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La muerte no es real: el vídeo que nos hace replantearnos nuestra existencia
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La muerte no es real: el vídeo que nos hace replantearnos nuestra existencia

Nuestras nociones sobre la vida y la muerte emergen a partir de la noción de la conciencia que la religión y la relación del hombre con la naturaleza ha creado

Foto: Los descubrimientos del siglo XX y otros que aún están por llegar nos hacen replantearnos nuestras creencias. (iStock)
Los descubrimientos del siglo XX y otros que aún están por llegar nos hacen replantearnos nuestras creencias. (iStock)

Nuestras nociones sobre la vida y la muerte emergen a partir de la noción de la conciencia humana que la religión y la relación del hombre con la naturaleza ha contribuido a crear, que sugiere que hay algo que desaparece o que se extingue cuando un organismo fallece. No nos hace falta remontarnos a la teoría del alma inmortal cristiana para recordar que trazamos una línea clara entre los organismos vivos –animales y plantas– y el resto de entes del universo. Falta, como se decía en Frankenstein, la chispa de la vida.

Raramente recordamos que no es más que un paradigma a partir del cual conocemos el mundo, pero que, como ha ocurrido con otros paradigmas anteriormente, es muy discutible (aunque las conclusiones no nos gusten demasiado). Es lo que ocurre con un vídeo que se ha viralizado durante los últimos días en las redes sociales y que nos hace replantearnos todas nuestras creencias sobre la vida y la muerte.

La pieza, realizada por el colectivo de diseño Kurzgesagst, comienza citando al físico Erwin Schrödinger, que aseguró en 1943 en ¿Qué es la vida? (Tusquets) que las cosas vivas evitan caer en el peligroso grado de entropía máxima que es la muerte, al contrario de lo que ocurre con el universo, que tiende incansablemente hacia el desorden. Según dicha visión, el ser vivo sería un sistema especializado en eliminar entropía.

Pero, ¿en qué se diferencian esos organismos vivos de los que no lo están? Las células tienen todas las características que solemos asimilar con la vida. Crecen y se desarrollan, reaccionan al entorno, se alimentan y trascienden su singularidad al unirse con otras células. Pero ninguno de sus componentes encaja en lo que consideraríamos un ser vivo. En una célula se producen millones de reacciones químicas, pero ninguno de sus componentes es materia viva, sino que se rige por las leyes del universo.

¿Y si no estuviésemos vivos?

Ahí es donde el castillo de naipes de nuestras creencias se empieza a desmoronar. ¿Es la vida un resultado de todos esos procesos químicos? El ADN es el conjunto de información que se transmite gracias a la evolución y que pervive en los organismos mejor adaptados. ¿Es la vida el ADN? Por si eso no fuera poco, la inteligencia artificial que el ser humano está a punto de crear se parece sospechosamente a la definición de vida que habríamos dado en un pasado no tan lejano.

La noción más habitual es la que señala que las cosas vivas se distinguen de las no vivas por un componente no físico o por estar regidas por un principio diferente al de los objetos inanimados, pero el vídeo señala que dicha noción es errónea. Al igual que la frontera que desapareció gracias a las teorías de Charles Darwin, que propugnaron que el hombre era un producto más de la evolución, durante el siglo XX nos hemos enfrentado a la posibilidad de que no haya nada que nos diferencie de un ordenador con inteligencia artificial, como muchas películas ya han sugerido.

El vídeo concluye con una pregunta que todos nos deberíamos hacer:

“Si todo el universo está hecho de los mismos materiales, ¿eso significa que todo el universo está muerto? ¿O que todo el universo está vivo? ¿Se trata sólo de una cuestión de complejidad? ¿Significa eso que nunca moriremos porque nunca estuvimos vivos? ¿Son la vida y la muerte una cuestión irrelevante y no nos habíamos dado cuenta? ¿Es posible que seamos más parte del universo de lo que pensábamos?”

Nuestras nociones sobre la vida y la muerte emergen a partir de la noción de la conciencia humana que la religión y la relación del hombre con la naturaleza ha contribuido a crear, que sugiere que hay algo que desaparece o que se extingue cuando un organismo fallece. No nos hace falta remontarnos a la teoría del alma inmortal cristiana para recordar que trazamos una línea clara entre los organismos vivos –animales y plantas– y el resto de entes del universo. Falta, como se decía en Frankenstein, la chispa de la vida.

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