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EEUU desarrolla una nueva "arma de destrucción masiva" llamada AMASS
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El superenjambre AMASS

EEUU desarrolla una nueva "arma de destrucción masiva" llamada AMASS

Los militares norteamericanos están creando un "superenjambre de enjambres" de drones controlados por inteligencia artificial que actuarán como un "arma de destrucción masiva"

Foto: Un enjambre de drones y bombas inteligentes lanzadas desde un avión de transporte.
Un enjambre de drones y bombas inteligentes lanzadas desde un avión de transporte.

El Pentágono tiene muy claro cómo va a ser la guerra del futuro. Su objetivo es convertir los drones en un arma de destrucción masiva gracias a dos factores claves: un número masivo de unidades — inimaginable según los estándares actuales — y una inteligencia artificial que los coordine de tal manera que sea imposible que el enemigo pueda sobrevivir a estos superenjambres, que destruirían todo a su paso como una plaga bíblica.

Foto: Un nuevo estudio de la NASA asegura que los impactos letales de asteroides son mucho más frecuentes de lo que se pensaba. (Northern Arizona University)

Su plan maestro se llama AMASS, siglas en inglés de enjambre de enjambres adaptable, autónomo y multidominio. Serán tan grandes — con miles de unidades volando de forma coordinada — “que será imposible que los humanos puedan tomar decisiones", según comenta Zachary Kallenborn, un experto de la Universidad George Mason en Virginia. Kallenborm que está especializado en armamento y seguridad nacional afirma que "se necesitará la autonomía [de los drones] y la inteligencia artificial para tomar esas decisiones, con toda la fragilidad que ello conlleva". Según él, este enjambre masivo de drones podría tener errores y sería algo aterrador, "una nueva arma de destrucción masiva".

Para poder realizar su plan, el Pentágono y su agencia de investigación avanzada DARPA llevan años investigando cómo poder desplegarlos sobre territorio enemigo. Debido a su limitado alcance, será imposible lanzar estas masas de aeronaves desde bases o portaaviones lejos de la costa enemiga. Y, aunque suene a plan de película de Marvel, para conseguirlo necesitan lanzarlos desde aeronaves que hagan de naves nodriza y unidades de ‘portaaviones volantes’ que puedan recogerlos para reutilizarlos.

Nuevos avances

La estrategia está siendo ejecutada por varios brazos del Pentágono. Hace unos días, por ejemplo, el Comando de Operaciones Especiales de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (AFSOC) anunciaba que van a comprar varias unidades de drones pilotados por control remoto MQ-9B SkyGuardians para experimentar con el despliegue de pequeños drones desechables.

Según el fabricante, General Atomics, el MQ-9B es una variante del dron de ataque MQ-9A Reaper que cuenta con mayor autonomía, resistencia y capacidad de carga, lo que lo hace ideal para desplegar las pequeñas aeronaves de ataque inteligente dentro espacios aéreos de alto riesgo. Como apunta la publicación militar The Warzone, estas aeronaves serán usadas por la AFSOC para experimentar con posibles formas de despliegue pero no serán los portaaviones volantes que finalmente ejecuten este tipo de misiones. El uso del MQ-9B es parte de un programa experimental que ayudará a conocer qué necesita exactamente la AFSOC para desarrollar esta capacidad. Según dice la teniente coronel Rebecca Heyse, directora de asuntos públicos del AFSOC, “no se utilizarán operativamente".

placeholder Ilustración del LongShot, uno de los drones de ataque lanzados desde el aire. (General Atomics)
Ilustración del LongShot, uno de los drones de ataque lanzados desde el aire. (General Atomics)

El otro anuncio, esta vez por parte de DARPA, ha sido el Longshot. Según la agencia de investigación, Longshot será un dron de ataque a reacción con la capacidad de disparar múltiples tipos de armas, algo normal hoy en día. Su característica diferenciadora es que está diseñado para ser lanzado desde aviones normales.

placeholder Los MQ-9B que se usarán como plataforma de pruebas.
Los MQ-9B que se usarán como plataforma de pruebas.

El programa — que fue asignado en su primera fase de competición a General Atomics, Lockheed Martin y Northrop Grumman en 2021 — tiene como objetivo “ampliar significativamente el rango de acción, aumentar la eficacia de la misión y reducir el riesgo para las aeronaves tripuladas" que lo lleven. Según DARPA, estas aeronaves podrán lanzar ataques autónomos sobre unidades enemigas después de ser lanzadas por cualquier avión sin que este último corra peligro.

Ahora el programa ha entrado en su segunda fase y General Atomics será la encargada de llevarla a cabo. El dron, cuyo concepto se puede ver en la cabecera de este artículo, está en ahora en fase de pruebas del concepto en tierra. Según DefenseScoop, un portavoz de DARPA ha dicho que pronto entrará en su fase final, que culminará con un prototipo y un programa de vuelos. Según la empresa, el Longshot podrá ser lanzado desde cazas de combate, aviones de transporte y “otras aeronaves”, probablemente en referencia a los programas de ‘portaaviones volantes’ en los que también trabajan DARPA y la USAF.

