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El cuartel secreto de los nazis en las islas Canarias
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EL MISTERIO DE CASA WINTER

El cuartel secreto de los nazis en las islas Canarias

De repente aparece un aeródromo de la nada, en una zona donde la soledad y el vacío del tiempo acampan destripando las incógnitas de la naturaleza humana

Foto: ¿Fue Villa Winter la base nazi en Canarias? (CC)
¿Fue Villa Winter la base nazi en Canarias? (CC)

"Todo lo que vive cambia. No deberíamos darnos por satisfechos con unas tradiciones inalterables"

C.G.Jung

Todos los seres humanos padecemos distintas formas de hambre. Los hay que la perciben como la indiferencia de otros sobre sí mismos, o quizás como su condena ante la desgracia, o como la ira de un Dios ausente. A otros les bastaría con un abrazo, con una mujer, con algo de reconocimiento, o con una palmadita en la espalda; a otros, tal vez con una sopa y un trozo de pan oportunos. Algunos tienen un hambre profunda ante la soledad inmisericorde y la ausencia de una presencia reconfortante. Pero si algo nos une a la mayoría, es el hambre de paz, de respeto, de armonía en este alejado confín del universo donde la orfandad de la condición humana es bastante patente y lacerante.

La conversación giró en torno a ciertas ayudas, tales como habilitar lugares muy discretos en las islas Canarias para el reposo de las dotaciones de marinos

En sus reconfortantes poltronas y en un selecto club de Munich, envueltos en las volutas de sus Davidoff y sus Cohibas, un vegetariano pintor de acuarelas bebía agua de Vichy mientras el resto se conformaba con unas templadas copas de balón de Murano rellenas de un Cognac Croizet Cuvée Léonie. Eran cuatro hombres siniestros conspirando para subvertir el orden mundial, algo normal desde siempre, algo normal desde la noche de los tiempos. Eran la milenaria, monótona, permanente e inevitable reencarnación del mal; una hidra inmortal, el flagelo de una humanidad desterrada e instalada en una lágrima permanente.

Uno tenía un mostacho que le hizo famoso por su simetría y las connotaciones icónicas que representaba. El otro era un orondo teutón de 120 kg y 190 cm de altura, el tercero, era probablemente el más equilibrado del cuarteto, en el recaían las labores de compilación de información de la inteligencia alemana, la Abwehr. El cuarto era un sicópata de manual de ojos líquidos, portador de un uniforme negro impecablemente planchado con sendas calaveras bruñidas con esmero en las solapas. Eran los jinetes del Apocalipsis, algunos de los pesos pesados que el destino había señalado como emisarios del horror por venir.

Nadar y guardar la ropa

Descolgaron un teléfono de baquelita y marcaron un número en Madrid. Al otro lado había dos intérpretes y un general con mucha cintura y habilidades taurinas. La conversación giró en torno a ciertas ayudas en relación con las materias primas estratégicas para el buen funcionamiento de la maquinaria militar nazi y algunos requerimientos accesorios, tales como habilitar lugares muy discretos en las islas Canarias para el reposo de las dotaciones de los marinos de los U-Boote de la Kriegsmarine y los barcos mercantes camuflados que en régimen de corso masacraban a las naves de transporte aliadas a lo largo y ancho del Atlántico.
Finalmente hubo fumata blanca y se activaron soluciones para satisfacer las demandas de los exigentes germanos. Pero el pequeño general tampoco quería hacer muchas concesiones, el pulso de la II Guerra Mundial se había tornado feroz y aunque los alemanes llevaban las riendas del conflicto y Europa estaba siendo literalmente arrasada, el uniformado no era proclive a la porta gayola y sí más inclinado a las finas verónicas.

¿En qué consistían estas concesiones? Bueno, no se trataba solamente de proporcionar abundante hierro vizcaíno o wolframio gallego. La ayuda alemana a los sublevados en la Guerra Civil Española se había traducido en un acuerdo por el cual España entregaría como pago ciertas materias primas, alimentos y cereales, y la Rohstoffe Und Warem Einikaufsge Sellschaft GMBH (ROWAK) -una sociedad mercantil de importación y exportación- sería la encargada de canalizar estos intercambios mercantiles.

