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Los vampiros rockeros y la venus de las pieles cierran la competición en Cannes
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'LA VIE D'ADÈLE' SE MANTIENE COMO FAVORITA UN DÍA ANTES DEL ANUNCIO DEL PALMARÉS

Los vampiros rockeros y la venus de las pieles cierran la competición en Cannes

Las dos nuevas películas de dos cineastas muy queridos en Cannes, Roman Polanski y Jim Jarmusch, han cerrado este sábado la competición en el Festival de

Foto: Los vampiros rockeros y la venus de las pieles cierran la competición en Cannes
Los vampiros rockeros y la venus de las pieles cierran la competición en Cannes

Las dos nuevas películas de dos cineastas muy queridos en Cannes, Roman Polanski y Jim Jarmusch, han cerrado este sábado la competición en el Festival de Cannes sin conseguir que subiera el nivel medio, más bien tirando a discreto, de la sección oficial. 

En La Vénus à la Fourrure, Polanski repite la operación que tan bien le salió en Un dios salvaje. Adapta otra obra de teatro, en este caso una de David Ives inspirada en el clásico La venus de las pieles de Leopold von Sacher-Masoch, y reduce el número de intérpretes a dos: su esposa Emmanuelle Segnier y un Mathieu Amalric que, a medida que avanza el metraje, va pareciéndose cada vez más al propio director. 

Situada en su práctica totalidad dentro de una sala, La Vénus a la Fourrure ofrece un clásico juego de metateatro, un tira y afloja entre una aspirante a actriz y el director que le hace una audición para el papel de Vanda, para poner en evidencia la naturaleza sadomasoquista de la relación director-intérprete. 

A priori, la mujer parece la persona menos apropiada para encarnar a la dominatrix, aunque tan pronto como pisa las tablas muta totalmente. La actriz, en apariencia inexperta, empieza a arrastrar a su terreno al director escéptico, en uno de esos típicos duelos teatrales que conducen a una inversión en los roles de poder. Ives y Polanski todavía darán otra vuelta de tuerca al juego de espejos entre dominadora y dominado, y director y actriz en la ficción y en la vida real. Como Un dios salvaje, La Vénus à la Fourrure resulta una obra tan eficaz y entretenida como inane, que controla a la perfección los resortes y los recursos clásicos de la dramaturgia, pero que resulta mucho menos perturbadora de lo que pretende.

Y si Mathieu Amalric mimetiza la apariencia de Polanski (incluso la de Polanski actor en películas como El quimérico inquilino), no cuesta imaginar que Jim Jarmusch se identifica con el protagonista de su último film, Only Lovers Left Alive. Como él, Adam (Tom Hiddleston) es un rockero veterano con cierta alergia a la vida social que ha optado por moverse en los márgenes de la sociedad para seguir cultivando sus pasiones. La principal diferencia entre Jarmusch y Adam es que este último es un vampiro que lleva siglos compartiendo inmortalidad con su amante Eve (Tilda Swinton). 

Jarmusch asocia el aislamiento de los vampiros no tanto a su naturaleza fantástica como a su estatus socio-cultural. Adam encarna a un verdadero amante de la música rock vieja escuela: colecciona guitarras de todas las épocas con una obsesión fetichista, tiene su casa acondicionada para grabar y escuchar música (en vinilo, por supuesto) y él mismo compone temas oscuros que no quiere dar a conocer a nadie. Su relación con el arte le ha condenado a una vida marginal en un presente devastado y lleno de zombies: así es como se refieren a los seres humanos normales. Adam y Eve se han movido por todo el mundo pero en la película residen en dos ciudades especialmente atractivas: Tánger y un Detroit que encarna el naufragio de la sociedad industrial estadounidense. En los recorridos nocturnos por las callejuelas de la ciudad marroquí y por la capital de Michigan encuentra la película sus mejores momentos: Adam y Eva deambulan por inmensas fábricas abandonadas, por bellísimas y decadentes salas de cine que ahora sirven de aparcamiento y por tugurios rockeros.

