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El dilema del descanso: qué vacaciones necesitas para recuperarte del estrés crónico
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¿UN EFECTO DURADERO?

El dilema del descanso: qué vacaciones necesitas para recuperarte del estrés crónico

Los días libres deberían servir para reducir las hormonas del estrés y aumentar las hormonas de la relajación, algo que notarían tus células, pero que nadie te garantiza

Foto: Vacaciones. (EFE/David Arquimbau)
Vacaciones. (EFE/David Arquimbau)
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Para una gran parte de la sociedad, tarde o temprano, en algún momento del verano llegan las vacaciones: casi una utopía, un tiempo y un espacio mágicos en los que descansar y disfrutar a la vez. No solo las merecemos, pensamos, sino que son una auténtica necesidad, porque casi todos vivimos estresados. La pregunta es si colmarán nuestras expectativas y si nuestro cuerpo lo notará. ¿Qué pasa cuando paramos? ¿Y qué sucede si no lo hacemos y convertimos el periodo de supuesto descanso en un maratón de viajes y actividades para exprimir el tiempo libre hasta la última gota?

Empecemos por una buena noticia. El solo hecho de tener unas vacaciones próximas, a la vuelta de la esquina, genera bienestar, según un estudio publicado en Science Advances en 2020. Los autores, británicos y estadounidenses, llegan a una conclusión muy clara tras sus estudios neuronales: "La anticipación de una recompensa futura, como unas próximas vacaciones, a menudo puede ser más gratificante que la experiencia misma", afirman. La clave está en que las recompensas nos hacen liberar dopamina, un neurotransmisor que proporciona placer. Pero, más allá de esas expectativas, ¿tus vacaciones van a tener efectos fisiológicos reales cuando al fin dejes atrás el estrés diario?

Foto: ¿Te vas de vacaciones fuera de España? Estos son los países más afectados por los incendios en el Mediterráneo (Twitter/@antigua_roma)

El estrés crónico

Lo primero es conocer en qué consiste ese malestar crónico y cómo afecta a nuestras células. "El organismo tiene un sistema de equilibrios que se van ajustando según las necesidades", explica a El Confidencial Guillermo López Lluch, investigador del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo (CABD). No es lo mismo estar durmiendo que recién comido o trabajando; y todo se regula a través de mecanismos hormonales. Habitualmente, "estamos estresados, pero permanecemos sentados", lo cual es una contradicción desde el punto de vista evolutivo. En estas situaciones, generamos adrenalina y cortisol, hormonas que forman parte de nuestro mecanismo de estrés, “diseñado para atacar o para defendernos, pero no para estar en una silla”.

Esa alarma demanda a las células un aumento de energía, el corazón bombea más rápido y sube la tensión. Sin embargo, "tu cuerpo no está necesitando todo eso". Dicho de otra forma, en lugar de hacerle caso a las señales de alerta que nos han permitido sobrevivir como especie y salir corriendo, nos obligamos a nosotros mismos a permanecer quietos. Como la respuesta del cuerpo no es la adecuada, se genera un daño celular que se ha podido relacionar, en mayor o menor medida, con diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares y problemas cognitivos.

placeholder Estrés.
Estrés.

En realidad, el estrés no es malo en sí mismo, puesto que lo necesitamos en ciertos momentos. Si queremos actuar y tomar decisiones rápidas, la adrenalina es un aliado. "El problema es cuando se mantiene más allá de la situación puntual, porque se convierte en un arma de doble filo", asegura el investigador. Prolongar de forma indefinida la situación de estrés afecta al sueño, entre otras cosas, y puede desembocar en patologías crónicas que están estrechamente vinculadas con nuestro modo de vida, en el que el estrés ha dejado de tener su función primitiva y provoca un desequilibrio continuo.

Las hormonas de la relajación

Sin embargo, al igual que las hormonas del estrés se pueden mantener disparadas más allá de lo ideal y generar daño, también hay hormonas de la relajación que nos conducen al estado contrario. De hecho, la melatonina también es conocida como la hormona del sueño y es esencial para un verdadero descanso. La famosa expresión italiana dolce far niente es ideal para describir este momento: "Estar relajado, tranquilo, sin hacer nada, comiendo tranquilamente, sin prisas, sin reloj ni tener que ir a ningún sitio", comenta el experto.

