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¿Qué riesgos asumes al convertirte en avalista?
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"NUNCA AVALES Y SI LO HACES, QUE NO SEA A CAMBIO DE NADA"

¿Qué riesgos asumes al convertirte en avalista?

Avalar a un hijo estuvo a la orden del día en pleno boom inmobiliario. A pesar del fácil acceso al crédito, muchas de las operaciones hipotecarias

Foto: ¿Qué riesgos asume un avalista?
¿Qué riesgos asume un avalista?

Avalar a un hijo estuvo a la orden del día en pleno boom inmobiliario. A pesar del fácil acceso al crédito, muchas de las operaciones hipotecarias que se firmaron entonces estaban sujetas a la existencia de un avalista.

Esta figura no ha desaparecido ni mucho menos. De hecho, en un contexto como el actual en el que la banca ha cerrado a cal y canto el grifo de la financiación para pisos que no son de su propiedad, las pocas operaciones que salen adelante lo hacen bajo la exigencia de un avalista.

Aunque la entidad tiene en sus manos decidir qué tipo de aval solicita, conviene recordar cuáles son las fórmulas existentes y los riesgos e implicaciones de cada una de ellas.

Avalista solidario

No existe la leyenda urbana del "aval de nómina", explica Pau A. Monserrat, director editorial del comparador de productos bancarios iAhorro. "Cuando se avala, se responde con todo el patrimonio, presente y futuro, de los incumplimientos del deudor principal".

Cuando alguien firma uno de estos avales, se está renunciando al beneficio de orden, excusión y división. Renuncia, por ejemplo, a ser el segundo contra quien va el acreedor, a señalar bienes del deudor para que se dirijan primero contra estos o a que la deuda se divida o se exija proporcionalmente al número de avalistas que hubiere.

El avalista responde de toda la deuda hipotecaria, independientemente de los titulares que haya de la hipoteca y los avalistas que firmen. "Imaginemos el caso de una pareja a la que avalan los padres de ambos. En caso de impago el banco puede decidir ir sólo contra el patrimonio de los padres de él porque son más solventes, tienen una vivienda llibre de cargas, etc", explica Monserrat. "Y además", añade, "el banco puede reclamarle todas las cantidades

En realidad, el avalista tiene las mismas obligaciones que la persona a la que ha avalado pero ningún derecho. De tal manera que se arriesga todo el patrimonio presente y futuro y ningún derecho, excepto el de intentar cobrar en segundo término del titular de la hipoteca, en muchas ocasiones en situación de insolvencia.

Hipotecado no deudor

Se produce cuando el banco pide aportar una segunda garantía. O lo que es lo mismo, hipotecar otro bien inmueble además de la vivienda que se adquiere. A diferencia del avalista, no responde de la deuda hipotecaria más allá de la responsabilidad hipotecaria que le corresponde a su inmueble. Por ejemplo, un banco concede el 80% de financiación y el 20% restante bajo esa segunda garantía. En este caso, la vivienda del hipotecado no deudor respondería por ese 20%.

Si el titular principal no paga y el hipotecante deudor tampoco puede afrontar el pago, el banco puede ejecutar los dos bienes y se acabarán subastando. Muchas veces el hipotecante no deudor además firma como avalista.

“Era una fórmula a la que se negaban muchas personas porque no querían hipotecar su propiedad y se decantaban más el aval”, comenta Monserrat. “Con esta fórmula sólo responde con su vivienda y por un determinado porcentaje. Ante un impago si tiene dinero ahorrado queda libre. No comprometía más que la casa".

Firma como titular de la hipoteca pero no de la casa

Hay una tercera figura “más rara” muy similar al avalista. El supuesto avalista firma como titular de la hipoteca pero no de la casa. Según Monserrat, estaríamos ante un fraude de ley por el que Hacienda puede inspeccionarle ante lo que consideraría una donación encubierta. "Era una manera de maquillar los riesgos. Al poner al avalista como titular de la hipoteca, los ingresos de la unidad familiar aumentaban y el riesgo de la operación disminuía". Además, a efectos de la CIRBE -fichero de morosos- tiene un riesgo directo, no indirecto, ya que puede suponerle problemas si quiere pedir financiación.

¿Cuál es el consejo de los expertos?

"Nunca avales. Y si lo haces y asumes un riesgo que no sea a cambio de nada. Si avalas exige ser titular tanto de la hipoteca como de la propiedad para poder controlar en todo momento la situación de los pagos y para poder tener voz y voto ante cualquier problema", concluye Pau A. Monserrat.

Avalar a un hijo estuvo a la orden del día en pleno boom inmobiliario. A pesar del fácil acceso al crédito, muchas de las operaciones hipotecarias que se firmaron entonces estaban sujetas a la existencia de un avalista.

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