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"La población de Canarias vive de espaldas a su medio natural, no es consciente del riesgo"
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Entrevista con Ángeles Llinares

"La población de Canarias vive de espaldas a su medio natural, no es consciente del riesgo"

Esta geógrafa especialista en riesgos volcánicos lleva décadas intentando que las escuelas en Canarias impartan clases sobre esta materia. "Hablar de esto en las islas es tabú por el turismo"

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"Una cosa es venir desde Madrid o ver lo que ocurre desde fuera, y otra es vivir aquí". Ángeles Llinares, geógrafa y experta en análisis de riesgos volcánicos, describe de un tirón buena parte de lo que lleva ocurriendo desde el 19 de septiembre, el domingo que el volcán de Cumbre Vieja entró en erupción. La frase resume no tanto la situación geológica, ya que el volcán está cumpliendo al pie de la letra lo que se espera de una erupción estromboliana, sino la fascinación y la sorpresa que está generando este fenómeno y el drama social de miles de familias que se han quedado sin vivienda. Es como si todo nos hubiera cogido por sorpresa cuando los científicos llevaban años avisando. ¿La teoría de Ángeles? Vivimos de espalda a la realidad.

Llinares, de 71 años, ahora jubilada, llevaba los últimos 25 años de su carrera docente tratando de convencer a las autoridades Canarias de una cosa: incluir en los planes oficiales de enseñanza el riesgo volcánico como una materia más. "Sería conocimiento que se transmitiría de los niños y adolescentes a todo su entorno, a sus amigos, familia... Ayudaría a cambiar la mentalidad. La gente en Canarias no parece darse cuenta de que lo que vivimos ahora en La Palma puede suceder en cualquier parte de las islas", explica en conversación con El Confidencial. Y aporta sus décadas de experiencia en otro debate más: ¿se podría haber hecho algo para evitar la devastación de viviendas y el drama de cientos de familias? "La gente vive en la ladera de Cumbre Vieja porque no hay más sitio y porque son zonas agrícolas muy prósperas. ¿Qué vamos a hacer, impedirles cultivar, impedirles vivir?".

Foto: Foto: Reuters.

PREGUNTA. ¿Qué es lo que más le está sorprendiendo de la erupción del volcán en Cumbre Vieja?

RESPUESTA. Geológicamente, nada en especial. Es una erupción estromboliana normal, en las islas Canarias casi todos los volcanes, menos el Teide, son de este tipo. En este sentido, la erupción que estamos viendo es bastante previsible. Quizás este volcán tiene una salida de ceniza muy grande, con una pluma muy alta. Pero sigue las pautas normales.

placeholder Llegada de la colada al mar. (Reuters)
Llegada de la colada al mar. (Reuters)

P. Es curioso que una erupción previsible desde el punto de vista geológico esté generando tal fascinación, sorpresa y temor. Es como si no esperásemos que en Canarias, una de las mayores zonas volcánicas del mundo, pudiera suceder algo así.

R. ¡Como si no llevara sucediendo millones de años! El hecho de que yo empezara a trabajar los temas de riesgo es porque observé que la población en Canarias vive de espaldas a su medio natural. No son conscientes de que habitan en un medio volcánicamente activo, y que podemos tener erupciones en cualquier isla, en cualquier momento y lugar, excepto el Teide, que es un estratovolcán y ya tiene su conducto abierto, su cámara magmática, etc. La gente no parece darse cuenta de esto, no lo asocia con su realidad, con su día a día. Lo mismo que estamos viendo ahora en La Palma puede suceder en Tenerife, en cualquier lugar de Gran Canaria u otra isla.

P. ¿Por qué cree que la población no está concienciada?

R. Porque hemos tenido muy pocas erupciones históricas. Antiguamente, cuando las hubo, en las islas vivía muy poca gente, incluso había zonas despobladas. Pero desde mediados del siglo XX esto ya no es así. De la del 49 ya hay poca gente que lo recuerde, y todavía esa zona no estaba muy poblada y la del 71 fue muy sencilla, salió en una zona donde no había grandes riesgos. Por tanto, la gente todavía no ha tomado conciencia de cómo puede ser un volcán y cómo les puede afectar.

P. ¿Cómo puede ayudar a cambiar esto la educación sobre riesgos volcánicos?

R. Aparte de saber qué es un volcán, cómo actúa, qué repercusiones tiene para el medio ambiente, que pueden ser buenas (como la ceniza) y malas (la lava que destroza las casas), hay muchas otras cosas que se pueden enseñar. Un ejemplo, los niños pueden aprender a hacer el plano de emergencias de la casa en caso de que la familia deba ser evacuada: cómo cortar la luz, qué tienen que llevarse y tenerlo en una bolsa, escrituras de la casa, pasaportes, partidas de seguro… Puede también hacer el plano de su municipio o su barrio: qué zonas son seguras y cuáles no, a qué zonas debería acudir para una evacuación. Esto para niños pequeños. A medida que avanzamos a cursos superiores, se pueden trabajar los mapas de riesgos de municipios, islas, etc. Debería ser una materia que se imparta todo el año dentro de los planes escolares generales.

