¿Por qué cruza el mar Negro este árbol de 135 años, 650 toneladas y 40 metros de alto?
Barcos, motos de agua, veleros, yates... Son muchos los objetos que se pueden encontrar flotando sobre el líquido elemento. ¿Pero qué hace un tulípero surcando los mares?
Si el 'barquito' que cruzó el mar Negro el pasado 24 de marzo hubiera sido 'de cáscara de nuez', como indica la canción infantil de Miliki, no hubiera sido posible su traslado. El gran peso que debía soportar hubiera dado al traste con los planes y pronto se hubiera convertido en un habitante más del fondo marino. Y es que transportar un árbol de 40 metros y 135 años no es baladí.
Aunque la imagen resulte increíble, este impresionante ejemplar de tulípero –cuyo nombre científico es 'liliodendron tulipifera'– surcó las aguas situadas entre el sureste europeo y Asia Menor para cumplir los deseos de un rico georgiano. Bidzina Ivanishi, como así se llama el ideólogo del plan, no dudó en organizar tan llamativo viaje para hacer realidad su sueño de plantar un árbol procedente de su tierra natal –Ayaria, una república autónoma de Georgia– en su nueva mansión de Tifilis.
Ante ello, han sido muchos los grupos defensores de la naturaleza los que se han mostrado en contra del capricho del millonario. Los argumentos aportados por estos colectivos reprochan que, al tratarse de una propiedad pública, no puede ser vendida o desplazada de su hábitat original sólo porque alguien lo desee.
Sus 650 toneladas convirtieron el traslado del árbol en toda una prueba de pericia náutica, pues cualquier maniobra más brusca de lo normal podría haber terminado con él en el fondo del mar Negro. Su transporte duró casi todo un día, y en todo momento estuvo cuidado para comprobar que las condiciones externas eran óptimas. El tulípero se ha convertido en una estrella de YouTube después de que su aventura saliera a la luz.
Si el 'barquito' que cruzó el mar Negro el pasado 24 de marzo hubiera sido 'de cáscara de nuez', como indica la canción infantil de Miliki, no hubiera sido posible su traslado. El gran peso que debía soportar hubiera dado al traste con los planes y pronto se hubiera convertido en un habitante más del fondo marino. Y es que transportar un árbol de 40 metros y 135 años no es baladí.