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Los osos pardos acechan a los pueblos: qué está cambiando en la cordillera Cantábrica
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Los osos pardos acechan a los pueblos: qué está cambiando en la cordillera Cantábrica

Cada vez es más frecuente que los osos pardos se acerquen a los pueblos y busquen comida, incluso en los contenedores y en pleno invierno

Foto: Oso pardo. (EFE)
Oso pardo. (EFE)
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Los osos pardos de la cordillera Cantábrica parecen acercarse cada vez más al ser humano. En los últimos tiempos, hemos visto encuentros fortuitos, atropellos y hasta un ejemplar paseándose por las calles de Ponferrada (León). Hace unos días, el vídeo de un oso que tiraba un contenedor a las afueras de la localidad leonesa de Villaseca de Laciana provocaba todo tipo de reacciones en las redes sociales. A pesar de los ladridos del perro de un vecino, el animal permaneció unos instantes, presumiblemente, intentando acceder a las bolsas de basura, sin éxito.

Llama la atención, una vez más, que un oso se aproxime tanto a un núcleo de población, pero también que lo haga en pleno invierno y que busque comida entre la basura. Muchos se preguntan si está cambiando algo en el comportamiento de estos animales que, en teoría, a estas alturas del año, aún deberían estar en pleno proceso de hibernación. En realidad, varios factores explican por qué cada vez es más probable que ocurran este tipo de sucesos, pero la cuestión de fondo es si entrañan algún peligro y qué debemos hacer para evitarlo.

La primera razón por la que se incrementan las posibilidades de toparse con un oso es muy sencilla: cada vez hay más. En el censo más reciente, publicado hace un año, los biólogos estiman la población en 370 ejemplares. En realidad, es un número muy bajo teniendo en cuenta que su hábitat natural ocupa una amplia extensión por toda la cordillera Cantábrica, abarcando Asturias, Castilla y León (las provincias de León y Palencia), Cantabria y una pequeña parte de Galicia (Lugo). Sin embargo, la recuperación ha sido un éxito desde que tocaron fondo a mitad de los años 90, cuando apenas superaban el medio centenar. En los últimos 25 años, la cifra ha crecido a un ritmo del 10% anual. Por eso, llevábamos muchas décadas sin una presencia tan importante.

El éxito en la recuperación se basa, fundamentalmente, en la desaparición de la caza furtiva. Aunque sigue habiendo algún episodio aislado (recientemente, se ha condenado a un cazador acusado de matar a una hembra de oso pardo durante una cacería de jabalí en Ventanilla, en la Montaña Palentina), “durante décadas hubo una persecución directa”, mientras que ahora vivimos un “cambio radical”, afirma en declaraciones a El Confidencial Vincenzo Penteriani, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y miembro del Grupo de Investigación del Oso Cantábrico.

placeholder Oso pardo. (Vincenzo Penteriani)
Oso pardo. (Vincenzo Penteriani)

La percepción del oso es mucho más positiva, lo que ha posibilitado que, al reducirse la mortalidad de origen antrópico, el número de ejemplares de esta especie se haya recuperado de “una forma casi totalmente natural”. No obstante, numerosos proyectos ambientales dirigidos por científicos de diversos organismos, por las administraciones, o por la Fundación Oso Pardo, han contribuido a mejorar las condiciones ambientales para que sea posible, por ejemplo, a través de la restauración de espacios forestales. A pesar de todo, los científicos recuerdan que estuvo al borde de la extinción y se sigue considerando en peligro.

La primera consecuencia de que la población de osos se incremente es que también lo hace la superficie que ocupan. Por eso, “están apareciendo osos en zonas donde hacía décadas que no se veían”, destaca el experto. Por una parte, aumenta la densidad en los lugares que ya ocupan, siempre que los recursos lo permitan. Por otra, cuando un enclave comienza a estar saturado, se mueven hacia otras zonas. También hay que contar con que hay ejemplares adultos en dispersión. No obstante, “todavía hay muchas zonas vacías, sitios aptos para esta especie que no están habitados” y que probablemente lo vayan estando en los próximos años si continúa la dinámica actual.

