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Sobrevivir, y convivir, con un volcán: "Toca aprender a esperar y darnos un respiro"
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"No solo golpea a la gente de aquí"

Sobrevivir, y convivir, con un volcán: "Toca aprender a esperar y darnos un respiro"

La psicóloga Laura Marrero atiende en el cuartel palmero de El Fuerte a unos 100 desplazados que no tienen dónde hospedarse. Les ayuda a llevar un golpe sin parangón

Foto: Foto: EFE.
Foto: EFE.

En la entrada del cuartel El Fuerte, se arremolina un buen puñado de gente. En esta base militar de la isla canaria de La Palma, situado en una especie de polígono junto a la capital palmera, se refugian unos 100 desplazados que tras la erupción de Cumbre Vieja no tienen dónde ir. Sin familiares ni amigos cercanos que los cobijasen, muchos de los afectados se mueven por la zona mientras medios de comunicación, miembros de la Cruz Roja y otro tipo de autoridades salen y entran del emplazamiento. Allí, además de expertos en emergencias y voluntarios, un grupo de psicólogos se encarga de acompañar a decenas de vecinos en un paso único y, como ellos mismos explican, que no se parece a nada de lo que uno haya podido vivir. Al menos en los últimos 50 años. Un fenómeno tan grande que a todos nos puede acabar afectando.

¿Cómo se sobrevive a algo así? ¿Cómo se aprende a convivir con un volcán cuando toda la isla en la que vives forma parte de uno? Son algunas dudas fundamentales que, como el fin de la erupción, son casi imposibles de resolver incluso por los expertos. Laura Marrero es la psicóloga que coordina el equipo que ha desplazado la Cruz Roja hasta la Isla Bonita. Con sede en El Fuerte, esta joven canaria no para entre entrevistas, atender a los afectados y moverse de lado a lado. Y es franca sobre estas dudas existenciales: "Es imposible dar una respuesta única para todo el mundo, cada uno lo lleva de una forma y tiene que superar la situación a su manera, con sus tiempos y sus sensaciones. Nosotros aquí estamos, sobre todo para acompañar", comenta en conversación con Teknautas.

Foto: El volcán, visto desde Las Manchas, otro barrio junto a Jedey. (EFE)

Su mensaje no tiene palabras mágicas. Esto, aunque en un principio pueda parecerlo, no es similar a una inundación, ni siquiera a un incendio. Los tiempos, las formas, lo que uno encuentra... Todo es diferente. "Es un desastre natural en el que nadie ha intervenido y que no se puede hacer nada para corregirlo o luchar contra él. Eso es un punto clave, porque la frustración y la sensación de falta de explicación es mucho mayor. Además, no es solo es que te hayas quedado sin casa, que eso sí te puede pasar en otros fenómenos, es que te has quedado sin terreno y sin tu vida tal y como era hasta ahora. Tu barrio, la placita a la que ibas a tomar el café, tus vecinos... Todo eso se ha ido y hay que empezar, literalmente, de cero", destaca esta experta.

Ante esta situación, ellos se encargan principalmente de dos tareas: mantener a la gente realojada consciente de lo que está viviendo y en buenas condiciones, "como una madre pesada, porque es fácil que ante el trauma te olvides hasta de lo más básico", y acompañar en el trance y el tiempo. "Toca aprender a esperar, y darnos un respiro. Es lo único en lo que podemos trabajar y lo más importante. Ir interiorizando lo que ocurre, aprender a superarlo, pero no meternos prisas, ir poco a poco, desconectar de vez en cuando". "Mucha de esta gente ni siquiera sabe aún si la lava va a comerse su casa y otros llevan días esperando el momento, pero como no llega no pueden ni pasar por las fases del duelo, es muy difícil".

placeholder Uno de los vecinos alojados en El Fuerte. (EFE)
Uno de los vecinos alojados en El Fuerte. (EFE)

Uno de los mayores problemas que encuentran en su caso es la falta de tejido familiar o de amistades que ayude a superar estos trámites, pero aún teniéndolos es un fenómeno muy complicado de soportar. "En Canarias somos conscientes de que vivimos en islas volcánicas, que estos riesgos existen, pero nadie puede estar preparado para algo así, y es normal. Comparado con otros momentos traumáticos, como la muerte de un familiar, tienes un lugar, un hogar en el que estar y superar lo ocurrido, pero aquí puedes perderlo todo. Incluso las fotos, que aunque parezcan algo sin mucha importante, son clave en estos casos", añade Marrero.

"Todos necesitamos dejar el volcán un rato"

Esta psicóloga también es tajante con el asunto de las imágenes y la cobertura de los medios y las redes sociales. Todos los expertos coinciden en que es el volcán más seguido de, al menos, la historia de España. Y, aunque eso nos está proporcionando una cantidad ingente de información, también está teniendo un impacto en la mente de los afectados, y del resto de la sociedad. "Con las imágenes poco se puede hacer, están por todas partes y es imposible no verlas, pero sí que intentamos que la gente desconecte un poco, que salga y se despeje. No puedes estar todo el día mirando al volcán y pensando en lo que ocurre. Tu mente no lo puede soportar sumado a la incertidumbre y las pérdidas".

Marrero asegura que los desplazados, en su mayoría, llevan la situación con mayor tranquilidad y pausa de lo que cabría esperar, pero eso no quiere decir que no tengan sus momentos y necesiten airearse del fenómeno. "Les invitamos a que salgan a dar un paseo para que dejen de pensar un rato en lo que pasa a su alrededor, que se centren en otros asuntos. La mayoría de ellos están en un estado de incertidumbre y tensión que no puedes aguantar demasiado tiempo, y ya sabes, esto va para largo".

placeholder Los reyes visitan las instalaciones de El Fuerte. (EFE)
Los reyes visitan las instalaciones de El Fuerte. (EFE)

Mientras hablamos, en la puerta de este centro militar, varios de los desplazados se mueven por los alrededores y algunos miran lo que hacen los medios. "Hay que entender que esto no va a pasar en uno o dos días, puede que incluso no pase en semanas, y hay que irse preparando para esto".

Por último, la psicóloga lanza una recomendación tanto para los lugareños como para los que ven esto desde lejos y sin ningún lazo familiar o de amistad con la isla: todos nos tenemos que dar un respiro, apagar la televisión, salir de internet y ver otras cosas, si no el problema puede hacernos daño incluso en la distancia. "Nos han llegado casos de gente que duerme mal, que tiene pesadillas, que vive angustiada por lo que está pasando, aunque ni siquiera viven en la isla. Una exposición continuada a esto con todos los detalles nos puede acabar generando problemas y por eso no podemos estar siempre pegados a la pantalla".

En la entrada del cuartel El Fuerte, se arremolina un buen puñado de gente. En esta base militar de la isla canaria de La Palma, situado en una especie de polígono junto a la capital palmera, se refugian unos 100 desplazados que tras la erupción de Cumbre Vieja no tienen dónde ir. Sin familiares ni amigos cercanos que los cobijasen, muchos de los afectados se mueven por la zona mientras medios de comunicación, miembros de la Cruz Roja y otro tipo de autoridades salen y entran del emplazamiento. Allí, además de expertos en emergencias y voluntarios, un grupo de psicólogos se encarga de acompañar a decenas de vecinos en un paso único y, como ellos mismos explican, que no se parece a nada de lo que uno haya podido vivir. Al menos en los últimos 50 años. Un fenómeno tan grande que a todos nos puede acabar afectando.

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