Ignacio Montes: "Para el Zárate de 'La red púrpura' he conocido a un adicto al fentanilo"

Hoy, domingo 26 de noviembre, llega el último episodio de La Red Púrpura, la continuación de La Novia Gitana, una de las series de Atresplayer mejor valorada por la crítica. Producida por Paramount Television International Studios, con la participación de Atresmedia Televisión, y en colaboración con Diagonal (Banijay Iberia), la adaptación para televisión del best seller de Carmen Mola ha hecho las delicias del cada vez más exigente público con una temporada más oscura.

Dirigida por Paco Cabezas y protagonizada por Nerea Barros, cuenta con Ignacio Montes como la otra gran figura de la ficción. El malagueño de 31 años de edad se mete en la piel de Ángel Zárate, uno de los componentes de la BAC, que en esta segunda entrega toca fondo y muestra su lado más descontrolado. Desde El Confi TV, la sección de televisión de El Confidencial, hemos tenido la ocasión de charlar con él en exclusiva. El actor se muestra entusiasmado con el proyecto, derrochando pasión por la serie y su profesión.

En primer lugar, Ignacio, ¿cómo ha sido retomar a Zárate y subir el nivel de esta manera?

Todo un aprendizaje. La primera temporada era un reto por comenzar a encarnar a este personaje con la presión de saber que la novela era un best seller, pero en esta la dificultad evidente era que me tocaba meterme en la vida de un adicto. De una persona adicta a los estupefacientes.

¿Cómo se trabaja para hacerlo creíble?

He utilizado cosas que yo conozco en mí, pero básicamente investigando. Haciendo entrevistas a gente que trabaja en La Cruz Roja, en centros de desintoxicación y de ayuda en Casa de Campo, como psicólogos o enfermeros para que me contaran los efectos que tiene el fentanilo y cómo es la abstinencia. También he tenido la suerte de conocer a un señor que es adicto al fentanilo. No es lo mismo leerlo y que te lo cuenten a mirar a una persona que lo está sufriendo. Tratándole con mucho respeto y mucho cuidado, me ayudó a descubrir las sensaciones físicas, emocionales, el mundo psicológico que desarrolla un adicto... Ha sido un trabajo duro y a la vez apasionante.

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Berto Molina

En los libros no es drogadicto, sí ludópata, ¿cómo te comunican este cambio? ¿Te pareció bien?

Me fio tanto de Paco Cabezas y de José, el guionista... Durante el rodaje de la primera, Paco ya me decía lo que tenía ideado para la segunda y me explicó por qué lo quería cambiar. Yo no tenía ni voz ni voto, pero sí plena confianza en su astucia y creatividad. Si ellos hacían esos cambios era porque remaban a favor del personaje y la trama. A mí me gustó desde que me lo contaron, sí.

"Es de los proyectos a los que más le he puesto. De los que más pasión e intensidad me ha generado"

¿Conseguías fácilmente desprenderte de esa energía tan extrema al terminar de grabar?

Se necesita algo de tiempo y de limpieza. Yo lo he hecho a mi manera, que quizá un día era salir a pasear un poco y otro ponerme un partido de fútbol. Básicamente, lo mismo que cualquier persona que tiene un trabajo muy estresante. Piensa que luego es todo menos matemático o estructurado y no todos los días son tan intensos.

¿Interpretar un personaje así es un objetivo conseguido en tu carrera?

Sí. Cuando leí la novela e hice el casting tenía muchas ganas de hacerlo. Me enamoré enseguida de Zárate y de la historia. Me gusta mucho el thriller, Seven es de mis películas favoritas y True detective de mis series, entonces encarnar a un policía así, con tantas capas, me apetecía mucho. Es de los proyectos a los que más le he puesto. De los que más pasión e intensidad me ha generado.

Habéis grabado casi todo de noche, ¿es una complicación añadida?

Tiene consecuencias porque vas a la contra de todo tu mundo social. Estuvimos así casi los cuatro meses de grabación, sobre todo al principio. Querían que la luz fuese natural, incluso cuando rodábamos en plató. A mí, concretamente, me alteró un poco. Además, mis vecinos estaban haciendo obra y me resultaba muy complicado dormir durante el día.

"Sí que me gustaría que la serie se viera en todo el mundo, pero no con ansias ni con expectativas"

¿Cómo es trabajar con Paco Cabezas?