Hacia la guerra del futuro

Estos desarrollos son parte de una estrategia que lleva años en marcha y que se ha acelerado a raiz de la guerra de Ucrania y las lecciones aprendidas en el uso de drones como parte fundamental en un conflicto militar. Hace catorce meses, EEUU ya anunció que estaba trabajando en una nueva versión de portaaeronaves y sus enjambres de drones. En una entrevista con la publicación Military.com, el presidente de la división de sistemas no tripulados de Kratos — fabricante de los drones que volarán desde estas naves nodrizas — Steve Fendley asegura que el gobierno de EE.UU. “quieren ahora rearmar los drones en el aire y relanzarlos para que hagan más de una misión”.

placeholder Captura de un X61A (Dynetics/DARPA)
Captura de un X61A (Dynetics/DARPA)

La idea original era sólo lanzar estas aeronaves desde el aire para cumplir una misión y luego volver a la nave nodriza para su retorno a una base terrestre. Al parecer, debido al éxito del programa, el ejército quiere que sigan cumpliendo misiones de forma constante, sin volver a una base, y que las naves nodriza hagan las funciones de un portaaviones clásico: recoger los Gremlins, volverlos a llenar de combustible y reemplazar su carga útil para volver a lanzarlos y cumplir nuevos objetivos.

El X61A Gremlin es el nombre en clave de este dron, que comenzó a gestarse en 2015. Los X61A operan siempre coordinados en red, como un verdadero enjambre de avispas asesinas, con la idea de sobrepasar la capacidad defensiva del enemigo.

Los X61A están diseñados para lanzarse en grandes números desde sus naves nodriza pero también desde bombarderos clásicos como el B-1B Lancer o el nuevo bombardero invisible B-21 Raider, como si fueran misiles cruceros.

Después de realizar una operación, el escuadrón de aeronaves busca a su nave nodriza — por ahora un C-130 Hércules especialmente preparado en operaciones de captura — para conectarse a una guía. Una vez asegurado — como muestra el vídeo sobre estas líneas — tripulación lo subirá a la bahía de carga antes de retornar a la base.

Pero ahora, afirma Fendley, la idea que las tripulación recargue los X61A. De hecho, el objetivo es que puedan reemplazar su equipamiento para nuevas misiones usando módulos con diferentes funciones y relanzarlos al cabo de unos minutos.

Estos módulos, dice Fendley, pueden ser paquetes de sensores, dispositivos de guerra electrónica, armas kinéticas como misiles, cabezas explosivas y hasta drones más pequeños. Es decir, drones dentro de drones lanzados desde naves nodriza. No sabemos cuál será la función de estos pequeños drones, pero imagino que podrían estar diseñados para múltiples funciones de ataque, incluyendo ataques suicidas.

placeholder Drones lanzados desde B1B Lancers y recogidos por C130 Hercules (DARPA)
Drones lanzados desde B1B Lancers y recogidos por C130 Hercules (DARPA)

Esta capacidad de retorno, recarga y relanzamiento harían que estas armas fueran aún más formidables en su capacidad destructiva y de defensa. La idea — como se puede ver en la ilustración sobre estas líneas — una o varias nodrizas pudieran llevar estos drones al corazón del espacio aéreo enemigo.

De película

De esa manera no tendrán que gastar combustible en su desplazamiento y sencillamente deberán ejecutar la misión que sea antes de volver al portaaeronaves para su relanzamiento. De hecho, no tienen por qué volver a la misma aeronave, sino ir “saltando” de una otra según convenga. La idea, como apunta Joseph Trevithick en The Warzone, es que estos drones — y sus minidrones — puedan “limpiar” sectores de forma sistemática.

La idea es que estos portaaviones voladores sigan creciendo y adoptando otras formas diferentes a estas naves nodrizas experimentales y que los drones también evolucionen en diferentes formas, como el Longshot o las variantes más pequeñas y baratas que hemos visto estos meses. Por ahoral, el portaaviones flotante de los Avengers sigue estando definitivamente en el terreno de la ciencia ficción, pero está claro que el objetivo de Estados Unidos es construir enormes enjambres de estas aeronaves para sobrepasar las defensas enemigas en escenarios como una posible guerra futura contra China en Taiwán.

Miles de drones coordinados

Según David Ochmanek — ex Subsecretario Adjunto de Defensa para el Desarrollo de las Fuerzas Armadas e investigador senior de asuntos internacionales y defensa del ‘think tank’ RAND Corporation — estos enjambres de droens serán vitales para poder derrotar a las fuerzas aéreas y navales del invasor chino, que partirán de la costa continental en oleadas a una distancia de sólo 161 kilómetros.