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Playa. (EFE)

No obstante, esta paz no implica un reposo absoluto. "Si te pones a correr por la playa porque quieres, no porque algo te obliga, no estamos en una situación de estrés", asegura. En ese estado, generamos endorfinas, que estimulan los centros del placer y del bienestar del cerebro y se suelen vincular al ejercicio. De hecho, se llaman "hormonas de la felicidad", un apelativo que también se pone a la serotonina. La diferencia es que esta última está más relacionada con la relajación. De hecho, se libera al tener un orgasmo. Hay estudios muy curiosos sobre esta hormona: su ausencia se correlaciona con la demencia e incluso con las formas más graves de covid.

¿Qué pasa con nuestras células cuando abandonamos el estrés continuado por la relajación? "Lo primero es que se quitan la presión que les provocan las hormonas del estrés", destaca López Lluch. En el caso de las neuronas, está bien documentado que el sueño es imprescindible para que estas células del cerebro "entren en el estado de eliminación de daño" y se renueven. El sistema de relajación de las células musculares, hepáticas o de cualquier otro tipo es similar, el descanso les hace conservar la energía necesaria para repararse.

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Deporte en el mar. (EFE)

De todos modos, los efectos sobre el cerebro son especialmente interesantes, aunque no siempre son fáciles de medir. Un estudio publicado por investigadores de Países Bajos en 2016 aseguraba que los trabajadores vuelven de las vacaciones con mayor "flexibilidad cognitiva", algo que los autores demostraban al realizar test sobre diferentes usos que se podían dar a objetos cotidianos.

El descanso no tiene calendario

Sin embargo, no podemos dar por hecho que las vacaciones conlleven todos estos efectos positivos en sí mismas. "Hay que tener en cuenta qué tipo de vacaciones vamos a tener, porque muchas veces volvemos y decimos que necesitaríamos otra semana más, precisamente, para descansar de las vacaciones", comenta el biólogo del CABD. Los viajes y las situaciones que podemos encontrar en los lugares de turismo masificado van a introducirnos en una realidad diferente a la cotidiana, pero pueden ser igual de estresantes o más. Si para nuestros días libres nos planteamos muchos objetivos y tenemos poco tiempo, "eso también es estrés".

Foto: Conjunto de neuronas en el cerebro de un insecto, reconstruido por microscopía electrónica. (Michael Winding)

En cualquier caso, supongamos que hemos descansado durante unos días o unas semanas. ¿Hasta qué punto el efecto es duradero si nuestra rutina diaria está marcada por el estrés? "El cuerpo es flexible, se puede acomodar a relajarse y a estresarse, así que, si a la vuelta vuelves a una vida exigente, va a durar muy poco", afirma el experto. En el fondo, sucede lo mismo que con otras cuestiones de salud, como la dieta: de poco sirve comer mejor durante unos días si después volvemos a tener malos hábitos.

Así que lo importante sería mantener un estilo de vida más descansado durante todo el año. "Cuando has terminado de las obligaciones, relájate, haz algo que te guste, pero no busques más problemas y disfruta de cosas pequeñas de la vida", aconseja López Lluch. Aunque todas estas reflexiones parecen tener una vertiente más psicología que biológica, también tiene su correspondencia somática. "Si eliminas tensiones, tus células se están dañando menos", asegura. El descanso y la desconexión no son una cuestión de periodos vacacionales, sino de práctica diaria que se puede plasmar en un paseo o en ir al cine, en encontrar ese hueco en el que no existen las obligaciones del día siguiente.

Para una gran parte de la sociedad, tarde o temprano, en algún momento del verano llegan las vacaciones: casi una utopía, un tiempo y un espacio mágicos en los que descansar y disfrutar a la vez. No solo las merecemos, pensamos, sino que son una auténtica necesidad, porque casi todos vivimos estresados. La pregunta es si colmarán nuestras expectativas y si nuestro cuerpo lo notará. ¿Qué pasa cuando paramos? ¿Y qué sucede si no lo hacemos y convertimos el periodo de supuesto descanso en un maratón de viajes y actividades para exprimir el tiempo libre hasta la última gota?

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