Todo lo que ha sido 'censurado' en el docurreality 'El corazón de Sergio Ramos'

Confieso que, desde que se anunció el fichaje del capitán del Real Madrid y de la selección española por Amazon, me moría de ganas por ver cómo se desenvolvería el futbolista en 'El corazón de Sergio Ramos', sobre todo, si habría ganado en soltura, frescura y agilidad en el uso de ese verbo tan poco afortunado al que nos tiene acostumbrados. Mi gozo en un pozo. Soltura sigue teniendo bien poca el millonario madridista. Sin embargo, no es, ni de lejos, lo peor de la serie documental que nos presenta Amazon. Tiene muchas otras sangrantes carencias.

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Una vez vistos los 8 capítulos del docurreality, aparte de mucho fútbol, lo que se muestra de su vida personal me interesa más bien poco. Sergio Ramos y su mujer Pilar Rubio dan para mucho. Forman una de las parejas con más tirón mediático del panorama social y del papel cuché español. Nos encontramos ante la versión patria, y algo más catetilla y descafeinada, de los Beckham. Él, un chico de la periferia sevillana cuyos estilismos dejan muerto a cualquiera; ella, una torrejonera, algo arrabalera, modelo, actriz y rockera. Son guapos, padres ejemplares de una familia que no deja de crecer, y millonarios hasta decir basta. Generan casi tanto dinero, o más, que Sergio Marquina ('El Profesor') y su equipo de atracadores de 'La casa de papel' (Netflix), pero sin necesidad de atracar el Banco de España.

El capitán de la selección se embolsó la temporada pasada entre sueldo bruto, primas y publicidad 23 millones de euros. Su señora no se quedó atrás. Sus incomprensibles y en ocasiones absurdos retos de 'El Hormiguero' (¡qué necesidad de aguantar 4 minutos bajo el agua o aprenderse las banderas de 300 países de memoria!) le reportan pingües beneficios, por no hablar de sus apariciones en eventos. No pisa un acto público por menos de 40.000 euros y si hablamos de campañas publicitarias la cosa se dispara.

El capitán del Real Madrid se embolsó la pasada temporada 23 millones de euros. Pilar Rubio no pisa un acto público por menos de 40.000 euros

Los de Amazon enseguida vieron oportunidad de negocio en la pareja. Dinero llama a dinero. Dicho y hecho. No dudaron en fichar al futbolista español haciéndole un traje a su medida, nunca mejor dicho, con lo que le gusta al sevillano eso de 'disfrazarse'. Por el pastizal que se habrá embolsado, bien que podría haber abierto un poco más su corazón y su casa, y no pasar tan de puntillas por muchos aspectos de su vida. Si uno quiere salvaguardar su intimidad, regla número uno, que no haga un docurreality, y es que la propia palabra define en qué consiste este tipo de producción.

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¿Cuál es el principal problema de la serie? Ocurre lo mimo que a menudo sucede con otros experimentos al servicio de megaestrellas interplanetarias. Son tantas las concesiones, en aras de convencer al protagonista, que el resultado final pierde frescura, naturalidad y espontaneidad. 'El corazón de Sergio Ramos' aunque se esfuerza en el complicado género del docurreality , se acerca más a un publirreportaje amable y 'happy', a mayor gloria del astro del futbol. Y eso, sea dicho de paso, llega a aburrir.

Echo en falta otras de las cosas que nos prometió Amazon. La faceta más personal y familiar de Ramos queda reducida a encuentros empalagosos y soporíferos con su mujer y sus hijos, en los que repite, una y otra vez, lo mucho les quiere y que son el motor de su vida. La pareja no discute ni por el mando a distancia y sus conversaciones no pueden ser más insustanciales. Ahora entiendo, y me creo definitivamente, aquello de que el dinero da la felicidad. En esa casa están todo el día en el Nirvana.

No esperes ver mucho del casoplón de la pareja valorado en 12 millones de euros. Planos cerrados y poco más. El resto tendrás que intuirlo...

