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El Real gasta cuatro millones de euros por ópera
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LA TAQUILLA INGRESA POR CADA UNA POCO MÁS DE UN MILLÓN. EL RESTO, SUBVENCIONES Y DÉFICIT

El Real gasta cuatro millones de euros por ópera

La gestión del actual equipo directivo del Teatro Real es nefasta para la institución. Así lo desvelan las primeras cuentas del organismo que se han hecho

Foto: El Real gasta cuatro millones de euros por ópera
El Real gasta cuatro millones de euros por ópera

La gestión del actual equipo directivo del Teatro Real es nefasta para la institución. Así lo desvelan las primeras cuentas del organismo que se han hecho públicas esta semana en el BOE, con tres años de retraso. Gregorio Marañón, presidente de la Fundación Teatro Real, Ignacio García-Belenguer, director general, y Gerard Mortier, director artístico, gastan más de lo que ingresan. Mucho más. El Real ha sufrido un recorte de subvenciones importante -aunque no tanto como otras instituciones culturales que sí han hecho sus deberes y han aumentado sus ingresos propios para paliar la merma pública- y también una caída dramática de recaudación por abonos y venta en taquilla. Aun así, el despilfarro ha continuado.

Tiene menos capacidad para ingresar por cuenta propia y por cuenta pública, pero no ha importado porque los gastos en las producciones en 2010 y 2011, los dos primeros años de Mortier como director, han estado muy por encima de sus posibilidades. En la primera temporada a la que nos referimos se estrenaron doce óperas. En el montaje de cada una de ellas se gastaron 3.745.000 euros de media. De todos esos millones sólo se consiguieron recuperar por ingresos directos (recaudación de taquilla y publicidad en programas de mano) 1.184.000 euros. El resto, subvenciones y déficit. Parte de la pérdida, 2.180.000 euros,  se cubrió a golpe de subvención. El resto, se acumula en déficit.

Pero la segunda temporada de Mortier fue todavía peor. A pesar de haber rematado con un balance de 300.000 euros menos de pérdidas que el año anterior, gastaron más en cada producción. La cifra se dispara hasta los 3.972.375 euros por ópera. De doce montajes se pasó a diez –de 106 funciones a en 2010 a 91 en 2011- y de esta manera se logró un falso ahorro. El pago de esos casi cuatro millones de euros por ópera se hizo frente con algo más de dos millones de euros del erario público y 1.319.000 euros de taquilla. Más déficit.  

Al ampliar la lupa vemos que cada función, de las 91 ejecutadas en 2011, ha costado montarla 436.524 euros de media. Y se han recuperado por ingresos directos 144.984 euros. De los impuestos cada función requiere casi doscientos mil euros. Es posible que, ante esta lectura de las cifras, alguien deba reclamar al director general más severidad contra los caprichos del director artístico.

A punto de reventar

La burbuja de la ópera infla el gasto en los montajes y se legitima el encarecimiento con la excusa de la vanguardia. Como si la ruptura con la tradición estuviera pendiente del dinero que necesita para lograrlo. El mejor ejemplo es la ópera San Francisco de Asís, de Olivier Messianen: presentada como la propuesta más arriesgada de Mortier –sin aclarar que el motivo del riesgo era la estrafalaria inversión-, incorporó en el recinto deportivo del Madrid Arena una cúpula gigante de 22 toneladas y 14 metros de altura, que cambiaba de color con la música gracias a los 1.400 tubos fluorescentes de los que estaba compuesta. Era el escenario diseñado por la pareja de artistas rusos, los hermanos Kabakov. La ópera 'San Francisco de Asís', presentada como la propuesta más arriesgada de Mortier, incorporó en el Madrid Arena una cúpula gigante de 22 toneladas y 14 metros de altura

Una mega producción para cinco funciones. La gran referencia del mandato Mortier ingresó cada día 28.818 euros y cada día gastó 714.512 euros. Las arcas públicas invirtieron al día casi 260.000 euros en sacar adelante el espectáculo más desastroso en términos económicos. En sólo cinco funciones acumuló pérdidas por valor de 833.516 euros.

Por eso no extraña que en las cuentas de 2011 se señale que el gasto de producción audiovisual se ha disparado, así como el dinero pagado por los servicios prestados por la orquesta y el coro. Por cierto, ni la una ni el otro con personal de la fundación, sino contratos que al año le suponen al Real más de nueve millones de euros.

Sin responsables

Ya en las cuentas de 2010 se avisa que la Intervención General de la Administración del Estado considera que “las medidas adoptadas por la Fundación no se ajustan al Real Decreto-ley” que exige la reducción del déficit púbico. Las medidas tomadas para reducir el gasto -no en las producciones- no han servido para nada. Y se avisa en el BOE: “Por lo tanto, deberían tomarse las medidas necesarias para acomodarse a la normativa en esta materia para los ejercicios futuros”. Es decir, el equipo de dirección no está cumpliendo con la ley que mantiene a raya el déficit. 

La llamada de atención tiene que ver con el reparto en sus balances de lo público y lo propio: en 2009 los ingresos logrados por la casa suponían el 47,4% de las cuentas; en 2010, un 49%; y en 2011 crecieron hasta el 54,3%, el resto corresponde a las subvenciones oficiales.  

Ante este grave apunte este periódico ha solicitado las aclaraciones de los responsables del Teatro Real, pero el resultado ha sido el silencio. También ha obtenido silencio del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), organismo público adscrito a la Secretaría de Estado de Cultura del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, que dirige Miguel Ángel Recio Crespo, cuya aportación económica en 2011 al Real fue de 15.471.000 euros -una ayuda tres veces mayor que la de la Comunidad de Madrid. El Confidencial pidió una valoración de la gestión de dicha cantidad procedente de las arcas públicas, pero el director del organismo contestó que “es la Fundación quien debe hablar y no el INAEM”.

Esta política de gastar más de lo que se ingresa está generando un déficit insostenible e indefendible en cualquier situación económica por la que atraviese el país, pero más aun en ésta. Sobre todo teniendo en cuenta que abrir el Teatro Real, un gran mastodonte cultural al que proteger, cada día cuesta al año casi 27 millones de euros de gasto fijo. Si en subvenciones y donaciones en 2011 recibió casi 25 millones -y siguieron mermándose en 2012 y 2013- la cruda realidad llama a un ejercicio de contención que demuestre, a quien piense lo contrario, que la cultura no es un lujo.  

La gestión del actual equipo directivo del Teatro Real es nefasta para la institución. Así lo desvelan las primeras cuentas del organismo que se han hecho públicas esta semana en el BOE, con tres años de retraso. Gregorio Marañón, presidente de la Fundación Teatro Real, Ignacio García-Belenguer, director general, y Gerard Mortier, director artístico, gastan más de lo que ingresan. Mucho más. El Real ha sufrido un recorte de subvenciones importante -aunque no tanto como otras instituciones culturales que sí han hecho sus deberes y han aumentado sus ingresos propios para paliar la merma pública- y también una caída dramática de recaudación por abonos y venta en taquilla. Aun así, el despilfarro ha continuado.