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"No sé siquiera si podré hacer mi próxima película"
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GRACIA QUEREJETA ESTRENA '15 AÑOS Y UN DÍA', TRIUNFADORA EN EL ÚLTIMO FESTIVAL DE MÁLAGA

"No sé siquiera si podré hacer mi próxima película"

Fue la vencedora de la pasada edición del Festival de Málaga con 15 años y un día, que se estrena en cines esta semana, pero ni

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"No sé siquiera si podré hacer mi próxima película"

Fue la vencedora de la pasada edición del Festival de Málaga con 15 años y un día, que se estrena en cines esta semana, pero ni eso consigue que despegue los pies del suelo. Gracia Querejeta (Madrid, 1962), hija de una diseñadora de vestuario y un histórico productor español, ha mamado el cine desde la cuna y quizá por eso, porque lo lleva en los genes y en el apellido, no se permite tanto el pensamiento apasionado como sí el táctico. Dice que el cine "no tiene un enemigo en el Gobierno", por ejemplo, y que convendría cuidar algo más la sintonía entre políticos y cineastas. Eso y que no hay necesidad de impostar el optimismo o de hacer ver lo que no es verdad. La situación para el cine, dice, está francamente complicada.

Estamos ya al final del recorrido de 15 años y un día, pero yo le voy a preguntar por el principio. ¿Cuesta mucho levantar hoy una película en España?

Bastante más que antes, desde luego. Hoy se junta todo. Se junta que la gente va menos al cine, que el poder adquisitivo en este país es cada día menor, que estamos ante un  cambio tecnológico evidente, que nuestra dependencia de las televisiones es ya endémica...

¿Y eso no es bueno? Porque hoy las televisiones son de los pocas que conservan ganancias en el sector audiovisual.

Ya, pero me refiero a la dependencia, que es siempre un problema. Hoy apenas se puede producir una película sin una televisión detrás. Y las televisiones, en particular las dos grandes privadas, Antena 3 y Telecinco, han cerrado mucho el camino en torno al producto que más les interesa. Siete mesas de billar francés, que es una película que yo hice con Antena 3 hace seis años, estoy absolutamente segura de que hoy no la querrían hacer. E insisto: solo han pasado seis años.

¿Tanto ha cambiado el panorama desde que comenzó la crisis?

Sí. Hoy hacer una película es muy complicado. Te hablo de películas medias, con presupuestos medios. Hoy cuesta poner en marcha lo que antes costaba una gran película y eso es terrible a nivel industrial.  Y encima después es complicadísimo recuperar en taquilla o vender lo suficientemente bien como para que quede un margen, por pequeño que sea, y que quede un margen, para hacer la siguiente película.

Le veo muy pesimista con el asunto.

Es que en este negocio todos somos bastante pesimistas ahora mismo, la verdad. Estamos ante una sucesión de malas noticias que no es fácil de digerir. Quizá una de las más positivas sería que el ministro José Ignacio Wert reconsiderase la bajada del IVA para el cine y, a corto plazo, poco más. Yo es que no lo veo nada claro, para qué voy a decir otra cosa.

Y todo esto después de haberse llevado el Festival de Málaga.

Ya, pero te digo una cosa: yo no sé si a principios del año que viene, que es cuando yo quisiera, podré ponerme a rodar. No sé siquiera si mi próxima película es posible y, de ser así, seguramente no lo sabré hasta muy poco antes. No sé si se podrá hacer, simplemente. Y como yo, la mayoría.

Antes en nuestro país había productores preocupados por financiar el buen producto antes que el más rentable –entre cuyos ejemplos está su padre, Elías Querejeta–, que así actuaban como escudos para la industria y la inmunizaban en parte contra los vaivenes económicos y los intereses ajenos al cine. ¿Qué ha sido de ellos?

Ya no existen, al menos en España. Los productores que existen están preocupados por el dinero en lugar de por crear algo memorable. El concepto es otro. Hay menos dinero, hay más preocupación por el dinero y es así en detrimento de lo verdaderamente importante, que es hacer algo que perdure en el tiempo.

¿Y cree que la crisis, la económica en el país y la singular en el cine, ha dado el golpe de gracia a este modelo de producción?

Seguramente. Obviamente las condiciones económicas no son favorecedoras, no nos espolean creativamente a nadie. A mí ese rollo de que la falta de dinero agudiza el ingenio me parece una tontería: una película con menos dinero del que necesita, del que requiera por su propia naturaleza, es una película peor. Y hoy lo que ocurre es que todas, todas las películas se hacen con menos dinero del que necesitan.

¿Cree que el cine tiene un enemigo en el Gobierno?

No, tanto como un enemigo, no. Pero tampoco al mejor de los aliados, evidentemente.

¿Y comparte el discurso político del gremio, por llamarlo de una manera? ¿El tono beligerante con el que el cine, o aquellos a quienes consideramos sus portavoces, hablan con frecuencia de y a los políticos?

(Piensa) Creo que por nuestra parte convendría crear un clima de mayor... concordia. Deberíamos empezar a pensar en pasar un poco por encima de esta atmósfera absolutamente crispada en la que estamos, más que nada porque nos está pasando factura, nos está afectando muchísimo.

¿Y cree que es posible? En el cine hay gente muy enfadada con el Gobierno.

Quiero pensar que sí, que en algún lugar tiene que haber un mínimo nexo entre nosotros que pueda funcionar como un punto de partida. Estamos en una situación de colapso en nuestras relaciones que no nos está ayudando nada. Es lo que creo, sinceramente.

¿Dónde está ese nexo de unión, ese santo grial que podría unir a políticos y gente del cine?

Bueno, a mí me cuesta creer que a este Gobierno, como a cualquiera, no le interese el sector audiovisual, que mueve muchísimo dinero y que debería mover muchísimo más. Y los problemas, todos los problemas, los de consumo y los de las salas, pero también los de entendimiento, están afectando a ese sector. De modo que tendremos que encontrarnos en algún punto.

Mientras tanto, ¿cómo convencemos a la gente para que vaya al cine?

Fue la vencedora de la pasada edición del Festival de Málaga con 15 años y un día, que se estrena en cines esta semana, pero ni eso consigue que despegue los pies del suelo. Gracia Querejeta (Madrid, 1962), hija de una diseñadora de vestuario y un histórico productor español, ha mamado el cine desde la cuna y quizá por eso, porque lo lleva en los genes y en el apellido, no se permite tanto el pensamiento apasionado como sí el táctico. Dice que el cine "no tiene un enemigo en el Gobierno", por ejemplo, y que convendría cuidar algo más la sintonía entre políticos y cineastas. Eso y que no hay necesidad de impostar el optimismo o de hacer ver lo que no es verdad. La situación para el cine, dice, está francamente complicada.