentador: un veterano Steve Martin. Aunque entre las nominadas había dos éxitos (la segunda entrega de El señor de los anillos con casi 340 millones de dólares y Chicago con 170), las otras tres (Gangs of New York (77 millones), El pianista (32) y Las Horas (41), tuvieron recaudaciones muy modestas.

Pero sobre todo, ese año la ceremonia estuvo marcada por el inicio de la guerra de Irak, que provocó que se cerrara al público y acortara la duración de la alfombra roja, y Michael Moore gritara su famoso "¡Avergüéncese, señor Bush!" al recoger su premio. Aunque se celebró mucho el papel de Steve Martin como salvador de una ceremonia tensa en uno de los momentos más oscuros de la reciente historia de EEUU, la audiencia (en el teatro Kodak, pero sobre todo en casa) no estaba para fiestas.

Los Oscar no serían lo que son si su ceremonia de entrega no fuera cada año el espectáculo de entretenimiento más visto en EEUU y uno los más seguidos en todo el mundo. La Academia del Cine vive sobre todo de los derechos de emisión del show, que lleva casi dos décadas sin acercarse su récord de 55 millones de espectadores. Los cambios de presentador, intervenciones de lujo, números musicales y más de 4 millones extras de dólares en publicidad centrada en las redes sociales no palian un problema mucho más grave y difícil de controlar: el público sólo sigue los Oscar por la tele en masa cuando las nominadas son superéxitos de taquilla. 2015, en ese sentido, está condenado al fracaso.

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