placeholder Ángeles Llinares. (Foto cedida)
Ángeles Llinares. (Foto cedida)

P. ¿Cómo cree que ha respondido la población canaria a la situación?

R. Muy bien, magníficamente bien. Yo regresé justo el lunes de allí, estuve ocho días, y he visto que han reaccionado con serenidad. Que te tengas que ir de tu casa, dejar todo y saber que quizá no vuelvas, es muy duro. Conozco situaciones parecidas en otros países, y aquí no ha habido crisis, no ha habido pánico ni alarmismo, todo el mundo ha colaborado muy bien. A pesar de que no se les ha ofrecido una educación sobre el riesgo volcánico y no conocen el peligro que asumen, cuando sucede una catástrofe de este tipo, actúan de una forma muy serena e intentan paliar el daño de los amigos y vecinos. Eso va en el carácter canario.

P. ¿Qué le parece la reacción mediática? Estamos viendo conexiones en directo constantes de televisiones, dramas humanos en tiempo real, directos... Entre la gente local hay incomodidad y sensación de que se está creando un 'show' mediático.

R. Soy miembro de Volcanes de Canarias, una asociación que trabaja por la mitigación del riesgo, y ya hemos tenido que elaborar una especie de gráfico donde se solicita que, por favor, los medios se limiten a ofrecer información científica, que no vayan a buscar el daño en las personas, el sufrimiento… Que respeten que cada persona está viviendo su propio drama. Es cierto que hay televisiones que se limitan muy bien a contactar con expertos y divulgar, pero otras buscan a la gente llorando, o a la que se le ha caído la casa. Buscan el morbo, y eso es muy triste.

P. Usted sostiene que hablar del fenómeno volcánico en Canarias siempre ha sido tabú. ¿Por qué?

R. Sí, me refiero a que ha sido tabú por parte de los políticos. Cuando empecé a luchar para que se trabajara en las aulas el tema del volcanismo y sus riesgos, realmente me tuve que enfrentar a muchos problemas. La Consejería de Educación me aprobó los proyectos y me subvencionó, pero no era un tema grato. Y otros políticos, como presidentes, consejeros… siempre lo veían como algo de lo que no había que hablar mucho porque creían que alarmaba a la población y el turismo no vendría.

placeholder El volcán, visto desde una casa en el pueblo de El Paso. (Reuters)
El volcán, visto desde una casa en el pueblo de El Paso. (Reuters)

P. La ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, dijo hace unos días que la erupción volcánica de La Palma podría servir de "reclamo turístico" para los viajeros. Se creó tal polémica que tuvo que pedir disculpas y matizar sus palabras.

R. Una cosa es cuando tú vienes desde Madrid o lo estás viendo desde fuera y otra cuando estás en la población. Yo estuve allí desde el principio con colegas de la Asociación Volcanes de Canarias y, cuando estás allí, ves que la población está muy triste, para ellos es un trauma, algunas personas lo han perdido todo. Pensar en un turismo venidero dentro de un año o de más tiempo es como hablarles de la Luna. Ellos lo que necesitan es una vivienda, poder pagar sus gastos con el trabajo que han perdido. Hablarles del turismo que vendrá, en este momento no cae bien. Y lo entiendo.

P. Una vez cese la erupción y se calme la situación, dentro de unos meses o años, ¿tendría sentido que el Gobierno de Canarias impulsara ese turismo volcánico?

R. Cuando cese la erupción y se enfríe la lava, seguramente vendrán turistas, pero como han venido siempre. Eso es algo que ya va a ocurrir. El problema es que este tipo de turismo a veces no cae bien aquí. Aquí el turista, normalmente extranjero, coge un bus y se lo llevan a dar una vuelta por el Teide o por las zonas volcánicas de La Palma, le explican cuatro cosas, que en muchos casos no son correctas, y con las mismas se va. Es más, los guías turísticos de la zona están luchando para que todo aquel que quiera hacer estos 'tours' por los parques nacionales necesite una acreditación extra.

P. No ha habido víctimas mortales, pero sí cuantiosísimos daños materiales. ¿Crees que el plan de evacuación para este caso era el correcto?

R. Sí, siempre hay pequeñas cosas que se pueden mejorar, pero el plan ha funcionado bien, las autoridades han estado muy diligentes para ponerlo en marcha. Y vemos que los resultados han sido buenos, no ha habido víctimas ni daños que no estuvieran dentro de lo previsto en estos eventos.

"¿Qué queremos que haga la gente, que no aproveche las zonas de cultivo en las laderas del volcán, que no viva ahí?"

P. Se sabía que cada 45-50 años se puede producir una erupción como la que estamos viendo y, aun así, toda la ladera oeste del Cumbre viaje estaba edificada. Muchas de esas viviendas se han levantado en las últimas décadas pese al riesgo volcánico. ¿Es lógico o es una negligencia?