Más que una película de terror al uso, Only Lovers Left Alive es, como se deduce por su título, un film romántico llena de guiños cómicos e incursiones musicales donde Jarmusch proyecta sus ideales y frustraciones. Los vampiros protagonistas encarnan al prototipo del bohemio romántico, culto y cosmopolita que no encuentra lugar en un mundo demasiado mediocre. Este desajuste se hace evidente en el film tanto en su tono melancólico como en sus pinceladas cómicas. Sin embargo, Only Lovers Left Alive también tiene mucho de viejuna y autoindulgente. Su concepción de la cultura como algo que debe permanecer aislado del presente tiene algo de reaccionario. Sus continuas citas pop no resultan más que chascarrillos cool para que el espectador se sienta satisfecho reconociéndolas. Y algunas de las actuaciones musicales, como el momento en Tánger donde aparece una cantante libanesa, están metidos con calzador.  Por no hablar del insoportable personaje de la hermana pequeña del personaje de Swinton. A pesar del encanto de la pareja protagonista, Only Lovers Left Alive demuestra que los viejos rockeros nunca mueren, pero sí pierden frescura.

Las favoritas de la crítica

Las últimas dos películas presentadas a concurso no han alterado demasiado las porras para el palmarés que se anunciará este domingo a partir de las 19 h. durante la gala de clausura del festival. Aunque el film de Jim Jarmusch tiene sus adeptos, La vie d'Adèle sigue siendo la gran favorita de la crítica. Así se comenta por los pasillos de la sede del festival y así lo confirman las votaciones en algunas publicaciones de cine.

En el panel organizado por las webs argentinas Micropsia y Todas las críticas, donde participan más de una cuarentena de críticos de todo el mundo aunque con mayoría de españoles e iberoamericanos, La vie d'Adèle se alza como la inequívoca preferida, siendo la única película a competición que cuenta con una nota media superior a 8. Consiguen una puntuación de cómo mínimo siete puntos Only Lovers Left Alive de Jim Jarmusch, The Immigrant de James Gray, A Touch of Sin de Jia Zhangke y Inside Llewyn Davis de los hermanos Coen. Por el otro lado, no llegan al aprobado la holandesa Borgman de Alex van Warmerdam, la mexicana Heli de Amat Escalante y Only God Forgives de Nicolas Winding Refn, el film que más divisiones ha provocado entre la prensa.

Le Film Français, la revista de la industria cinematográfica gala, recoge diariamente las votaciones de los críticos de los principales medios de comunicación franceses y es el daily con más difusión en la sede del certamen. Como ha sucedido pocas veces antes, La vie d'Adèle copa la mayor puntuación de doce de los quince participantes en este poll. La película peor recibida en este caso es Shield of Straw de Takashi Miike.

Los premios de interpretación también podrían tener un acento queer. Las dos protagonistas de La vie d'Adèle se encuentran igualmente en todas las quinielas para este galardón, aunque no es habitual que un mismo filme acapare dos premios en el palmarés. En el caso de la interpretación masculina, Michael Douglas y Matt Damon resultan firmes candidatos por su trabajo en Behind the Candelabra de Steven Soderbergh, mientras que Bruce Dern, compañero de generación del presidente del jurado Steven Spielberg, podría ser reconocido por su papel en Nebraska de Alexander Payne

Otros títulos que podrían hacerse un hueco en el palmarés: los dramas familiares Le passé de Asghar Farhadi y Like Father, Like Son de Hirokazu Koreeda, A Touch of Sin de Jia Zhangke que denuncia la violencia en China y The Immigrant de James Gray. La última palabra la tiene, pero, el jurado compuesto por Spielberg, Daniel Auteuil, Naomi Kawase, Christoph Waltz, Ang Lee, Lynne Ramsay, Nicole Kidman, Cristian Mungiu y Vidya Balan. Este domingo conoceremos su resolución.

Las dos nuevas películas de dos cineastas muy queridos en Cannes, Roman Polanski y Jim Jarmusch, han cerrado este sábado la competición en el Festival de Cannes sin conseguir que subiera el nivel medio, más bien tirando a discreto, de la sección oficial.