Foto: Un oso negro americano. (Wikipedia)

Qué pasa con la hibernación

El crecimiento siempre se producirá a partir de los ejemplares autóctonos actuales, porque la cordillera Cantábrica es una isla para los osos, sin conexión con otras poblaciones europeas de la misma especie. De hecho, tiene algunas peculiaridades relacionadas, por ejemplo, con la hibernación. Este estado de letargo que se produce en los meses más fríos es muy diferente en otros países, donde desaparecen totalmente durante seis meses. “En algunas zonas, como Rusia o Escandinavia, la nieve cubre todo desde octubre hasta abril”, relata Penteriani. Sin embargo, esto no ocurre en el norte de España, así que estos animales hibernan de forma intermitente.

“Aquí, es un fenómeno mucho más dinámico que depende de las condiciones meteorológicas, ocurre en la cordillera Cantábrica y en pocos sitios más, el movimiento de los osos en invierno no es tan raro”, explica. De hecho, siempre ha sido así, tal y como se lleva documentando desde hace décadas. Los osos entran en las oseras unas semanas, salen si el tiempo lo permite y regresan. Las únicas que tienen un comportamiento previsible son las hembras preñadas, que buscan cobijo donde parir a principios de noviembre. En cambio, los movimientos de otros ejemplares “dependen de si nieva, cuándo comienza a hacerlo o en qué zonas”.

placeholder Cría de oso pardo. (EFE)
Cría de oso pardo. (EFE)

Aunque todavía es pronto para confirmar cuál está siendo el impacto del cambio climático, asegura el investigador del CSIC, está claro que un invierno tan suave como el actual —la mayor acumulación de nieve se está produciendo en estos días, ya entrado el mes de marzo— favorece que los osos estén más activos. “Siempre será una actividad menos intensa que en primavera y verano, porque han comido en esas épocas y han acumulado mucha grasa, así que tienen menos necesidad de buscar comida, pero siguen moviéndose; esta vez se han visto osos durante todo el año”, afirma. Probablemente, esta tendencia se acentuará si las temperaturas invernales siguen incrementándose, tal y como se prevé.

La comida fácil, cerca de los pueblos

El problema es que, si se mantienen activos en invierno, conseguir comida en esta época resulta mucho más difícil. Así se explica que un oso pueda acercarse a las afueras de un pueblo de la montaña leonesa y tratar de abrir un contenedor. “La basura es una fuente de comida fácil”, comenta el experto. Aun así, este tipo de situaciones son esporádicas. Cuando realmente se acercan de forma asidua a los pueblos es en pleno verano y no van en busca de basura, precisamente, sino de otros manjares.

placeholder La nieve es un factor determinante para la hibernación en la cordillera Cantábrica. (EFE)
La nieve es un factor determinante para la hibernación en la cordillera Cantábrica. (EFE)

Al final de la primavera, las cerezas abren la veda, es el primer fruto por el que se sienten atraídos los osos pardos. La comida fácil hace que los plantígrados abandonen su hábitat forestal para acercarse a los huertos con árboles frutales, que suelen estar más próximos a las poblaciones. A medida que pasan los meses, también se alimentarán de ciruelas, peras o manzanas. “Es un fenómeno que inducimos nosotros, claramente, porque en muchos casos desaparecen por completo cuando se acaba la fruta”, destaca el investigador.