R. Es perfectamente lógico, estamos en unas islas muy pequeñas y la población cada día es mayor. Aumenta no solo por el turismo, mucha gente también se queda a vivir aquí. Suecos, ingleses, alemanes… La isla de La Palma es muy pequeña, tiene unos 84.000 habitantes, y, por la topografía que tiene, una de las zonas más fáciles para vivir son Los Llanos de Aridane. Es una zona que, además, cuenta con buen suelo, buen clima, mucho sol durante todo el año… Entonces, la gente cultiva y vive ahí. No es nada raro, es que viven allí porque no hay más sitio.

P. Pero se ha edificado y construido carreteras incluso sobre el malpaís que dejó la erupción del 49 del volcán San Juan.

R. Sí, claro, cuando tú abres una vía para comunicar la parte oeste de la isla y mejorar el paso tienes que hacerlo sobre una colada antigua. Pero es que no estás pasando sobre una colada, es que lo estás haciendo sobre multitud de coladas.

P. Hay geólogos y vulcanólogos que ponen en duda que se deba edificar sobre estas zonas con riesgo volcánico tan elevado. Argumentan que los gestores y políticos hacen caso omiso de los informes científicos que desaconsejan edificar en estas zonas.

R. Dime una zona de Canarias en la que no haya riesgo volcánico. No hay ninguna, el riesgo existe en todas partes. Es verdad que hay zonas más antiguas, como Anaga, en Tenerife, o Cumbre Nueva y el norte de La Palma. Esas zonas pueden tener algo menos de riesgo, pero sigue estando ahí. La gente tiene que vivir y cultivar para comer, porque ya hemos visto con el covid que el turismo es algo pasajero, que está muy activo un tiempo, pero de repente abren una nueva ruta para Turquía o para otro país que esté más débil y el turismo se va para allá, a merced de los turoperadores.

placeholder Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

P. ¿No debería tenerse en cuenta entonces el riesgo volcánico a la hora de edificar?

R. En la parte alta de Cumbre Vieja no está permitido edificar, son lugares protegidos. Pero más allá hay que pensar que el suelo volcánico es muy rico y fértil, y a eso hay que añadirle una isla que tiene los vientos alisios, que son húmedos y frescos, más los 300 y pico días de sol con los que cuenta La Palma. Todo eso hace que puedas tener unos cultivos espectaculares, como ocurre con el plátano. Entonces, ¿qué queremos que haga la gente, que no lo aproveche, que no viva ahí? Toda la isla está poblada. Lo único que se podría hacer es agrupar a la gente en la zona que supuestamente tenga algo menos de riesgo, pero como la lava fuera por ahí se cargaría el pueblo entero. En países como México, Perú, Chile, Indonesia, Japón… Allí ocurre lo mismo, se construye cerca de los volcanes porque son las tierras más fértiles que hay.

P. ¿Hay en estos países, como Italia o Japón, otra concienciación respecto a cómo convivir con un volcán?

R. Japón es un caso aparte, los niños siguen los protocolos de actuación al dedillo, hacen simulacros… En Islandia viven 500.000 personas en un lugar enorme, muy poco poblado, es diferente. En América Latina la cultura es a base de golpes porque sus volcanes son distintos, son estratovolcanes y funcionan casi de forma periódica. Hay pueblecitos que salen y después vuelven cuando el volcán se calma. En cuanto a Italia, las laderas del volcán Vesubio están totalmente pobladas, pasa lo mismo con el Etna. Y ellos sí tienen más espacio para vivir en otras zonas e irse más lejos, pero de allí no se mueven.

P. ¿Cree que la actual erupción y el drama social vivido en La Palma ayudarán a tomar medidas o a que la gente sea más consciente de los riesgos?

R. Yo confío en que sí, en que a partir de ahora, tras ver las orejas al lobo, tanto la Consejería de Educación de Canarias como los políticos, como la población, seremos más conscientes de lo que es una erupción volcánica estromboliana, que son muy sencillas, sin grandes peligros. Y que no olvidemos que tenemos el Teide, que es un estratovolcán que no ha funcionado en más de 500 años y cuya gestión, si entrara en erupción, sería mucho más compleja.

"Una cosa es venir desde Madrid o ver lo que ocurre desde fuera, y otra es vivir aquí". Ángeles Llinares, geógrafa y experta en análisis de riesgos volcánicos, describe de un tirón buena parte de lo que lleva ocurriendo desde el 19 de septiembre, el domingo que el volcán de Cumbre Vieja entró en erupción. La frase resume no tanto la situación geológica, ya que el volcán está cumpliendo al pie de la letra lo que se espera de una erupción estromboliana, sino la fascinación y la sorpresa que está generando este fenómeno y el drama social de miles de familias que se han quedado sin vivienda. Es como si todo nos hubiera cogido por sorpresa cuando los científicos llevaban años avisando. ¿La teoría de Ángeles? Vivimos de espalda a la realidad.

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