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Así hace saltar por los aires un grupo de amigos la explotación laboral en Ryanair
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Así hace saltar por los aires un grupo de amigos la explotación laboral en Ryanair

Los sindicatos españoles de la aerolínea irlandesa, que ahora amenazan con huelgas y demandas, se formaron en comidas y salidas informales de trabajadores de la compañía

Foto: Un avión de Ryanair en Ciampino, Italia, (Reuters / Tony Gentile)
Un avión de Ryanair en Ciampino, Italia, (Reuters / Tony Gentile)

Ryanair es célebre por ser un pequeño infierno. Una dura prueba para sus clientes, que a cambio de un precio muy reducido por los billetes de avión tienen que padecer un servicio mínimo, y una aerolinea que nunca se ha caracterizado por ofrecer a sus trabajadores unas condiciones ni remotamente parecidas a las de cualquiera del sector. Pero algo ha cambiado. Al menos, para los empleados. Desde octubre de 2017, cuando comenzaron a derribar la estructura de “sindicato vertical” que los “managers” de la compañía les imponían, pasando por las huelgas de diciembre y llegando a la demanda que este viernes interpusieron los pilotos españoles o la amenaza de nueva y “muy factible” huelga en agosto de los auxiliares de cabina.

“En 2013 entrabas a los despachos con las piernas temblando”, confiesa una fuente sindical de la ‘low cost’. Pero eso ha cambiado. “Entonces, además de que éramos todos muy jóvenes, había una crisis tremenda y nadie se quería arriesgar porque fuera no había ninguna posibilidad de encontrar otro trabajo”, explica este azafato. “Ahora las cosas han cambiado, con la recuperación si estamos aquí es porque queremos, porque podríamos irnos a otro sitio a trabajar. De hecho es lo que han decidido cientos de trabajadores de Ryanair estos últimos años”, prosigue. Al tiempo que muchos se marchaban, la compañía tenía que hacer nuevas contrataciones porque en solo 15 años ha pasado de tener 100 aviones a poseer 430.

Las condiciones irlandesas son peores. Lo que tiene sentido es firmar un convenio en España

En España, tanto pilotos como auxiliares han creado estructuras sindicales. También en otros muchos países. Pero aún no están reconocidas legalmente por la empresa. En ambos casos el principal desacuerdo es que la compañía quiere aplicarles la legislación irlandesa, mucho más restrictiva en algunos derechos, como los permisos de paternidad o los días de asueto, y ellos quieren la española por coherencia: “Vivimos y trabajamos en Madrid”. Este asunto, junto con la falta de reconocimiento sindical, es el que ha llevado a los pilotos a presentar una denuncia ante el SIMA para que dirima en arbitraje la cuestión. "Las condiciones irlandesas son mucho peores y lo que tiene sentido es firmar un convenio en España con las leyes españolas", razona un sindicalista.

Menos negociadores se muestran los auxiliares de cabina, que ya han avisado de que irán a la huelga en agosto con casi toda probabilidad. Su caso es muy similar en cuanto al tema de la legislación irlandesa. “Estamos pagando la Seguridad Social allí, es todo muy caótico”, subrayan. Todas las semanas se reúnen con los dirigentes de la empresa, que han ido cediendo en muchos aspectos: equiparar más o menos los sueldos a los de otras aerolíneas (“en realidad más que acercarnos nosotros a ellas, han sido ellas las que se han acercado a las ‘low cost”, matiza un empleado de la compañía líder).

Un sindicato clandestino

“Quieren que tengamos menos días de libranza y que no haya delegados sindicales. Son cosas imposibles porque van en contra de la legalidad española”, explican. Aunque algunas cosas si las han ido consiguiendo: “Al principio querían llegar a un estatuto de trabajo todo redactado en inglés, nada de español, ‘¡español no!, decían, pero al final entendieron que estaban hablando con sindicados españoles”.

En el caso de los tripulantes de cabina otro escollo fundamental en la negociación es que los trabajadores pertenecen a tres empresas diferentes: "Es una maraña de sociedades". “No quieren unificarnos a todos en Ryanair porque entonces seríamos más fuertes negociando”, explica el sindicalista, que organizó a los trabajadores en comidas informales y en “copas después del trabajo en las que pasábamos terror por si nos descubrían”. La mayoría de ellos, revela, entraron con poco más de 20 años a trabajar en Ryanair y llevan más de 10 años en la empresa.

Salvo volantazo de una dirección que ya se ha acostumbrado en muchos aspectos a doblar la mano, habrá parón en agosto

En el caso de los pilotos uno de los caballos de batalla resueltos fue el de los “falsos autónomos”. Desde hace unos meses la empresa permite elegir cuál de los dos formatos prefieren los trabajadores. “Los autónomos ganan más dinero, pero tienen muchos menos derechos. Ahora con la formación del sindicato casi todo el mundo prefiere estar contratado”, deslizan fuentes sindicales, que cifran en mitad y mitad los acogidos a cada una de las fórmulas cuando antes ganaban por goleada los autónomos. "Hay mucha más protección y es todo muchísimo mejor si estas contratado", zanja uno de los pilotos.

A finales de mayo se rompieron las negociaciones cuando estaban muy cerca de llegar a un acuerdo. “Nos parecía que todo era una tomadura de pelo”, explican ahora. Todo el mundo creyó que los sindicatos ya estaban formados. Pero eso no es así. Son trabajadores señalados para representar a sus compañeros de manera informal, pero desde el punto de vista legal no se ha aceptado la formación de una sección sindical. Así que ya no padecen el sindicato vertical, pero tampoco pueden disfrutar de las ventajas legales de los de clase. Salvo volantazo de una dirección que ya se ha acostumbrado en muchos aspectos a doblar la mano, habrá parón en agosto, algo que tampoco desean los trabajadores "porque los servicios mínimos son abusivos y porque al final a quien se fastidia es a la gente".

Ryanair es célebre por ser un pequeño infierno. Una dura prueba para sus clientes, que a cambio de un precio muy reducido por los billetes de avión tienen que padecer un servicio mínimo, y una aerolinea que nunca se ha caracterizado por ofrecer a sus trabajadores unas condiciones ni remotamente parecidas a las de cualquiera del sector. Pero algo ha cambiado. Al menos, para los empleados. Desde octubre de 2017, cuando comenzaron a derribar la estructura de “sindicato vertical” que los “managers” de la compañía les imponían, pasando por las huelgas de diciembre y llegando a la demanda que este viernes interpusieron los pilotos españoles o la amenaza de nueva y “muy factible” huelga en agosto de los auxiliares de cabina.

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