En muchas localidades de la cordillera Cantábrica, el fenómeno de la despoblación rural también influye. Los pueblos cada vez están más vacíos, incluso abandonados, pero los frutales, plantados hace décadas, aún son una fuente de alimentación para los osos que, en ausencia de humanos, aún lo tienen más fácil para acercarse a por el botín. No obstante, al igual que ocurre con las personas, hay ejemplares más y menos atrevidos, según los científicos. Algunos parecen propensos a entrar en contacto con sitios humanizados, mientras que otros no lo son tanto.

placeholder Osos. (EFE)
Osos. (EFE)

Evitar que se acostumbren a los contenedores

Desde ese punto de vista, hurgar en los desperdicios que generamos parece un nivel de acercamiento extraordinario, pero el problema es tan común que la Junta de Castilla y León realizó un estudio específico sobre esta cuestión en 2023. El informe ‘Análisis espacial del riesgo de utilización de los contenedores de basura por parte del oso pardo en Castilla y León’ investigó 617 emplazamientos e identificó siete factores de riesgo: tener un acceso directo al monte, estar situados en periferia de los pueblos, que el entorno tenga abundante vegetación, que haya casas próximas deshabitadas, una escasa iluminación, poco tránsito de vehículos y que se trate de una zona despoblada.

Además, “en el 29% de los contenedores de máxima prioridad o riesgo estimado se identificaron problemas estructurales como la ausencia de tapa o estar dañados”, detalla el trabajo de Castilla y León. Dentro de la búsqueda de soluciones, los autores proponían el diseño de prototipos de contenedores que eviten el acceso de los osos a la basura. “En Norteamérica, este problema ya se ha abordado hace décadas”, asegura Penteriani, sorprendido de que en España aún no se hubiera abordado de este modo.

placeholder Contenedores en las calles de un pueblo. (EFE)
Contenedores en las calles de un pueblo. (EFE)

Según la Fundación Oso Pardo, es esencial que los animales no se habitúen a este modo de conseguir alimento, porque, si lo hacen, será muy difícil disuadirlos en un futuro. “Los osos son animales muy inteligentes, así que, si tienen un acceso a la comida fácil, lo van a utilizar; así ocurre en cualquier lugar del mundo”, comenta el investigador del CSIC. Ese acceso depende de lo que haga el ser humano, especialmente en el caso de los contenedores, pero también con respecto a otros recursos. “Nosotros somos parte del problema”, apunta.

No los persigas para grabar un vídeo

¿Qué pasa si ese acercamiento sigue siendo habitual? ¿Realmente el oso es un peligro para el ser humano? “Como regla general, hay que evitar que haya contacto entre un animal silvestre y las personas, ellos tienen que estar en su sitio y nosotros en el nuestro”, apunta el experto, pero lo cierto es que la historia de la cordillera Cantábrica “nos indica que, realmente, no ha habido encontronazos problemáticos”. En general, ni se registran ataques de osos ni suelen crear problemas graves, aunque bien es cierto que su escaso número en las últimas décadas hacía muy difícil que esto sucediera.

Foto: Pelea entre dos osos en Palencia (Twitter/@naturalezacyl)

En cualquier caso, si alguien se encuentra con un oso, la recomendación es “alejarse tranquilamente” y “evitar lo que muchas veces ocurre, que la gente se acerca para hacer fotos y grabar un vídeo”. Con esa actitud, “te estás exponiendo a una posible reacción, pero el problema eres tú”. En general, el animal es el primero que buscará mantener la distancia. “No se puede excluir que haya una reacción agresiva por miedo, pero sería extremadamente raro”, asegura. De hecho, “a nosotros, que trabajamos con osos, nos resulta muy difícil encontrarnos con ellos”, afirma Penteriani. “Cuando tenemos un encuentro cercano, la mayoría de las veces se queda mirando y luego se va. Otra cosa es que tú le vayas persiguiendo para hacer una foto”, añade.

Los osos pardos de la cordillera Cantábrica parecen acercarse cada vez más al ser humano. En los últimos tiempos, hemos visto encuentros fortuitos, atropellos y hasta un ejemplar paseándose por las calles de Ponferrada (León). Hace unos días, el vídeo de un oso que tiraba un contenedor a las afueras de la localidad leonesa de Villaseca de Laciana provocaba todo tipo de reacciones en las redes sociales. A pesar de los ladridos del perro de un vecino, el animal permaneció unos instantes, presumiblemente, intentando acceder a las bolsas de basura, sin éxito.

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