Sergio Ramos no se baja del Olimpo ni para ir al lavabo. En ningún momento del documental tiene la mínima intención de desnudarse por completo. Tampoco abre a cal y canto la pedazo de mansión de La Moraleja (Madrid) que compró por 4 millones de euros y en cuya reforma invirtió cerca de 8 millones. Los planos son siempre muy cerrados y cortos, tanto del exterior como del interior, seguramente por motivos de seguridad.

Una inmaculada cocina, un cuarto de juguetes en el que hacen algunas patochadas con los niños, y un gran sofá del salón son únicos escenarios que verás del casoplón de 1.500 metros cuadrados de los Ramos. Llama poderosamente la atención que siendo coleccionista de arte en los escasos planos generales que hay, no se aprecie ni un cuadro ni una escultura. De sus aposentos y estancias privadas, nada. De su vestidor, que no debe de ser pequeño, nada. De todo lo que suponga lujo u ostentación, nada de nada.

Ni rastro tampoco de la boda de la pareja el pasado 15 de junio de 2019. Ninguna mención a los preparativos ni imágenes del enlace que paralizó Sevilla y batió récords de audiencia en televisión. El enlace de la pareja congregó a parte de la flor y nata del fútbol y la televisión. Sorprende igualmente los escasos amigos y compañeros del Real Madrid. Solo Lucas Vázquez y Modric comparten algún plano con él en la serie.

Un hipnótico docurreality

Como es natural, y teniendo en cuenta que mira hacia el mercado internacional, hay fútbol en la serie para dar y regalar. Agota como cansan las declaraciones del futbolista, siempre en el mismo tono, no van a ninguna parte. Por si fuera poco, cada capítulo arranca con un alegato suyo en 'off' cubierto con imagen. Un breve discurso existencial sobre su vida, los valores, la familia, la afición...Están muy bien escritos, las cosas como son. Sin embargo penosamente narrados.

Hacer un docurreality no es fácil, aunque la manera de trabajar en este tipo de formatos lo parezca. No hay guion, es cierto, aunque sí una serie de situaciones planteadas por el equipo de guionistas y dirección que marcan las diferentes secuencias. Casi todas las ideas para poner en pie los 8 capítulos de la serie, apenas se sostienen. No funcionan. Y no por malas, sino porque son tan clásicas como obvias y tópicas y típicas. El handicap se encuentra en Sergio Ramos y los muchos satélites que le rodean. El pack completo es soso hasta decir basta.

El futbolista, su mujer, su hermano René, su padre, su cuñado, los pocos jugadores que hablan del Madrid. Absolutamente todos te duermen...Allí la única que salva los muebles como pasa siempre, es su madre Paqui, que vale un potosí. Tiene el arte del que carece el resto de los personajes de este 'experimento' delante de las cámaras. No hay ni un solo momento divertido o entretenido. Es todo de una intensidad supina. Quizás el costreñimiento de Ramos se deba a que desde bien joven ha sido objeto de críticas y burlas y sea por eso mida tanto sus palabras. Otra explicación que no esté fuera de tono, no la hallo.

No funcionan ni la fiesta sorpresa que le hacen Pilar y sus hijos cuando está concentrado, ni la visita al Museo Thyssen con su hermano René. Durante el paseo por las distintas salas, su cara de susto va en aumento a medida que contempla los cuadros. Su mirada delataría más una visita al Museo de Cera que a la reconocida pinacoteca madrileña. No es lo peor. La vida familiar tampoco da mucho juego. Las conversaciones entre la pareja, más allá del fútbol o de qué graciosos son los niños, van poco más allá. Todavía más hipnóticos si cabe son esos encuentros entre ambos hermanos, en los que no saben ni de qué hablar.

No todo es terrorífico en el documental de Sergio Ramos. En familia es todo un padrazo y eso lo transmite. Su rostro es transparente y así se muestra cuando siente preocupación y presión antes de un encuentro. Esa expresión de la cara se torna triste ante la derrota. El sentido de la responsabilidad, el tesón entrenando y la cautela cada vez mayor con los medios de comunicación se deja notar en buena parte del documental.