Ya habéis podido ver lo cercano, campechano y sencillo que es. Es una persona muy relajada y tranquila, por lo que en una serie así, con tanta intensidad y oscuridad, verle con el gorro, siempre sonriendo, llegando a cantar en ocasiones con su guitarra canciones de Los Beatles, siendo tan simpático y luminoso, lo alegraba todo. Pero claro, él llegaba a este nivel de relajación porque lo tenía todo ya muy claro y venía con todo muy trabajado. Además, cuando hacías una toma que sentías que no habías estado del todo bien, él te daba el soporte necesario y valoraba tu trabajo. Sentías esa confianza tan necesaria.

La serie está en una plataforma española minoritaria, ¿te has planteado qué pasaría si saltara a una global y fuera un éxito mundial?

Me lo planteaba más antes, con la ambición del lanzamiento, pero ahora... Creo que me traería muchas cosas buenas, pero también muchas malas. Tanta exposición seguramente trae sufrimiento. El nivel que han tenido que sostener los actores de La casa de papel, por ejemplo, tiene que ser duro. Pero claro, también te trae cosas inauditas, oportunidades de trabajar con personas increíbles y que te vean en todo el mundo... Por lo tanto, sí que me gustaría que sucediera, pero no con ansias ni con expectativas. También te digo que no es una serie para todos los públicos ni muy comercial, es gore, oscura y con una trama muy fuerte.

¿Eres un actor muy metódico o luego en set te tomas licencias?

Por naturaleza me gusta darle vueltas al guion desde casa, hago mi propia improvisación, pero sé que no es mi proyecto y que estoy en equipo. Valoro, respeto y aprecio mucho el trabajo de los guionistas y el director, por eso, en función de con quién esté, me tomo más licencias o no. Paco nos daba mucha libertad para hacer el texto nuestro y proponerle determinados cambios. En esta serie sí me he permitido cambiar algunas cositas, pero sin modificar el sentido puro.

"En lo más profundo de mi ser siempre he sabido y siempre sabré que soy actor"

¿Y eres de los que se ve en el combo nada más rodar algo?

Depende. Si un día pienso que no he estado muy acertado y estoy un poco perdido, sí que me acerco para verme y poder conseguir lo que me está pidiendo el director. Pero por lo general, en el momento, entre toma y toma no me gusta verme. Si ya hemos terminado la secuencia, la han dado por válida y vamos a la siguiente, puede que vea la que más ha gustado, pero no es lo habitual porque me fio del director.

¿Has tenido a lo largo de tu carrera crisis existenciales que te han hecho querer dejar el mundo de la interpretación?

Las he tenido, pero con el tiempo me he dado cuenta de que no eran tan en serio como creía. Era más ansiedad o tristeza que una desconexión con mi profesión. En lo más profundo de mi ser siempre he sabido y siempre sabré que soy actor. Entre otras muchas cosas, claro. Soy novio, soy hijo, soy amigo, soy buscador espiritual, pero mi vocación va por el arte y la interpretación, sin duda. También me está interesando dar clase o ser coach, algo en lo que estoy investigando en mí para quizá el día de mañana acompañar en procesos.

¿Tienes alguna meta marcada como actor?

Más que como actor, mi objetivo vital es estar en paz. Suena un poco 'yerbas' [risas], pero es estar tranquilo y estar bien. Cultivar mi tranquilidad interna y no depender tanto de los acontecimientos externos para estar bien. Estar ordenado, coherente, amoroso... porque como la vida es tan incierta, no quiero estar dependiendo de factores que no puedo controlar. Estamos mal educados y acostumbrados a que nuestra felicidad venga del exterior, de los logros, del dinero, de los seguidores, del reconocimiento social... se nos ha enseñado poco para estar bien con nuestro interior.

Ya como ilusiones profesionales tengo el hacer cine, que hace mucho que no hago, teatro, trabajar con mi maestro Juan Carlos Corazza... en su estudio de actores es donde he tenido una educación humanista y he podido conocerme a mí mismo.

Para finalizar, Ignacio, no quería dejar de preguntarte por Beguinas, la última serie que has grabado...

Sé que la están montando. Es una serie de época de 10 capítulos más familiar y para todos los públicos. Me lo he pasado muy bien porque hay una distancia importante de años que te permite imaginar mucho y dejar volar tu creatividad. De cómo pensaban, cómo vivían... ha sido muy placentero hacer de un cura, algo que me ha gustado mucho. Quizá en una vida pasada fui sacerdote [risas]. La ficción queda abierta para que pueda continuar, algo que se desea y que a mí me encantaría.