Como la deuda contraída por el apoyo durante la Guerra Civil Española se estimó ascendía a 212 millones de dólares de los años 1940 (el del mostacho simétrico con gomina austriaca no daba nada gratis), importantes cantidades de alimentos como aceite, naranjas y productos hortofrutícolas varios se enviarían a Alemania a la par que materias primas de interés bélico, como el wolframio o tungsteno, vital por su resistencia y capacidad de penetración, además de sus solventes aplicaciones en autoblindaje. Era la compensación requerida por los teutones y al tiempo un freno a su expansionismo y voracidad impagable, pues no hay que olvidar que tenían un ojo puesto en Gibraltar. Por lo tanto, se imponía una política muy fina de nadar y guardar la ropa.

Las Palmas comienza a albergar submarinos alemanes en su puerto con sus correspondientes barcos nodriza, aspecto que cabrea a los ingleses

Pero la parte más desconocida, era el tema del solaz de la marinería alemana y de la ingente cantidad de espías de la Abwehr que pululaban por el territorio nacional. Las islas Canarias eran lo más alejado, discreto y recomendable para el descanso de la tropa que andaba haciendo de las suyas al amparo de un indolente Neptuno.

Las Palmas comienza a albergar submarinos alemanes en su puerto con sus correspondientes barcos nodriza, aspecto este que cabrea a los ingleses que manifiestan sus molestias por esta hospitalidad que presuponen hilando fino y bizantino, como una alianza entre pares. Deducción esta quizás muy metida con calzador, pero que tenía ciertos parentescos ideológicos.

Pero lejos de amilanarse los uniformados españoles, a través de una cobertura de testaferros bastante intrincada, adjudican a Gustav Winter en acuerdos de trastienda una vasta área en la península de Jandia en la isla de Fuerteventura en la que suceden cosas extrañas, o mas bien, muy extrañas.

Hechos consumados y perturbadores

De repente aparece un aeródromo de la nada. En una zona donde la soledad y el vacío del tiempo acampan destripando las incognitas de la naturaleza humana, donde el cielo canario es más fértil en estrellas y la noche es más inquietante si cabe por la inmensidad en la que se extiende. Por aquel entonces, se ven y oyen sobrevolar ocasionalmente Junkers Ju 52 de transporte y, ocasionalmente, las famosas avionetas de enlace y observación Fieseler Storch.

Además de estos extraños movimientos en el cielo nacional, hay que añadir que las naves no llevaban distintivos, y a todo esto habría que añadir que en la zona de Cofete se da el caso de que algunos peculiares pescadores con el pelo rapado a lo militar llevan y traen al alba y a la caída del crepúsculo pasajeros desde los U-Boote que casualmente pasan periódicamente por allá.

Para añadir más misterio, en las cercanías de Cofete Gustav Winter construye una mansión en un páramo desolador cerca de un acantilado a barlovento, quizás el lugar menos idóneo para oídos sensibles, aunque sí para pasar más desapercibido. La casa en cuestión era enorme, descomunal para lo que se presumía como normal en aquel entorno, pero eran tiempos de silencio en el predio nacional y nadie hacía preguntas inconvenientes. Se nutría de agua por destilación del entorno marino más inmediato y se sabe que albergaba ocasionalmente a oficiales de la Abwehr, Wehrmacht y SS. Una valla de dimensiones gigantescas, separaba la península de Jandía del resto de la isla y, por supuesto, los majoreros –los locales de la comarca–, no podía penetrar en este Sancta Sanctorum ultra secreto.

Nunca se supo exactamente qué llegó a ocurrir allá, pues la ceremonia de la confusión presidia cualquier atisbo o fuga de información. Sí es cierto que los medios de “difusión” nacionales jamás asumieron este hecho consumado, así como la impunidad con la que más avanzada la guerra y cuando las tornas se volvieron contra Alemania, aeronaves aliadas sobrevolaban la zona.

Nunca se supo exactamente qué llegó a ocurrir allá, pues la ceremonia de la confusión presidia cualquier atisbo o fuga de información

De lo que no hay duda, es de que a menos de 100 km de distancia está Marruecos, y que sin esforzarse mucho se pueden sintonizar una miscelánea de emisoras en árabe. Entre el continente y las Islas Canarias de Fuerteventura y Lanzarote navegaron en superficie con costa a la vista durante las nítidas noches de verano cientos de submarinos de la Kriegsmarine en busca de sus presas en el vasto océano.

Cofete es un páramo yermo y desolado, y en sí mismo alentador y lleno de estimulantes enigmas; las noches son impresionantes por la belleza que encierran y el ruido del mar en rompiente es brutal y ensordecedor.

Es probable que haya algún Dios sobrenatural tras el gran telón cósmico.

"Todo lo que vive cambia. No deberíamos darnos por satisfechos con unas tradiciones inalterables"

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