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Cómo Ucrania usa avionetas deportivas trucadas para destrozar objetivos rusos
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a control remoto y llenas de explosivos

Cómo Ucrania usa avionetas deportivas trucadas para destrozar objetivos rusos

Los ingenieros ucranianos han instalado controles robóticos en una avioneta deportiva A-22 y la han cargado con explosivos para realizar un ataque contra una fábrica de drones rusos

Foto: Aeroprakt A-22. (Leighnor Aircraft)
Aeroprakt A-22. (Leighnor Aircraft)

Ucrania está convirtiendo pequeños aviones deportivos en armas letales teledirigidas para atacar industrias estratégicas rusas. El reciente asalto a una supuesta fábrica de drones de guerra rusos en la ciudad de Yelábuga, a 550 millas al este de Moscú, se realizó con una avioneta monohélice A-22 de fabricación local que iba cargada de explosivos.

El ataque se produjo el pasado 2 de abril en una fábrica situada en la Zona Económica Especial de Alábuga, dedicada supuestamente a ensamblar los drones kamikaze Shahed de diseño iraní que los rusos usan habitualmente para atacar población civil. El medio ucraniano Kiev Independent asegura que este no fue el único ataque y que también hubo otro en fábricas de Nizhnekamsk, una ciudad cercana a Yelábuga en la república rusa de Tataristán.

Foto: El sistema Leónidas sobre un blindado. (Epirus)

Según el medio ucraniano, el gobernador local ruso afirmó que "no hubo daños graves y el proceso tecnológico de las empresas no se vio interrumpido" tras el ataque. Mientras que una fuente anónima de los servicios de seguridad ucranianos aseguraba en declaraciones para RBC-Ucrania que hubo "una destrucción significativa de las instalaciones de producción".

Más avionetas kamikaze en el futuro

Según informa Forbes, las personas que se encontraban cerca del lugar grabaron la escena del impacto de la avioneta contra el polígono industrial. Los vídeos muestran como la avioneta estalla en una enorme bola de fuego, lo que para el medio estadounidense es una prueba de la gran cantidad de carga explosiva que llevaba el avión en su cabina.

El A-22 es una avioneta para pilotos aficionados que cuesta alrededor de los 90.000 dólares, pero sus características lo hacen perfecto para los planes ucranianos. Leighnor Aircraft, una empresa especializada en la comercialización del A-22 en Estados Unidos, dice de él que "si está buscando un avión robusto, fácil de manejar, con un rendimiento asombroso en campo corto y capaz de volar a más de 95 nudos [175.94 km/h] llevando (legalmente) una buena carga, ¡ha venido al lugar adecuado!”.

Si a esto se le une su autonomía de más de 1.000 kilómetros y el hecho de que se pueden robotizar sus controles fácilmente, esta avioneta se convierte en un dron de guerra de gran precisión con una enorme capacidad destructiva.

Su bajo coste, similar al de los conocidos misiles antitanque Javelin, y fácil escalabilidad han hecho que Kiev se plantee usarlos más a menudo, sustituyendo a otro tipo de drones y misiles cuando sea posible. "Esperamos que se produzcan más ataques así en el futuro", aseguró el Equipo de Inteligencia de Conflictos de Ucrania.

Misiles robot

Ucrania no ha revelado cómo han logrado robotizar su avioneta A-22. Sin embargo, otros ejércitos han conseguido hacerlo en el pasado sin demasiados problemas. En 2019, el Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea de Estados Unidos (AFRL), modificó una antigua avioneta Cessna 206 de 1968, similar al A-22 ucraniano, e instaló un conjunto de servos controlados por ordenador que podían manejar el avión.

placeholder El sistema de control remoto de la Fuerza Aérea de EEUU instalado en un Cessna 206. (USAF)
El sistema de control remoto de la Fuerza Aérea de EEUU instalado en un Cessna 206. (USAF)

El Cessna teledirigido "ofrece las ventajas de las operaciones no tripuladas sin la complejidad y el coste inicial asociados al desarrollo de nuevos vehículos no tripulados", afirmó en su momento Alok Das, científico del AFRL. "El sistema 'agarra' el yugo, presiona los timones y los frenos, controla el acelerador, acciona los interruptores apropiados y lee los indicadores del salpicadero de la misma forma que lo hace un piloto. Al mismo tiempo, el sistema utiliza sensores, como el GPS y una unidad de medición inercial, para conocer la situación y recopilar información. Un ordenador analiza estos detalles para tomar decisiones sobre cómo controlar mejor el vuelo".

Forbes asegura que el precio total de todo, incluyendo el coste del avión, la carga explosiva y las modificaciones, rondaría los pocos cientos de miles de dólares. Esto convierte al A-22 robotizado en una ganga, comparado, por ejemplo, con el misil de crucero Neptune de fabricación ucraniana, que ronda los 500.000 dólares.

También tiene sus contras. Su principal inconveniente como misil de crucero es su baja velocidad: alcanza como máximo unos 200 km/h, en comparación a los 900 km/h a los que pueden volar los Neptune. Esto le convierte en un blanco fácil para las defensas antiaéreas rusas, aunque como ha demostrado el reciente ataque a Alábuga, el ejército de Moscú no llega a tapar todos los agujeros ni a proteger a todas sus industrias estratégicas.

Ucrania está convirtiendo pequeños aviones deportivos en armas letales teledirigidas para atacar industrias estratégicas rusas. El reciente asalto a una supuesta fábrica de drones de guerra rusos en la ciudad de Yelábuga, a 550 millas al este de Moscú, se realizó con una avioneta monohélice A-22 de fabricación local que iba cargada de explosivos.

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