"Estamos realizando simulaciones de escenarios en los que estamos tratando de hundir rápidamente la flota de invasión en el Estrecho”, cuenta Ochmanek, “tratando de despejar los cielos de los combatientes del EPL [Ejército Popular de Liberación chino], transportes [navales, con tropas de desembarco], helicópteros de ataque [y] helicópteros de transporte.”

En el vídeo sobre estas líneas (encontrado por el blog militar The War Zone) Ochmanek afirma que los enjambres de miles de drones son decisivos para repeler la invasión en menos de diez días, el límite que las simulaciones han fijado para que Taiwan salga vencedora del lance. Al contrario que el escenario de Ucrania — donde la invasión ilegal del autócrata ruso Vladimir Putin se ha extendido ya a tres meses — Taiwan es un objetivo demasiado pequeño para convertirse en una guerra a largo plazo: quien venza de forma casi inmediata ganará la partida.

Ha sido precisamente en Ucrania donde los drones de bajo coste han demostrado que la guerra ha cambiado para siempre. El efecto destructor de drones ucranianos — como el Bayraktar turco, las bombas voladoras Switchblade norteamericanas y los drones de marcas comerciales como DJI para la captura de datos con los que llevar los ataques — es incontestable. Tanto que los rusos se han apresurado para desplegar un cañón láser experimental para intentar acabar con ellos.

Pero estos drones de bajo coste — capaces de llevar la eliminación de equipos militares que cuestan cien veces más y las miles de vidas que representan — no son nada comparado con lo que EEUU tiene en mente para defenderse contra el imperialismo chino en el Pacífico.

Ochmanek dice que el escenario es claro: “Imagina mil vehículos aéreos no tripulados sobre Taiwán y el estrecho de Taiwán. No son aviones grandes, pero vuelan a alta velocidad subsónica. Puedes imaginar que su sección transversal de radar es indistinguible de la de un F-35. Los vehículos aéreos no tripulados están básicamente delante. Están haciendo la misión de detección. Los aviones tripulados van detrás [del enjambre]. Imagina ahora ser un operador de [un sistema de misiles tierra-aire] SA-21 en la parte continental de China o en uno de los grupos de acción de superficie. Si no los destruyes, te vamos a encontrar. Y si te encontramos, te vamos a destruir.”.

Una nueva carrera armamentística

A partir de ahí, Ochmanek describe tres escenarios y ninguno es bueno para los chinos. El resultado es siempre el mismo: la saturación de sus sensores y sistemas de armamento con drones de usar y tirar, neutralizando su capacidad de ataque y respuesta. Si las baterías antimisiles y la fuerza aérea china — que siguen sin tener sensores sofisticados — están ocupadas intentando eliminar miles de drones volando de forma coordinada controlados por una inteligencia artificial, no pueden centrar su capacidad ofensiva en atacar a los aviones de combate norteamericanos y taiwaneses.

No sólo eso: estos aviones no tienen ni que encender sus sistemas de radar para poder localizar y destruir blancos porque el enjambre es de forma efectiva una red de sensores masiva capaz de mapear todo el escenario de batalla. Eso es una ventaja enorme porque les hace invisibles a los sistemas de ataque guiados por señales de radio.

Obviamente, todo esto no es ahora tan fácil. El Pentágono tiene varios programas para crear estas máquinas de usar y tirar en varios puntos de desarrollo pero todavía lejos de entrar en combate. Los chinos tampoco se van a quedar de brazos cruzados. Sabemos que están desarrollando sistemas similares. Y además, ambos bandos están trabajando en sistemas de intercepción y anulación de estos enjambres.

placeholder Lanzamiento de enjambres de drones de intercepción anti-dron desde un navío de guerra americano (Raytheon)
Lanzamiento de enjambres de drones de intercepción anti-dron desde un navío de guerra americano (Raytheon)

En definitiva, estamos ante una nueva carrera armamentística que lleva varios años en estado embrionario y que está acelerándose hacia su fase final. La batalla la ganará aquel que tenga la mejor aviónica, comunicaciones y, sobre todo, inteligencia artificial. Desafortunadamente, China está muy avanzada en todas esas disciplinas — y lo que no tiene, lo copia — aunque EEUU tenga el liderazgo en estos momentos.

No está claro quién ganaría en esta nueva guerra de desgaste con miles de vehículos automatizados. Lo único que sabemos es que, en pocos años, las batallas van a ser más parecidas a las películas de ciencia ficción que a la realidad actual.

El Pentágono tiene muy claro cómo va a ser la guerra del futuro. Su objetivo es convertir los drones en un arma de destrucción masiva gracias a dos factores claves: un número masivo de unidades — inimaginable según los estándares actuales — y una inteligencia artificial que los coordine de tal manera que sea imposible que el enemigo pueda sobrevivir a estos superenjambres, que destruirían todo a su paso como una plaga bíblica.

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